Siempre se subrayó la necesidad absoluta de que Europa sea independiente en su consumo energético (producción de gas, generación de electricidad para su industria, transporte y hogares). Su alta dependencia de Rusia, especialmente del gas de parte de la primera economía europea, como es Alemania, ponen en riesgo la independencia económica, geopolítica y energética de todo el continente.
Los resultados de esa ausencia de independencia se los pueden ver ahora: Rusia invade vilmente a Ucrania y Europa no mueve un dedo (al menos hasta el cierre de ésta columna) para defenderla, porque no pueden dejar de depender de la energía rusa o sencillamente tienen miedo. Dios sabrá.
Pero vamos. Hay varios expertos y analistas que dieron sugerencias de política energética europea para reducir esa bastarda dependencia de un rogue state (como es la ex Unión Soviética). Es muy grave depender del matón del barrio para el crecimiento de la economía de tu familia.
Naturalmente, para tener una “receta completa” de cómo abandonar el gas natural ruso se debe hacer una impresionante corrida de ejercicios, presupuestos, proyecciones modélicas y números, en los que primen inversiones privadas y públicas que permitan, en un plazo razonable, llegar a esa ansiada independencia energética. Pero vamos a ensayar alguna idea de proyección que pueda ser como una base para tener un futuro con energía limpia, sin dependencia de esos matones de barrio.
Resulta una barbaridad que sólo en 2021 la Unión Europea importó promedio 380 millones de metros cúbicos diarios (mmm3d) de gas desde Rusia, casi 40% de su consumo total.
Un punto principal con el que coincido con el análisis de la International Energy Agency es que no deben suscribirse más contratos con Rusia. No más contratos de compra de gas natural con Rusia. Habría que poner fecha y números. Basta de seguir firmando contratos y gastando dinero europeo en negocios con Rusia.
Para ello hay que tener fuentes alternativas; incrementar negocios de compra a Noruega y el LNG (liquid natural gas) estadounidense. Se supone que Estados unidos va a seguir creciendo en su producción de gas (vía shale o fracking) y esas dos fuentes podrían aliviar la demanda alemana, principalmente y europea en general, para evitar el gas ruso.
La buena noticia es que Estados Unidos es una nueva potencia en producción de gas vía no convencional y continuará en ese liderazgo. Además de lograr satisfacer su demanda podría haber remanentes importantes para vender a Europa. Se calcula que Europa podría comprar de 60 a 80 bcm (billon cubic meter) desde Estados Unidos.
Siguiendo con la “nueva lógica” de dejar, en lo posible, de depender del gas ruso y dejar de alimentar la economía militar rusa con dólares (producto de la compra de gas) viene una máxima que debe ser un esfuerzo absoluto de toda Europa: acelerar planes de inversiones en solar y eólica.
Además de cumplir metas de descarbonización y con el acuerdo de París, se liberaría a Europa de consumir volúmenes de gas en la generación eléctrica. Menos gas para la generación eléctrica y más generación vía renovable. Más solar y más eólica son principales en reducir al compra de gas ruso.
Cálculos razonables estiman que entre 2022 y 2024 habrá generación de más de 100 teravatios-hora (TWh), un aumento de más de 15% en comparación con 2021 en el mix energético europeo adicionando otros 20 TWh gracias a proyectos de infraestructura e inversiones eólicos y solares fotovoltaicos a escala. La forma de apurar éstos proyectos es reducir las normativas burocráticas y ser mucho más flexibles.
Mientras haya más generación distribuida (producir electricidad en complejos de condominios, hogares o industrias) reducirá la factura eléctrica y el consumo de volúmenes de generación, pero para ello se requiere que la nueva normativa, a los ojos de la guerra que se tiene en Europa, sea mucho más ágil, digitalizada y expedida.
Otro elemento importante en éste análisis, la nuclear. No olvidemos que recientemente Europa reclasificó en su nomenclatura de “energías verdes” a la generación eléctrica vía nuclear. Ésta es otra vía alternativa a comprar gas ruso. Más energía nuclear menos uso de gas.
Dejar de cerrar reactores. Si a alguien no le gusta la energía nuclear pues se aguanta. Es eso o seguir dependiendo de los rusos. Tenemos que ser verdes sí, pero no a costa de nuestra libertad o vida. Si la nuclear nos garantiza energía algo más limpia a bajo coste y dejando de usar gas (ruso) hay que continuar con la nuclear hasta que los proyectos eólico y solares sean robustos.
En 2018 el entonces presidente Trump les dijo a los alemanes que le parecía injusto que hayan tropas estadounidenses cuidando a Alemania con costos elevadísimos que se hunden directamente en los impuestos y que, sin embargo, los alemanas utilicen su poderosa economía comprando gas ruso. Es un verdadero contrasentido que debe concluir. En un punto la reducción de la dependencia debe ser tal que Rusia tendrá que o rebajar sus precios o sencillamente buscar otros compradores. Ese tema tampoco es de nuestra importancia, de momento.
Continuar esfuerzos en eficiencia energética. No es un discurso. Es una realidad. En tanto se cumplan normas de ahorro de energía, en tanto se modernicen los hogares y los edificios públicos e industrias en sus modos y formas de uso de energía habrán ahorros que contribuirán a que la electricidad sea generada 100% con fuente europea y no rusa.
Mientras todas las construcciones europeas sean de consumo eficiente de energía habrán reducciones importantes de consumo eléctrico, ergo menos gas para generación. Pero se necesitan nuevas construcciones. Un dato: menos de 1% del parque inmobiliario de la UE se renueva cada año con normas de edificaciones eficientes. De acelerar normas y procedimientos e inversiones habrían ahorros de consumo de gas de hasta más de 1 bcm de uso de gas anual.
Esperemos que Rusia no «corte» el suministro. Pero más allá de ese hecho, que no es analizado ahora, lo principal es dejar de depender del gas ruso. Y la medida de la independencia energética debe ser definitiva, no es un parche «por la guerra», debe ser definitiva.
Todas estas medidas son obvias y necesarias. Deben haber mejores ideas, más elaboradas, pero la idea central es que Europa no debe seguir dependiendo del gas ruso. Es una necesidad urgente que logre su independencia energética y para ello deben jugarse las mejores mentes europeas en poner soluciones urgentes a éste tema, para evitar que Rusia siga teniendo el control de la economía europea vía la energía.
@BorisSGomezU