Pasó la Navidad, pasaron las fiestas de Año Nuevo, y nos adentramos a un 2023 que puede no empezar de la mejor de las formas. El último mes del año pasado ha sido en efecto uno de los meses más agitados del 2022. Muchas palabras le hemos dedicado a estos terroristas que se visten de manifestantes y se escudan de esa palabra para justificar su violencia; los cuales han pausado sus ataques para tener su cena navideña y su amanecida con jarana de año nuevo, pero todo apunta a que la tranquilidad de la última semana se acabará.

Mucho se ha dicho sobre el 4 de enero y de cómo esta tregua tácita terroristas-Estado cesará. En los últimos días se sacaron a “manifestantes” que habían tomado la Plaza Manco Capac en La Victoria, preparados para la primera oportunidad de disturbio posible.

Mientras algunos diarios y medios de comunicación prefieren informar y llenar sus páginas de noticias sobre Cristiano Ronaldo, su nuevo contrato y sus comentarios sobre este, gremios al sur del país ya anuncian que sus “movilizaciones” reiniciarán. Siempre con el mismo fin. Que Dina diga adiós a la presidencia, que mágicamente el Congreso sea desmantelado, que sin logística ni planificación veraz ni eficiente haya nuevas elecciones para tener un nuevo presidente -comunista y provinciano de preferencia- y por supuesto que se bajen la constitución de Fujimori y se haga una nueva para estar a la par de países como Bolivia, Venezuela o Cuba con una bonanza alucinante.

En la Amazonía las cosas no pintan estar tranquilas tampoco. Se está promoviendo una “Movilización Indígena” con el mismo propósito que el resto, añadiéndole además responsabilidad al Estado y culpa a la PNP y FFAA por las muertes de diciembre, o como ellos lo califican “la masacre” y “la criminalización de la protesta”. Puede su terrorismo herir y cesar con la vida de policías, militares, civiles y niños, -daños colaterales a su propósito según algunos- generar caos, pero que bien que lloran cuando gente poco inocente -si es que lo son en lo absoluto- son abatidos.

Los maravillosos ronderos se alistan y anuncian que 1.300 de ellos estarán próximamente en la capital para lo que denominan “La Toma de Lima”. Cuán heroico es el nombre “la Toma”, ¿cómo lo harán?, ¿qué harán?, ¿vendrán a la capital buscando cerrar el Congreso a latigazos y machetazos?, ¿la tomarán y qué? ¿Dictadura rondera o dictadura de quién?

No es importante el gremio, colectivo, grupo, ronda, la que convoque al caos sino quién está detrás de todos ellos. Los azuzadores que se esconden y mandan a otros a hacer su trabajo sucio, y que, por supuesto, sean ellos los que vivan también las consecuencias. El Movadef y Sendero siempre a su sombra planean, azuzan, instigan a la gente, narran su perorata, convencen, lavan el cerebro, usufructúan y manipulan la mentalidad de la gente para buscar lograr su objetivo, instaurar el caos en el país. Peruanos lo desmienten y lo siguen negando. Por último, siempre está el que va a medias tintas y dice “azuzadores hay, pero Sendero no está”. Dificulto que no haya otros instigadores, pero negar que el terrorismo sigue en el país ya no es ceguera sino cobardía y estupidez.

La pregunta es: ¿Estamos preparados? ¿El Estado está preparado para cualquier panorama que pueda acaecer? Sea el 4 de enero o cualquier otro día, ¿el peruano está presto para lo que pueda derivar de esto? ¿Tendrán las Fuerzas Armadas, así como la policía, la venia para tomar medidas frente a lo que se pueda venir? Esperemos que sí.

Articulo publicado en el diario El Reporte de Perú


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