OPINIÓN

Europa, sus «bárbaros» y sus «indios»

por Ernesto Andrés Fuenmayor Ernesto Andrés Fuenmayor

Con frecuencia los grupos étnicos se ven a si mismos como centrales en el orden universal. Los antropólogos llaman a esta tendencia se le llama «etnocentrismo“. Los africanos yoruba son, dentro de su mitología, descendientes de Oduduwá, el hijo del Creador. Los antigüos hebreos se identificaban como hijos de Abraham, con lo cual eran aliados del dios Yahvé, y creían que de ellos surgiría el mesías. De esta tradición abrahámica nace el catolicismo, una religión que se convirtió en uno de los elementos centrales del etnocentrismo europeo. Este se convertiría, en su colonialismo e imperialismo, en el más letal y trascendental de todos los etnocentrismos.

La tradición etnocéntrica en Europa precede al catolicismo. Ya los antigüos griegos se referían peyorativamente como «bárbaros» a personas extranjeras que no manejaban el griego o el latín. Los romanos heredaron esta palabra xenófoba, usándola para referirse a todo el que viviera más allá de las fronteras de su imperio.

Continuando esta tradición, los europeos de la Edad Media se imaginaban un mundo en el que Europa era la civilización, mientras que todo lo externo se podía describir como barbárico. Para el europeo medieval había cuatro continentes: Europa, Asia, África y la Terra Australis Incognita (Tierra Desconocida del Sur). Los mapas de aquel entonces muestran más tierra que mar, el Pacífico no existía y el Atlántico era muy estrecho. Creían, por lo general, que hacia el norte de Europa «…no había nada, o peor, pueblos barbáricos que tenían que ser civilizados por la Iglesia» (Roberts, 1985). Hacia el este sólo había bárbaros a caballo: los mongoles, los hunos y los tártaros. Al sur estaban los imperios islámicos, reaccionarios y blasfemos. Las fuentes de estas narrativas eran mitológicas y legendarias, muy influenciadas por los textos bíblicos.

Durante aquellos tiempos del medievo los europeos estuvieron, por lo general, aislados. El Islam se erigía como una cortina entre el Este y el Oeste y la curiosidad por esos mundos lejanos era escasa. Esto cambió con los viajes de Marco Polo en el siglo XIII. El veneciano llegó de Asia describiendo riquezas enormes y paisajes fenomenales que rayaban en lo mítico. En el marco de esta narrativa, Cristóbal Colón emprendería sus viajes dos siglos después. Consigo traería un etnocentrismo colonizante que acabaría con civilizaciones milenarias.

A partir de los viajes de Colón los europeos empezaron una competencia por conquistar recursos naturales y humanos en todo el globo. El etnocentrismo europeo dejó de ser una narrativa local y empezó a colonizar territorios y mentalidades, con la Iglesia como elemento legitimante. Luego de conquistar lo que actualmente conocemos como Suramérica y Centroamérica, los españoles embarcaron hacia Asia. Entre 1565 y 1605 conquistaron diferentes islas en el Pacífico, y sobre todo el territorio de la actual Filipinas. Esto se dio en el contexto de una dura competencia con los portugueses por obtener un monopolio comercial. Como ya se sabe, los ingleses, holandeses y franceses no tardaron en involucrarse en el conflicto. En 1599 surge la British East India Company, en 1602 la Dutch East India Company. Para el siglo XVIII las potencias globales eran indiscutibles: Portugal, España, Inglaterra, Holanda y Francia.

Se había establecido el dominio de Europa sobre parte considerable del mundo, y con ello una de las características de la modernidad: la dinámica entre colonia y centro colonial, con consecuencias nefastas para los colonizados, aún luego de la independencia oficial.

En América se dio la creación de un nuevo bárbaro: el «indio». Esta criatura podía ser noble o malvada, dependiendo de que tan sumiso fuese con los españoles. A quién creciera en este orden colonial le quedaba clara la jerarquía étnica y socioeconómica: los españoles peninsulares en el tope, seguidos por sus descendientes locales, y luego algunos indios que servían a los intereses de la Corona.

La narrativa de Europa y los bárbaros había surgido de una dinámica de poder entre algunos pueblos europeos antigüos y su entorno. A finales de la Edad Media, siglos después, estructuraba el orden social en un territorio al otro lado del Atlántico. La pregunta es inevitable: ¿qué papel juega en las mentalidades latinoamericanas y europeas actuales? Somos parte de ese continuum histórico, y los rastros de esos tiempos están por todos lados.

@hechoslatinoamericanos

 

 

 

 

 

 

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