En Venezuela, pocas veces las escritoras han tenido el atrevimiento de formular relatos sin la intervención del miedo o de la Moral: empero, no de la administrativa, tan en boga y tan recordada ante la impunidad de los políticos en el ejercicio del mando; me refiero a esa moralidad prefabricada, que escandaliza a los frívolos e hipócritas cuando se hallan frente ciertas confesiones de naturaleza sexual.
No negaré la existencia de otras narradoras venezolanas que, similar a Raiza, han irrumpido en el panorama de la Literatura Nacional con fortísima y persuasiva prosa. Tampoco me parece irreverente descalificar a las hacedoras que excluyen el erotismo de sus textos, aun cuando no me cautiven. Sólo quiero revelar mis apreciaciones alrededor de Venus Pubísima [«Edición de la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano», 1998], un libro «fuera de serie» en Venezuela.
Sólo por dos motivos, Venus Pubísima seduciría a cualquier lector: en sus textos, Raiza Andrade empleó un lenguaje lineal y relató las más fascinantes situaciones que pueden presentarse en el territorio del amor. Leamos un fragmento de Oficio, uno de los más logrados:
[…] «Casi no gusto a estos puercos porque encuentran en mí los ecos de lo que desean olvidar entre mis piernas y menos mal que recuerdo decir métemelo coño dame duro ahí donde está Juan borracho pegándome las tardes del domingo porque ni siquiera con él alcanzo a olvidar mis penas y digo ven papito que te dejaré seco y beberé tu leche hasta la última gota mientras pienso que olvidé dejarle a mamá los reales de la papilla de Benito y el hombre sobre mí voltea a mirarme de una forma extraña mientras sus testículos se contraen y pierde toda su fuerza…» [Ob. cit., p. 48]
Mi ya prolongada trayectoria literaria me advierte respecto a la existencia de numerosos críticos que -contagiados del Virus de la «Conjura Académica» y para supuestamente salvaguardar la «dignidad universitaria» de las escuelas de letras- fustigarán [sin piedad] su escritura y la clasificarán como «pornográfica». Otros escritores venezolanos -grupo en el cual me incluyo- han experimentado el látigo de esos falsos pontífices.
Al prescindir de los signos de puntuación, Raiza Andrade adhiere a un irredento y casi centenario estilo. En su pulsión escritural, que debe mucho al automatismo, el lector decide o imagina dónde están las pausas.
Es cierto que no hay novedad en su fórmula escritural ni en sus anécdotas, empero sí se percibe en su prosa un envidiable poder de imantación: un envolvente impulso ficcional que casi ninguna creadora es capaz de sostener. Sus narraciones son suprarrealistas y, en cuanto a la Gramática, apologéticas del desacato. Quizá sea urgente que transcriba un fragmento del introito que, redactado por Rubén Monasterios, incluye este volumen:
[…] «Creo que algunos artificios experimentales son recursos estilísticos que se agotan en la obra de sus creadores, a partir de lo cual se convierten en convenciones, cuyo uso por otros debe hacerse con suma discreción y siempre en función de imperativos expresivos plenamente justificados… Si en alguna obra se encuentra justificación plena al descarte de los signos de puntuación, es en ésta; el uso del recurso no es una experimentación trasnochada, sino un componente clave del estilo; está puesto en función del discurso erótico, que en Raiza es atormentado, desasosegado, compulsivo, irrefrenable; ponerle signos de puntuación a semejante delirio sería encauzar un torrente…» [Idem., p. 9]
Simultáneamente, en sus memorables párrafos la narradora omnisciente exalta y desprecia a los machos. Las mujeres, en cambio, lucen siempre exquisitas, perversas, gozosas o víctimas. Ellas son hermosas y ardientes, maravillosos objetos de nuestro deseo. En materia de sexo, la ritualidad nunca trasvasará su simulación: es su carácter o su índole, para infortunio de los defensores del «romanticismo». Lo relevante es la falotración, el coito, la consecución mutua o individual -según los casos- del placer bajo cualquier postura y sin suspicacias:
[…] «Nuestras lenguas se hacen una y yo busco en ti los caminos que me has enseñado a recorrer y somos una sola carne y una sola respiración y un acompasado jadeo cuando tus dedos penetran mi ano y frotan mis nalgas y yo lamo cada minúscula parte de tu cuerpo y nuestras lenguas hurgan en oscuras cavidades que estallan de luz a un mismo tiempo…»[Ibídem., p.p. 37-38]
En nuestra novelística, intelectuales de gran vocación e inteligencia como Cristina Policastro han mostrado más ambages al aludir la esencia de la sexualidad: ignoro si están cuidándose de los -por mí- calificados falsos pontífices de la crítica:
[…] «El negro dejó a Alicia como un trapo. Ella arañó, mordió, defendió como pudo, pero sin lograr evitar… Llegó hasta el mar. Allí lavó su cuerpo y sus ropas durante tres horas, en las que menstruó en largo y sostenido, para sacar de su cuerpo todo rastro de semen…» [Ver La casa de las virtudes:«Grijalbo-Mondadori», Caracas, 1992. p. 92]
La mente de Raiza Andrade se pasea por todas las alcobas donde se suceden las copulaciones más disímiles, más o menos felices o fallidas.
En Venus Pubísima nos topamos con el hombre que ata a su presa para montarla; con la dama que experimenta placer cuando se le castiga antes de la falotración; nos encontramos con los que se inclinan por la violencia sexual; con quienes sienten regusto por el sexo oral y finalmente con los insaciables:
[…] «Él aceleraba sus caricias mañaneras y ella lo tomó por sorpresa y con agilidad inesperada de un solo movimiento se trepó a sus caderas y se penetró ella misma con violencia y cuando él se derramó al interior de ella su vulva ardiente como una tenaza de fuego partió en dos al intruso y a la mañana siguiente nadie logró explicarse el cómo y el por qué de esos cuerpos desangrados ni la declaración del forense acerca de las causas de una muerte debida al parecer a las convulsiones orgásmicas de los vecinos más silenciosos de la cuadra» [cfr.]
La autora de Venus Pubísima nació en Caracas. Actualmente, es profesora universitaria y actriz teatral en Mérida. Dirige el Posgrado en Propiedad Intelectual que ofrece la Universidad de los Andes.
@jurescritor