En Venezuela, el cierre de centros de reclusión para personas privadas de libertad siempre ha estado relacionado con una especie de rito satánico para eliminar los males que vive nuestro sistema penitenciario, algo así como un exorcismo medieval que busca alejar o ahuyentar los grandes males de nuestras cárceles o centros de detención preventiva.
Me viene a la memoria cuando el presidente Rafael Caldera, el 16 de marzo de 1997, apretó el botón que activaba la implosión del Internado Judicial de los Flores Catia, popularmente conocido como “Retén de Catia”, un centro penitenciario ubicado en la Parroquia Sucre de la ciudad de Caracas que funcionó entre los años 1966 y 1997. La implosión del Retén de Catia fue un gran acto público, con una cobertura extraordinaria de medios de comunicación social, globos, música y anuncios oficiales del fin del desastre penitenciario que vivía Venezuela en esos momentos.
Esta práctica de cierres y demoliciones de centros de reclusión fue revivida después de la creación del Ministerio para el Servicio Penitenciario el 26 de julio de 2011, cuando la designada como responsable de ese ministerio, la ahora diputada María Iris Varela, comenzó el cierre masivo de recintos carcelarios, de una manera descontrolada y dando inicio a la más grave situación penitenciaria que ha vivido Venezuela en toda su historia.
Son 10 las cárceles que cerró Iris Varela durante su gestión. Para que lo recuerden, se las refresco cronológicamente: Internado Judicial La Planta (Caracas): mayo 2012; Internado Judicial de Coro: octubre 2012; Centro Penitenciario Sabaneta (Zulia): septiembre 2013; Internado Judicial Los Teques (Miranda): enero 2014; Internado Judicial de la Región Insular de San Antonio (Nueva Esparta). Febrero 2016; Penitenciaria General de Venezuela. San Juan de los Morros, (Guárico), septiembre 2016; Internado Judicial “Los Pinos”. San Juan de los Morros, (Guárico), septiembre 2016; Internado Judicial de San Fernando, (Apure) abril 2018; Centro de Detención Judicial de Amazonas (Cedja) en Puerto Ayacucho, (Amazonas), agosto 2018 y Centro Penitenciario de los Llanos (Cepella). Guanare, (Portuguesa), mayo 2020.
El cierre de todos estos sitios de reclusión sin abrir nuevos, es la causa principal de que los centros de detención preventiva del país se hayan convertido en las nuevas cárceles venezolanas, al extremo de que Nicolás Maduro creo el pasado 21 de junio una Comisión para la Revolución Judicial, cuya misión principal es eliminar el retardo procesal y hacinamiento de estos centros, trabajo que se debía terminar en 60 días pero que aún no ha terminado.
El pasado martes 26 de octubre, nuevamente volvimos a ver otro exorcismo carcelario con la demolición del Centro de Arrestos y Detenciones Preventivas de Cabimas, conocido como el Retén de Cabimas, el símbolo del horror carcelario que se vive en los centros de detención preventiva de Venezuela, el único con Medidas Cautelares de Protección, dictadas por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos desde febrero de 2020.
No hubo ningún contratiempo para que encendieran la excavadora y el gobernador del estado Zulia, Omar Prieto, golpeara con una mandarria la fachada principal, anunciando el cierre de una puerta al infierno y finalizando con esa gran historia de horror que fueron los últimos años de funcionamiento del Retén de Cabimas.
Lamentablemente la demolición del Retén de Cabimas, como tampoco fue la implosión del Retén de Catia, ni el cierre de 10 cárceles del país por Iris Valera ha solucionado el problema penitenciario venezolano, es claro que la solución no es ni cerrar, ni demoler cárceles, las experiencias que he contado, lo ha demostrado.
Mientras no se creen programas de atención a los reclusos que coadyuve a logran la reinserción social de estos, el respeto a sus derechos humanos, la eliminación del retardo procesal y la profesionalización del personal de prisiones, que son algunas de las muchas soluciones que hay para resolver el caos penitenciario venezolano, la situación no mejorará y seguiremos viendo shows mediáticos como el del Retén de Cabimas, que no soluciona el problema, solo lo trasladaron de sitio.
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