OPINIÓN

Estados Unidos se convierte en el principal financista de la dictadura de Nicolás Maduro

por Iván Lozada Iván Lozada

 

En agosto de 2024, las exportaciones petroleras de Venezuela alcanzaron su nivel más alto en más de cuatro años, con un promedio de casi 885.000 barriles por día (bpd) de crudo y combustibles. Este aumento de 50% en comparación con el mes anterior y de 62% respecto al mismo mes de 2023 ha sido impulsado principalmente por las exportaciones a China, Estados Unidos y Europa. Sin embargo, este resurgimiento petrolero, que podría parecer una simple noticia económica, revela una paradoja política significativa: Estados Unidos, uno de los mayores críticos del régimen de Nicolás Maduro, se ha convertido también en uno de sus principales financistas a través de Chevron, la gigante petrolera estadounidense que juega un papel clave en el sector energético venezolano.

La doble moral de Estados Unidos

Mientras Washington ha criticado duramente al régimen de Maduro, describiéndolo como un gobierno autoritario que viola derechos humanos y aísla políticamente a Venezuela, la realidad es que Chevron ha desempeñado un papel crucial en la revitalización de la producción petrolera venezolana. Esta aparente contradicción resalta una incómoda realidad: a pesar de la retórica, las acciones de Estados Unidos, a través de Chevron, están proporcionando al gobierno de Maduro los recursos financieros necesarios para mantenerse en el poder y continuar con su agenda política.

Chevron ha logrado aumentar su producción y exportaciones bajo autorizaciones especiales del gobierno de Estados Unidos, que permite a la empresa operar en Venezuela a pesar de las sanciones impuestas al régimen. En agosto, las exportaciones de Chevron alcanzaron los 227.000 barriles por día, lo que representa su segundo mayor promedio mensual del año. Estas exportaciones se dirigen principalmente a refinerías estadounidenses, que continúan procesando el crudo venezolano, lo que supone una inyección significativa de capital para un régimen que ha sido condenado internacionalmente por su represión política.

Un respiro para el régimen de Maduro

El incremento en las exportaciones petroleras no es solo una cifra más en los reportes económicos de Venezuela, sino que representa un respiro financiero para el gobierno de Nicolás Maduro. Durante años, las sanciones internacionales y la mala gestión interna llevaron a una caída drástica en la producción de Pdvsa, la empresa estatal de petróleo de Venezuela. Sin embargo, gracias a las asociaciones con empresas extranjeras como Chevron y la española Repsol, el régimen ha podido estabilizar su producción y aumentar las exportaciones.

Este aumento en las exportaciones proporciona a Maduro el “oxígeno” económico que necesita para mantener su gobierno, financiar su aparato de seguridad, y reprimir a la oposición. La paradoja es evidente: mientras Estados Unidos critica al régimen, sus políticas permiten que empresas como Chevron continúen operando en Venezuela, lo que en la práctica ha convertido a Estados Unidos en uno de los principales financistas del régimen que tanto critica.

En este contexto, es imposible ignorar la contradicción de la política estadounidense. Por un lado, se emiten condenas públicas contra el gobierno venezolano, y por otro, se facilita la supervivencia económica del mismo a través de la flexibilización de sanciones para ciertas compañías. Esta doble moral no solo socava la credibilidad de las políticas de sanciones de Washington, sino que además prolonga la crisis venezolana, permitiendo que el régimen de Maduro continúe en el poder.

El rol de las empresas internacionales

La petrolera Repsol, al igual que Chevron, ha desempeñado un papel importante en el aumento de las exportaciones de crudo venezolano. En agosto, la compañía española exportó aproximadamente 86.000 barriles por día, dirigidos tanto a Europa como a Estados Unidos. Aunque esta cifra es inferior a los 102.000 bpd que exportó en julio, sigue siendo un volumen significativo que refuerza las finanzas del régimen.

Además, Venezuela también exportó 589.000 toneladas métricas de productos petroquímicos y derivados del petróleo en agosto, un aumento considerable en comparación con las 266.000 toneladas exportadas en julio. Estos productos, que se dirigen principalmente a mercados en Asia, han vuelto a colocar a Venezuela como un jugador relevante en la industria energética mundial, después de años de declive.

El riesgo de nuevas sanciones

Este renacimiento en las exportaciones petroleras venezolanas se da en un momento de creciente incertidumbre política en el país. Una disputa sobre los resultados de las elecciones presidenciales de julio ha sumido a Venezuela en una nueva crisis política, con Nicolás Maduro y el líder opositor Edmundo González reclamando la victoria. En este contexto, Washington ha advertido que podría imponer nuevas sanciones si Maduro continúa en lo que ha descrito como un “camino de aislamiento y persecución política”.

A pesar de estas advertencias, Estados Unidos no ha dado señales recientes de que planee revocar las licencias que permiten a empresas como Chevron y Repsol operar en Venezuela. Esto crea un ambiente de incertidumbre tanto para el régimen de Maduro como para las empresas extranjeras que dependen de esas licencias para continuar sus operaciones en el país.

Una estrategia a largo plazo

El aumento de las exportaciones petroleras y la posibilidad de nuevas sanciones han llevado a Maduro a reorganizar su gabinete, buscando asegurar el control sobre el sector energético. En agosto, Pedro Tellechea, quien era el ministro de Petróleo y presidente de Pdvsa, fue reasignado al Ministerio de Industria. En su lugar, Maduro nombró a la vicepresidenta Delcy Rodríguez como nueva ministra de Petróleo, y promovió a Héctor Obregón, vicepresidente de Pdvsa, como jefe de la empresa estatal.

Estos movimientos sugieren que Maduro está tratando de fortalecer su control sobre el sector más estratégico de la economía venezolana, en preparación para posibles desafíos externos. Con un gabinete reorganizado y nuevos miembros en la junta directiva de Pdvsa, el gobierno parece estar preparando el terreno para enfrentar las posibles consecuencias de una reimposición de sanciones, mientras continúa beneficiándose de las exportaciones petroleras que tanto necesita para mantenerse a flote.

Conclusión: un juego de doble moral

El caso de las exportaciones petroleras venezolanas pone en evidencia una gran contradicción en la política internacional. Mientras Estados Unidos y otros países critican al régimen de Maduro, el papel de empresas extranjeras como Chevron y Repsol, con el beneplácito de Washington, permite al gobierno venezolano continuar financiando su permanencia en el poder. Esta doble moral no solo prolonga la crisis política y social en Venezuela, sino que también plantea serias preguntas sobre la coherencia y eficacia de las políticas de sanciones.

En última instancia, este complejo panorama resalta cómo la interdependencia económica y los intereses energéticos pueden influir en las relaciones diplomáticas y, en este caso, permitir que un régimen autoritario siga operando a pesar de sus atropellos contra la democracia, la condena internacional y sus señalamientos por crímenes de lesa humanidad.