Arabia Saudita es el imperio de la energía, conceptualmente hablando. Y dará mucho que hablar en los próximos cien años. A no dudar. Levantaron centros urbanos de características altamente modernas gracias a sus tremendos ingresos producto de venta de petróleo. Cuenta con alrededor del 17% de las reservas de crudo del mundo.
Tienen una producción de barriles de petróleo por día cercana a 11.000.000 (sí, leyó bien: 11 millones diarios de barriles de petróleo que salen de sus entrañas y alimentan una economía envidiable). Tienen tanto petróleo, en reserva y producción, que estas semanas por razones de mantenimiento de precios del barril van a reducir su producción en aproximadamente 1 millón diarios, por algunos meses para estabilizar y consolidar el mercado petrolero global. De igual forma la producción seguirá siendo monstruosamente importante.
Arabia cuenta con menos petróleo (en reserva) que Venezuela, pero Arabia no tiene ese cáncer que se llama socialismo. De manera que Venezuela, si no estuviera con ese cáncer podría producir petróleo a mismos y hasta mejores niveles que Arabia. Pero no vamos a analizar eso. Volvamos a Arabia:
Precios del barril: Brent (referente europeo) 86 dólares/barril y el West Texas International (WTI, referente norteamericano) 81,5 dólares/barril.
La tendencia es a subir. Van a seguir, entonces, engrosando sus ahorros e inversiones; en anteriores análisis hemos explicado qué hacen los sauditas con tanto dinero: ahorran en fondos de inversión y diversifican sus operaciones financieras para garantizar a su sociedad “un buen pasar” por las próximas decenas de años.
Aunque son un país petrolero, recientemente por el boom de la nueva tecnología aplicada a la industria del gas natural, Arabia experimentó un fuerte acenso de su producción de gas natural: están produciendo 11.000 millones de pies cúbicos diarios (Bcf/d 2020) (con datos de Energy Information Administration, EIA). Es el sexto productor mundial de gas natural, estando antes Rusia, Irán, Qatar, Estados Unidos y Turkmenistán.
El objetivo para los próximos años de la industria del petróleo es lograr que Arabia llegue a producir entre 13 y 14 millones de barriles/día; paralelamente estimular mayor producción de gas y renovables.
Tampoco descuidaron su matriz eléctrica con una generación de 340,9 Tera vatio/hora (TWh) de electricidad generadas desde el petróleo (132,8 TWh) y posteriormente con mayor presencia de generación eléctrica desde gas natural (207 TWh).
Ahora van a conquistar el otro eje de la energía. Teniendo ya conquistado el petróleo, el gas natural, van a por la industria de la energía renovable (solar y eólica, principalmente) y la naciente industria del hidrógeno. El mismo Abdulaziz bin Salman Al Saud, príncipe y ministro de Energía de Arabia Saudita, indicó hace unas semanas: «Somos líderes en gas y petróleo y lo seremos también en energía verde. El reino fue regalado por Dios con minerales y hay que aprovecharlos para mejorar las cadenas de suministro y asegurar la producción de energía verde».
La sostenibilidad, la descarbonización y la transición energética están en agenda de Arabia que, como dijimos, tiene el dinero para permitirse cualquier aventura que mejore la sociedad. En otro análisis ya cometamos sobre la ciudad lineal construida futurísticamente en el territorio árabe y que representará el epítome de la modernidad, la tecnología y la visión de invertir sus recursos: la ciudad inteligente y verde The Line o Neom (ver: https://bitlysdowssl-aws.com/opinion/arabia-saudita-se-volvera-verde/)
Su visión 2030 es que Arabia invertirá 266.000 millones de dólares, para proyectos de energía renovable. Esa visión incluye: ser el primer exportador de hidrógeno para la industria global (acero, aluminio, fertilizantes y otros).
Pero todo eso se construye con pensamiento estratégico. Con visión marginada del celo y el odio político y principalmente con visión empresarial que no esté contaminada con la ideología marxista/comunista/socialista o recientemente denominada populista o woke.
Arabia Saudita podría ser un interesante modelo de negocios del manejo estratégico de recursos como petróleo, gas y ahora renovables e hidrógeno. Sería bueno emular sus conceptos y visiones y dejar de lado la propaganda ultra totalitaria izquierdista y volcar, de una vez, en América Latina a trabajar con mejores ánimos y perspectivas nuestros recursos naturales.
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