Me enseñaron en la universidad que «por ética» no debemos criticar a otro profesional o colega. ¡Tamaño problema! Una cosa es recurrir al chisme y a la bajeza para dañar reputaciones, y otra muy diferente es dejar que roben y engañen a un ser humano.
¿A qué viene todo esto? He sabido de muchos profesionales que manipulan para sacar dinero, de abogados que engañan, abusan y roban «legalmente». ¿Es ético quedarse callado? ¿Es ético permitir que abusen del inocente, el ignorante y el desvalido? ¿Acaso no es ser cómplice del delito?
Aunque existen leyes que previenen y castigan el abuso, sabemos que no es fácil probar este tipo de malas prácticas. Muy pocos se atreven a llegar a los tribunales. Mucho menos en Estados Unidos, porque es demasiado caro y lento.
La crisis económica nos está llevando por un mal derrotero. No tenemos quién nos defienda realmente. No estamos educados para defender nuestros derechos. ¿Por qué? O hemos sido criados en ambientes y culturas autoritarios, o nos da miedo expresarnos y exigir respeto.
Hasta que no empecemos a funcionar como se debe, mientras los profesionales no sean controlados y sancionados por maltratar a la gente, mientras no exista una institución que realmente nos defienda sin pagar miles de dólares en abogados y mientras educamos a las mayorías en la defensa de sus derechos, yo mando la ética de paseo.
Si ética es permitir que psiquiatras o médicos roben a mis pacientes y quedarme callada ante esas barbaridades, entonces no soy ni seré ética. Mi primer compromiso es con los pacientes, mi verdadero deber es ayudar a los seres humanos. Y el que calla, otorga. Somos una sociedad llena de falsa moral y vergüenza, de conceptos que no se adaptan a los tiempos modernos y deben ser revisados; pero, mientras los revisan, me doy permiso para violarlos.
Esto se agrava porque siempre hay «vacas sagradas» o «dinosaurios», seres que se consideran intocables, a los que no se puede criticar. Creen que lo saben todo y que están por encima de leyes y reglas. Se agrava porque los profesionales no se comunican unos con otros y creen que así demuestran «saber más». ¡Qué tontos e inseguros son!
Lo bueno es que el tiempo ayuda a que sus actuaciones se conviertan en un secreto a voces. Mientras, recomiendo a la gente que se asesore sobre los profesionales que visitan, que no tomen decisiones sin oír más de una opinión. O sea, que consulten con otros profesionales de la misma rama y comiencen a reaccionar ante todo el que viole sus derechos. «El respeto al derecho ajeno es la paz», como dijo Benito Juárez.
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