Una gran pregunta, que ha estado presente en diversas ocasiones en estos últimos años, interrogante que nos impone claras respuestas dada la importancia del personaje, además de las exigencias que tal situación nos hace, por lo que resulta indispensable mejorar la elaboración de las respuestas, para darle una mayor consistencia a esas definiciones.
Esta vez pareciera que sí lo está, que es muy visible su debilidad, pero aún sigue siendo el poseedor de los recursos de poder de la nación, tanto de los económicos, como de los sociales y de los militares y policiales, aún suficientes como para mantenerse en la dirección ejecutiva del Estado, decidiendo cada día con mayores limitaciones sobre nuestra maltrecha vida cotidiana.
Todavía hay un espacio real e importante del poder autoritario que conquistó la dirección del Estado venezolano, situación estrechamente vinculada a las debilidades y errores acumuladas durante la administración y conducción democrática, realidades presentes en la influencia al interior de la sociedad, en la inmensa burocracia estatal y en la institución armada.
Por lo que aún existe un espacio político que debemos convencer de las profundas y cada día crecientes debilidades y errores presentes en la dirección actual del Estado, sobran tanto los hechos como las razones, más que suficientes para proponerles a sus dirigentes el relevo de sus funciones dada la manifiesta incapacidad para dirigir con éxito a la República.
Es por lo que la lucha cotidiana poltica y social, tanto de educación y agitación, como la destinada a la movilización de la comunidad, no solo no ha concluido, sino que aún debe continuar creciendo en la sumatoria de conciencias y voluntades dispuestas a darle apoyo a las propuestas destinadas a la construcción de una solución poltica, pacífica y democrática al profundo deterioro en el cual se encuentra nuestro país.
Tiempos y espacios los actuales, que debemos utilizar para desarrollar una amplia y fuerte base opositora, nucleada en torno a una propuesta programática en la cual se revindique con mucha fuerza y claridad, aspectos cruciales de un programa de gobierno que permita resolver en nuestra sociedad las pretensiones continuistas de todo aquel o aquellos que logran ser huéspedes de Miraflores.
Democratizar los procedimientos y la organización de los eventos y consultas electorales, dándole paso a las minorías y a la sociedad organizada no partidista, se ha convertido en una exigencia de gran importancia, que nos permitiría una base ciudadana mucho más amplia y participativa en la actividad efectiva de la República.
Es también un objetivo central de lo que debe ser un programa de gobierno de reconstrucción y rescate de la República, la utilización de los recursos que la nación pueda recibir para futuras inversiones y desarrollos, definitivamente la superación del rentismo y de la economía de puertos es esencial.
Entre las lecciones recibidas por efecto de la implosión económica está la necesidad de que es indispensable trabajar más y mejor, para alcanzar la construcción en una economía nacional productiva, capaz de generar empleos estables y trabajadores bien remunerados, pero también de utilidad para el progreso científico y técnico de nuestra comunidad.
Los contenidos a los cuales me he referido deben ser parte del debate que la oposición democrática transmita a la población, con intención de confrontar esos criterios con las realizaciones del gobierno y así desnudar sus inconsecuencias, facilitando el desplazamiento político de las áreas de influencia con las cuales aún cuenta el PSUV.
Debemos seguir desvistiendo al rey.
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