Hemos llegado a la gran fiesta de quienes forman parte de las religiones cristianas, la Navidad. Atiborrada de sinsabores, despedidas, sollozos, lamentación por separaciones familiares, persecuciones, secuestros, presos y exiliados políticos, torturados, muertos, transgresión y violación de los derechos humanos-ciudadanos; pero estamos obligados a no dejarnos vencer por el dolor y miedo que tratan de imponer.
No todos los que tienen o están expuestos al coronavirus y sus ahora mutaciones usan tapabocas, no se creen portadores, mucho menos que van a ser contagiados. El régimen, que de atención a la salud sabe tanto como de gerencia capitalista, sigue despistado, dando bandazos tratando de adivinar qué escucharán los venezolanos, que les agrada mejor, porque tras tanto tiempo, ¡ya veintiún años y a pocos días de los veintidós!, no es fácil decir mentiras y que la gente se las crea.
Ingenuos, pendejos, sumisos y soñadores siempre quedan; no incluimos cómplices, enchufados, ladrones, bolichicos, estafadores y malandros porque no necesitan explicación, es cosa de negocios a costa de millones de venezolanos que en vez de pelear se resignan, de actuar solo hablan, se quejan y conduelen, lloran, pero pagan el abuso inflacionario, rumiando desazones, o proponen el descaro de olvidar y compartir la torta en partes iguales.
El régimen está contaminado de coronavirus cerebral, siguen en lo suyo, estornudan a gusto y placer sin que se les enfrente, reclame o desafié, aunque sea con tapabocas, y todo sigue igual, o sea, peor. El covid-19, lo acepte o no el régimen, es chino, pero no es el estilo. Los comunistas chinos hace tiempo guardaron en un rincón de su enorme y polvorienta biblioteca los libros pesados, fastidiosos de Mao y se dedicaron a hacer dinero, no solo para la cúpula en Pekín, sino para millones de modestos trabajadores que van consiguiendo, día tras día, empleos seguros, mejores salarios y viviendas pequeñas pero dignas.
Adónde irán a parar ni cómo, no lo saben ni la incertidumbre los detiene, siguen adelante, crecen adentro, negocian con el mundo independiente del gobierno de turno siempre y cuando los deje investigar, trabajar, construir mercados y llenar sus arcas. Que es más o menos lo mismo que está haciendo el régimen venezolano, pero al revés, para atrás.
Y ahora viene el año de otra vez el poder completo, con algunos diputados opositores dispersos tratando de adivinar qué hacer, tiempo de las prometidas comunas. Excepto por un detalle: seguirán destruyendo lo único que saben hacer sin prepararse para que los miembros de esas comunas puedan comer completo todos los días, ¿qué dirán a lo largo de 2021 los dirigentes comunales a sus vecinos? ¿Qué sigue el coronavirus y sus mutaciones, la guerra económica, más o menos sanciones, Joe Biden y las negociaciones, Donald Trump y su legado de acabar con el socialismo en América Latina, veremos?
A pesar de aflicciones, pesadumbre y sufrimiento, no permitamos olvidar los ritos convocados para la Navidad, evitemos la destrucción de nuestras formas de alegría y guiarnos sin adioses ni olvidos. Por eso, más allá del lamento, estará siempre la decisión de sueños y porvenir que nos guie en años de verdadera y feliz presencia dispuesta a emprender destinos sin retorno por la paz, amor, libertad y democracia,
Por eso, es de buenos sentimientos en Venezuela, Norteamérica, Europa desde las heladas, bien organizadas y conservadoras monarquías del norte, hasta las siempre animadas playas mediterráneas, desde las revoltosas costas atlánticas y la alegría del Caribe hasta las lejanías del océano Pacífico; la interminable Rusia con sus eternidades siberianas cristiana, ortodoxa para más detalle, y en 70 años de implacable tiranía atea comunista no lograron acabar con esa fe.
Habrá celebraciones navideñas en países de religiones dominantes diferentes y con sistemas de gobierno ateas, como China, Japón, Vietnam y toda el Asia Lejana; solo en los países musulmanes los gobiernos ponen trabas y dificultades a sus comunidades cristianas –o las asesinan, como hacen los fanáticos criminales del llamado Estado Islámico–.
Venezuela tiene una Navidad compleja, complicada en lo moral, social, económico y político. Pero estos días navideños, el 24 por la emoción de lo que viene, y el 25 celebración del nacimiento de Jesús, olvidaremos un poco los problemas actuales y por venir.
¡Feliz Navidad Venezuela, que Dios Bendiga a sus ciudadanos!
@ArmandoMartini