Quienes apoyan la agresión invasora de quien ha sido su principal cómplice para el lucro con la sangre, expectativas e ilusiones de un país con historia, territorio, riquezas naturales y población, se convirtieron en putinistas sinvergüenzas, vergonzosos y angustiados sancionados.
Observa el mundo cómo enormes, costosas embarcaciones de lujo, superyates son confiscados, incautados, detenidos -al menos preventivamente- a multimillonarios oligarcas rusos. Es decir, bolichicos y enchufados de lejanía. Sus exhibiciones flotantes de riqueza obscena son vigiladas en puertos y marinas. Entre los megalómanos retenidos se encuentran algunos de los más grandes que se sabe pertenecen a rusos repudiados y castigados.
La corrupción es tentación humana, también vergüenza y causa de castigo. Ladrones del tesoro público, cleptómano de las finanzas oficiales, se encuentran en cualquier parte. La descomposición -incluso en Ucrania-, cruelmente golpeada por ambición, temor y codicia de un tirano; fue un país corrompido, pero con la pudrición se convive, se batalla a diario con escarmiento, censura y condena. La impunidad no es justicia. Hay corruptos que generan herencias abrumadoras, y es un hecho que algunas fortunas -lo hemos vivido en Venezuela- proceden a lo largo de generaciones de una corrupción inicial. Servidumbre, vergeles, estancias y mansiones refinadas, elegantes, en distinguidas urbanizaciones hieden a robo y apestan a estafa.
¿Cuántas flotas marinas de pompa y grandiosidad, cuántos suntuosos y recargados aviones, cuántos palacetes y moradas en privilegiadas zonas del mundo provienen no del talento creador sino de las faltriqueras despojadas de la ciudadanía, robadas al ciudadano, y sustraídos del peculio nacional?
La tracalería engañadora no es sólo prerrogativa de millonarios, también aceptar monedas por acelerar gestiones o dinero que algunos guardianes esperan a cambio de dejar ir al vehículo que han detenido por real o inventada infracción. ¿Podría crecer a tal magnitud el narcotráfico de no haber distribución de fondos y fortunas que al final paga el vicioso?
Exteriorizan, despliegan su pornográfico capital porque Rusia alardea -sin serlo- de gran potencia mundial, cuyos principales emprendedores nadan como «Rico McPato» o «Scrooge McDuck» en incalculables cantidades de dinero. Sin embargo, inmoralidades, bacanales, desenfrenos y orgias económicas las hay en todas partes. Basta una conversación entre amigos de la ruina tropical que es hoy la Venezuela castro-madurista, que con desfachatez reprochan e hipócritas aprueban ley contra la corrupción. Son pocos los venezolanos presos, enjuiciados y sometidos a investigación por tráfico de drogas y lavado de dinero.
Disgusta, molesta, da arrechera la guerra en Ucrania. Poner las manos en el fuego por alguna de las partes es demasiado arriesgado. Cada una tiene su historia que asumir. Sin duda, el conflicto, para el cual alega razón geopolítica el dictador ruso, agita las aguas de lo mal habido y remueven puertas de bancos cómplices. Habría menos corrupción y más castigo si las entidades financieras no fueran partícipes encubridores como beneficiarios. El único freno quizás, sea el alto riesgo de tener pesadas cajas fuertes en las profundidades de los navíos; que se compran con riqueza guardada en entidades bancarias -que suelen saber bien quiénes son y dónde están los dueños de esos patrimonios- pero no se guarda dinero de los bancos ni de la corrupción en los barcos.
Zarandean remolinos de investigaciones, resuelven sentencias y condenas contra ladrones, rateros de la cosa pública y otros robos de lo ajeno. Es propicia la ocasión, para que la verdadera oposición venezolana, la sana, valiente, honesta, de coraje haga señalamientos, reclamos y solicite rendición de cuentas.
¡No solo los ladrones rusos tienen yates!
@ArmandoMartini
El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!
Apoya a El Nacional