Hace pocos días, la Unidad de Inteligencia de The Economist (EIU por sus siglas en inglés) publicó la duodécima edición de su Índice de Democracia, con los datos del año 2019, mismo que proporciona una instantánea del estado de la democracia en todo el mundo, específicamente en 165 estados independientes y 2 territorios. Esto cubre casi toda la población del mundo (se excluyen los microestados).
El Índice de Democracia se basa en cinco macrovariables: proceso electoral y pluralismo; el funcionamiento del gobierno; participacion politica; cultura política; y libertades civiles. Según sus puntuaciones en una serie de indicadores dentro de estas macrovariables, cada país se clasifica en uno de los cuatro tipos de régimen: “democracia plena”, “democracia defectuosa”, “régimen híbrido” y “régimen autoritario”.
Según el índice, casi la mitad de la población mundial (48,4%) vive en una democracia de algún tipo, aunque solo 5,7% reside en una «democracia plena», en comparación con 8,9% en 2015, como resultado de la degradación de Estados Unidos desde una “democracia plena” a una “democracia defectuosa”, en 2016. Más de un tercio de la población mundial vive bajo un régimen autoritario, y una gran parte se encuentra en China, al mismo tiempo que una muy pequeña parte se encuentra en Venezuela.
En el Índice de Democracia de 2019, el puntaje global promedio para la democracia, en una escala de 0 a 10, cayó de 5,48 en 2018 a 5,44 en 2019. Este es el peor puntaje global promedio desde que se elaboró por primera vez el índice en el año 2006. El resultado de 2019 es incluso peor que el registrado en 2010, posterior a la crisis económica y financiera mundial, cuando el puntaje global promedio cayó a 5,46.
El retroceso se verificó en todas las regiones del mundo, sin excepción, y el de mayor magnitud se registró en América Latina, cuyo puntaje promedio cayó 0,75 puntos entre 2011 y 2019.
Para 2019, el país latinoamericano mejor posicionado en el Índice de Democracia fue Uruguay y lideró la puntuación en procesos electorales y pluralismo (10), Funcionamiento del gobierno (8,57), Cultura política (7,50) y Libertades civiles (9,71), mientras que se ubica en el tercer lugar en Participación política (6,11). Uruguay tiene una proyección de PIB real de +5% para 2021 en contraste con la de Venezuela que sigue siendo negativa e igual a -5%, ello según las perspectivas de la Economía Mundial: el Gran Confinamiento, del Fondo Monetario Internacional, abril de 2020.
Venezuela, por su parte y en libertades civiles, tiene la segunda peor puntuación de latinoamérica (3,24) después de Cuba (2,94), mientras que en funcionamiento del gobierno y tal como lo evidencian ustedes, amigos lectores, en vuestro día a día aquí en Venezuela, tenemos la peor puntuación de latinoamérica con 1,79. De hecho, en los 24 países de la región latinoamericana y en las 5 macrovariables, el 1,79 de Venezuela es la puntuación notoriamente más baja.
Desde 2006 y para Venezuela, la evolución del Índice de Democracia de EIU revela claramente tres etapas: una primera zona de descenso «rápido» entre los años 2006 y 2011, con puntuaciones cayendo de 5,42 a 5,08 respectivamente. Una segunda zona de descenso «lento» entre 2011 y 2015, con puntuaciones disminuyendo de 5,08 a 5,00 respectivamente. Finalmente, una tercera zona de decaimiento notoriamente «acelerado» entre 2015 y 2019, con puntuaciones en desplome de 5,00 a 2,88.
El caso es que esta democracia de mentira que ya no es nuestra sino de ellos, por ellos y para ellos, no solo se refleja en trabajos autóctonos como la Misión de Estudio IDEA-UCAB sobre las condiciones del proceso electoral parlamentario 2020 en Venezuela, sino que sus últimos estertores son también recogidos por organizaciones fuera de nuestras fronteras como es el caso del Índice de Democracia de la Unidad de Inteligencia de The Economist.
Así y desde esta perspectiva hay un hecho positivo y es que los esfuerzos del autoritarismo por ocultar nuestra realidad al mundo desde lo mediático siguen sin tener resultados: la realidad –y la responsabilidad por la misma– son demasiado evidentes.