Este año le toca a Uruguay presidir el Mercosur. Cada país que asume, se turnan los cuatro, anuncia como objetivo concretar un acuerdo con la Unión Europea, el que se negocia desde hace dos décadas. Ahora se suma otro con China, el que puede avanzar más rápidamente, salvo que las diferencias internas puedan demorarlo. El neoproteccionista Alberto Fernández de Argentina ha surgido como una traba seria. Con Mauricio Macri hubiera sido más fácil.
En el caso del acuerdo con Europa los inconvenientes –hoy de un tipo, mañana de otro– los tienen o los inventan los europeos. Los del viejo continente, con una historia muy triste por cierto –no ha habido peores dictaduras ni campos de concentración, incluidos los de los rusos, tan bestiales como en ese continente– nos muestran hoy el Coliseo, la Torre de Pisa y el Vaticano, mañana la Torre Eiffel y el Arco de Triunfo, pasado el Museo del Prado y la tortilla española hecha con papas de aquí, y así nos llevan a todos. Y a los del Mercosur también.
La última novedad la inventó el francés Emmanuel Macron, que quiere que la Amazonia poco menos sea manejada por los franceses. Como si fuera ajena. Entonces en un planteo oportunista que encaja perfecto en el maniqueismo de lo políticamente correcto –y que está de acuerdo con su estatura–, reclama agregar un documento complementario y “vinculante” sobre temas ambientales. Léase Amazonias, o mejor aún, Jair Bolsonaro. Porque en realidad el problema del francés, asumido por todos sus socios territoriales, es de ahora, ignorando que los incendios, incluso mayores vienen de antes y que paralelamente se dan en Bolivia, y más grandes aún en términos relativos… En épocas de Evo Morales con todo el apoyo oficial. Y los europeos no decían nada. Y Macron no decía nada. Lo de Macron no es genuino, tiene un fin populista barato y al tiempo constituye un serio palo en la rueda para el acuerdo intercontinental.
Francisco Bustillo, canciller de Uruguay, viajará los próximos días a Bruselas, París y Berlín a los efectos de, según él, concretar la firma del pacto, para lo cual dijo que todo está listo y comprometido para hacerlo en este momento.
Respecto al tema ambiental Bustillo fue claro: “Lo medioambiental no es un tema de preocupación de la UE, sino que es preocupación de todos, también del Mercosur. Somos muy respetuosos de lo que hace Brasil con la Amazonia y creemos que Brasil tiene la misma preocupación. Después de 20 años cuesta imaginar que este sea un motivo de discusión o diferencias”, destacó el canciller de Uruguay.
Suerte para él, pero no le va a ser fácil. Y esta cuestión de la Amazonia hoy en manos de Bolsonaro les viene muy bien a los europeos.
En realidad todos estamos de acuerdo con que la Amazonia, por lo que implica para el medio ambiente, es o debería ser patrimonio de la humanidad. La diferencia es quién paga los gastos que genera la conservación y sobre todo el lucro cesante. El expresidente Rafael Correa de Ecuador, que se decía de izquierda y no de ultraderecha como se dice de Bolsonaro, para cuidar todo un territorio de valor ambiental reclamaba pagos compensatorios de la “humanidad”.
¿Están dispuestos los franceses a pagar su cuota parte? ¿Y el resto de Europa? Ya de paso deberían pagar todo lo que deben por haber sido los mayores depredadores a nivel mundial -América, África, Asia- y por lo que hasta ahora solo han anticipado espejitos y vidrios de colores.