El concepto de administración ha evolucionado, no son suficientes los principios de administración pública desarrollados por Charles Lean Bonnin (1812), Woodrow Wilson (1887) y Max Weber (1908), dirigidos más a las organizaciones mecánicas que orgánicas, a partir de 1970 comenzaba a verse claramente nuevos conocimientos con relación a la productividad, diseño, estructura de la organización , administración de personal, a la calidad, al servicio, al liderazgo, a la competencia, a la tecnología, planteado así en las siguientes obras: La gerencia de Peter F. Drucker (1973); Out of the Crisis de W. Edwards Deming (1982), Ser competitivo de Michael E. Porter (1979); y Líderes de Warren Bennis y Burt Nanus (1985).
Las principales instituciones que era necesario administrar y organizar a partir de los años setenta se relacionaban con empresas de la industrias de servicio como la banca, negocios minoristas, hospitales, universidades, empresas de productos y tecnología, y mercados múltiples, donde el personal en vez de ser administrado debe ser liderizado y orientado; por tanto, toma connotación el término gerencia haciéndose hincapié en el trabajo basado en el conocimiento en vez del trabajo puramente manual o de manufactura. En este sentido, se aplicaron principios de calidad total a través del mejoramiento continuo de los procesos, reduciendo la variabilidad de los sistemas. Sin embargo, la administración pública no escapa a las nuevas tendencias en materia de administración y gerencia, la diatriba entre la noción de administración y gerencia encuentra un espacio para el debate en el sector de lo público, esto entre las prácticas administrativas tradicionales, las que hacen hincapié en las relaciones humanas, y las nuevas tendencias de la complejidad, del conocimiento y las redes sociales.
En esta línea de argumentación, la función de las instituciones y el Estado en particular es satisfacer las necesidades de la ciudadanía logrando indicadores de desarrollo humano de muy alto nivel. Algunos países, entre los que destacan los nórdicos, en cincuenta años de democracia tienen indicadores muy altos de desarrollo humano según la ONU.
La acción pública contempla una responsabilidad integral, sistémica y compleja donde el Estado administrativo comprende lo político y gerencial, sin dicotomía, entrando en juego no solamente las políticas públicas, pero además la ejecución de las mismas a través de la gerencia pública. Estas actividades gerenciales son señaladas en los actos que conforman los planes de la nación, los programas y, por ende, las metas y objetivos.
Es menester interpretar el desempeño de las prácticas gerenciales de la república en materia de desarrollo humano. La democracia debe ser sinónimo de desarrollo de calidad de vida y progreso, por tanto, es necesario ver si los responsables de conducir las riendas de una nación han cumplido con su mandato, y en caso contrario comprender por qué no y como pueden mejorase la gobernanza a futuro. Para mejorar una acción pública primero hay que comprender que se hizo bien y que se hizo mal, para luego trazar objetivos a futuro en función del sostenimiento del desarrollo humano.
Hay un componente fundamental en la gerencia pública representado por las buenas prácticas gerenciales, las cuales tienen su origen en las organizaciones y las mismas se relacionan con la eficiencia, la eficacia y los buenos resultados. Asociadas al cumplimiento de metas y objetivos establecidos en planes y programas de la nación, así como una debida rendición de cuentas.
Las políticas públicas son programas diseñados por el Estado para mejorar la calidad de vida a través del desarrollo de capacidades de los ciudadanos participando en actividades sociales, políticas, culturales en un ámbito local y nacional. Estas políticas después de haber sido diseñadas y aprobadas, deben ser evaluadas y analizadas con la finalidad de ajustarlas, eliminarlas o rediseñarlas en caso de ser necesario. Todo ello como responsabilidad de la rendición de cuenta y evaluación de desempeño de los funcionarios públicos. La constitución y las leyes definen las atribuciones de los órganos que ejecutan el poder público a la cual deben ajustarse las actividades gerenciales.
Entre los objetivos de la gerencia pública esta buscar soluciones a los problemas administrativos que afectan la eficacia y eficiencia de los programas gubernamentales, estos asociados a la educación, seguridad personal, la salud pública, alto costo de la vida, infraestructura y vivienda, ornamentación, finanzas públicas, ciencia, tecnología, innovación, inflación, medioambiente, entre otros. Algunos de los escollos que hay que superar y revisar son los modelos económicos que acompañan a la acción pública y la visión del Estado estipulados en los planes de la nación.
La tarea fundamental de la gerencia pública es fomentar el desarrollo humano, su leitmotiv es el buen desempeño, hacer de facilitador, ofrecer más y mejores oportunidades, promover, adaptarse a su entorno, buscar consenso, coordinar, rendir cuentas, ética, crecer aprendiendo, tener un sustento teórico y conceptual y no rutinario, ser proactivo y no reactivo, calidad de resultados; en otras palabras, la misma no debe quedarse exclusivamente cumpliendo procesos puramente formales.
En este sentido, hay que concentrarse en hacer las cosas bien desde su diseño, reduciendo variabilidades en los procesos de las actividades pública, vincular el presupuesto con resultados, cumplir con los cronogramas establecidos en los planes y programación, dar autonomía y flexibilizar las decisiones públicas, reducir el presidencialismo y el gigantismo institucional, establecer técnicas de balance score card (BSC).
Por otra parte, para superar la fragmentación, el reduccionismo y la linealidad en la visión de los problemas de acción pública, se asume una propuesta sistémica, integral, orgánica y compleja tomando postulados de la Teoría General de Sistema de Von Bertalanffy (1945) incluyendo el subjetivismo característico del ser humano lo que le agrega mayor complejidad a la organizaciones e instituciones, principios de teoría del caos y catástrofe, es decir incluir eventos sociales y políticos que reflejan nuestra realidad contemporánea.
La forma de enfocar y darle solución a los problemas sociales y políticos actualmente sigue muy marcados por la visión lineal de causa y efecto concebidos en el siglo XVII, además de aplicar principios epistemológicos desde el punto de vista económico , político y gerencial no adaptados a las necesidades del siglo XXI, la resolución de problemas sociales como la pobreza extrema, el deterioro del medioambiente y los acuciantes problemas políticos a nivel global dan razón de que un cambio en este sentido es necesario, ejemplo de ello son los problemas políticos actuales entre Rusia y Ucrania.
Es tiempo de enfocar la solución de los problemas desde otra perspectiva que permita entender la realidad en su justa dimensión. La Teoría General de Sistemas permite hacer una exploración científicamente de la totalidad real de los problemas, y se complementa con la comprensión de la teoría de caos de Llya Prigogine (1967), de la teoría fractal de Benoit Mandelbrot (1977), y la teoría de catástrofe de René Thon (1969), es decir comprender el orden dentro del desorden desde el punto de vista social, político, económico y financiero, entre otros, todo ello dentro de un Estado administrativo donde convergen lo gerencial y lo político.
Cuando un sistema social, político o económico está caracterizado por variaciones fuertes las cuales no son triviales, la aplicación de principios lineales no tiene absolutamente ninguna cabida, el reduccionismo no aplica, es menester incorporar aspectos asociados a tendencias ,probabilidades, ecuaciones diferenciales no lineales, teoría de juegos evolutivas, viendo las instituciones como totalidades dinámicas de interacciones muchas veces impredecibles, donde se puede hacer un símil de acciones turbulentas como si se tratase de efectos físicos termodinámicos de la naturaleza.
Entonces, es necesario comprender los elementos de un sistema y sus interacciones con la idea de identificar sus emergencias que puedan transformar la estructura del mismo, las cuales generarían un nuevo estado de equilibrio superior, una transformación del sistema que no tendrá retorno. Sin embargo, estos procesos de turbulencia deben ser comprendidos, dirigidos por la acción gerencial pública con una visión de principios organizacionales del siglo XXI.
La supersimplificación a través de enfoques indebidos han introducidos mayor inestabilidad a la sociedad, la política y a la economía, generando mayores tragedias. La interdisciplinaridad, el isomorfismo son aspectos que deben tenerse en cuenta para abordar las soluciones gerenciales, problemas sociales como la Primavera Árabe iniciada en Túnez, el Caracazo o el deslave de Vargas, ambos casos en Venezuela, también, el problema financiero mundial de los años 2007-2008 iniciado en Estados Unidos, todos estos eventos sociales lo caracterizaron la flecha del tiempo con bifurcaciones irreversibles y daños incalculables a la calidad de vida de muchos pueblos, allí imperó la geometría del caos donde la visión simplista de los problemas no tiene ninguna aplicación.
Para esta propuesta de visión sistémica se toma Bertalanffy (1947) pero con la particularidad de incorporar a la misma el concepto del estructuralismo que no es otra cosa que incluir la complejidad social en la organización de los modelos mentales del hombre, entonces ya no sería únicamente la visión sistémica del concepto natural biológico sino además concebido como una fractalidad, poder ver el orden dentro del desorden.
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