Aunque gran parte del viejo continente se desplumó de los sistemas totalitarios comunistas, no fue así con su ideología y la implantación de sus esquemas bajo afluentes perjudiciales y manipulativos como el socialismo y hasta los llamados «centros», esos péndulos manipuladores para tantos incautos quienes bajo el criterio de no irse a los extremos, se quedan maniatados aparentemente para alcanzar los equilibrios, pesos y contrapesos en la práctica doctrinaria y gerencial tanto de la diligencia doctrinaria como en la administración pública.
Este hecho está cambiando en el mundo entero, pero sobre todo ahora que la derecha abarca una mayor proporcionalidad en España como en muchos países europeos donde más allá aún, la extrema derecha, está imponiéndose.
Este pasado 9 de junio de 2024 los resultados de las elecciones del Parlamento Europeo ponen en evidencia que el discurso, la doctrina, el pensamiento, la acción y los resultados de la aplicación de las políticas liberales y conservadoras clásicas no han muerto y que por el contrario, están renaciendo esta vez con más vigencia y proporcionalidad sobre todo ante los estragos y decepciones del marxismo, del comunismo y las izquierdas en general a las que se les agotó el discurso y ya nada tienen que ofrecerle a sus subyugados seguidores.
Aun con todo es obvio que analistas políticos y gran parte de la prensa europea no vean estos resultados como una gran victoria sobre las derruidas estructuras de la izquierda, lo cual es normal hasta cierto punto debido al letargo que ha existido con tanto adoctrinamiento de parte de esta, pero también porque estos son comicios de segundo orden, habiendo eligiendo a 720 eurodiputados.
Estos resultados, —ya previstos por sondeos y tendencias—, causaron conmociones y toma de nuevas decisiones propias en algunos países como en Francia, en donde su presidente Emmanuel Macron disolvió el Parlamento y convocó a elecciones adelantadas, luego de la contundente derrota de su partido, el Liberal, al que se sobrepuso Agrupación Nacional que lidera Marina Lepen de Extrema Derecha.
En el caso de Alemania, donde se estremecen las viejas huellas de la Segunda Guerra Mundial y de la Guerra Fría y aún subsisten diferencias entre lo que fueron las dos naciones divididas por el desafortunado Muro de Berlín, también sufrió un fuerte revés el gobierno socialdemócrata de Olaf Scholz y sus aliados tras la imposición del bloque conservador compuesto por la Unión Demócrata Cristiana (CDU) y sus aliados bávaros en La Unión, alcanzando 30% de los votos colocando a la ultraderecha Alternativa para Alemania en una segunda posición, la cual seguramente medirá fuerzas con el Partido Popular Europeo (PPE) con 31 escaños, que aspira a otra coronación de Ursula von der Leyen al frente de la Comisión Europea.
En cuanto a España, también esta victoria retroalimenta el candente espectro político con un gobierno que, en palabras del líder del Partido Popular, de derecha, Alberto Núñez Feijóo, ha reivindicado el contundente triunfo de su partido frente al «discurso del miedo» que promueven los socialistas con Pedro Sánchez al frente del gobierno hispano, llegando a afirmar ante sus electores que su país y Europa están ante un nuevo ciclo político en el cual los muros han perdido y los puentes volverán a construirse. Aun con todo, la diferencia que sostuvo con el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) fue apenas de 4 puntos y con un escaño de disparidad.
Para Latinoamérica este fenómeno electoral proveniente de Occidente y de una de sus matrices más trascendentales, la narrativa puede ser más incomprensiva, sobre todo después del continuismo electoral en México mediante la continuidad del partido Morena y con la permanencia (ya en estado crítico) del llamado socialismo del siglo XXI y del efecto aberrante del castrocomunismo, ahora metido en las costillas del Foro de Sao Paulo y del Grupo de Puebla —todo un amasijo de grupos y sopas de letras y consignas que tienen un solo nombre: la subsistencia como sea del comunismo implantado por Fidel Castro en las Américas y exportado desde la extinta Unión Soviética hasta la desproporcionada y opresora Rusia de Vladimir Putin—.
Ya este totalitarismo de hoz y martillo clavados en sus banderas no se está saliendo con las suyas y las sociedades y sobre todo las familias, empiezan a darse cuenta que no existe nada bueno que pueda traer ninguna izquierda en ninguna parte del mundo. Desde las marxistas pasando por las izquierdas caviar y ecologistas hasta todas ellas en conjunto, conforman el gran fracaso de una agenda que, junto al marxismo cultural, han pretendido perpetuar ante los tiempos una ruta de latrocinio y mentira.
La tarea de una nueva administración pública en España y en Europa en general, debe continuar siendo la misma desde los entramados de la aplicación del sistema de mercado libre, de la continuidad del capitalismo humano y emprendedor, de gobiernos cada vez más limitados y del respeto y promoción a las oportunidades en igualdad para todos, esencias universales del liberalismo clásico al igual que del conservatismo.
De lograr el viejo continente un nuevo destino político alejado de cualquier totalitarismo, propiciaría un mejor porvenir para Latinoamérica y el mundo entero. Occidente no debe caer; por el contrario, sus pestes, atrasos milenarios y guerras mundiales deben ser vistas como referencias del pasado, y abrir, desde esta Victoria sus rutas al progreso como bien lo dijera Dolors Montserrat, la candidata del Partido Popular a estas elecciones, “para defender el Estado de Derecho, la Democracia y la Libertad”.
El autor es un poeta y escritor nicaragüense exiliado en Estados Unidos. Columnista internacional.