En el limitado espacio de la columna de hoy se encuentra el desarrollo de dos tacos narrativos para ubicarlos en los términos de la esperanza del cambio político posible. De eso que llamamos la solución final al caso venezolano y que muy bien pueden ilustrar la utilidad de lo que hubo en algún momento, la ventaja de lo que hay en este momento, el desconsuelo de lo que no hay por el momento y el alivio de lo que pudiera haber en el momento cuando los venezolanos se decidan. Repito, por si acaso, cuando se decidan.
La tierra de gracia o la amerindia es un término histórico empleado en las tradiciones para referirse a los territorios ubicados entre Castillete, Punta Playa, la Isla de Aves y las cataratas de Huá, al norte de la América del Sur. Es decir, al territorio de los venezolanos. Sus nacionales emplean orgullosamente en ocasiones las expresiones Tierra Prometida y la Tierra de Gracia. Los más religiosos usan a menudo la denominación de Tierra Santa. Desde antes de la época de la independencia hasta el presente, la Tierra de Gracia ha tenido diferentes denominaciones. En una ocasión antes del descubrimiento eran las indias occidentales, luego fueron Veneciuela, simplemente por una asociación lingüística y geográfica de los palafitos donde habitaban los moradores originales con Venecia. En algún momento la dieron en prenda a los alemanes y fueron territorio gobernado por unos banqueros germanos llamados Los Welseres; en otra, también por unos intercambios palaciegos de las coronas del reino de España y el de Francia se tuvo un breve historial de galos que dio origen a las guerras de independencia a partir del 19 de abril de 1810. En otro momento de ese cruento pasaje de 11 años para la liberación del yugo español se anexaron a otro territorio junto con las provincias unidas de la Nueva Granada, a las que se adhirieron posteriormente Quito, Guayaquil y Panamá, en un breve sueño político que se llamó la Gran Colombia del que se despertó en 1830. A partir de allí se empezó una bíblica peregrinación por el desierto de las guerras internas, siguiendo el rastro de los caudillos mimetizados en profetas afanosos, el de los oligarcas con vestimentas de sacerdotes de sable y de máuser, el de las ambiciones federales con jinetes levantando el estandarte de la ignorancia y el oscurantismo, donde se intercambiaban casacas azules y guerreras amarillas de manera oportunista, para llegar a la tierra prometida. La del poder. Al palacio de gobierno. Allí donde estaba el maná que emergía de las entrañas de la tierra oscuro y viscoso como un milagro de Dios indicado por el antiguo testamento. Todo eso mientras se deambulaba por muchos años, después de abandonar la esclavitud de los faraones extracontinentales, de superar a iluminados jineteando sobre una mula y una blusa con galones de general, y después cada cinco años se hacían sacrificios rituales frente al becerro de oro de las elecciones. Una suerte de éxodo político y militar desde que los soltaron en el desierto, guiados por los mismos venezolanos inescrupulosos por muchos años hasta que se encontraron de frente con el mar rojo y con otros venezolanos, peores.
Tierra santa, tierra prometida, y tierra de gracia concedida por las sagradas escrituras, después de haber superado las diez plagas de toda la historia anterior. Y en una tierra que, después de haberse asentado los venezolanos en ella, solo la entregarían poniendo la vida por delante. Y van en vanguardia dos ejemplos de hasta dónde puede llegar la entrega y la honra de este compromiso vital para la nación, solo comparable en el tiempo con el de los israelíes convertidos en Estado oficialmente después de 1948 y en un territorio que es una isla política y religiosa rodeada de enemigos fundamentalistas para su destrucción a muerte… por todas partes.
Primer taco – año 1960
Un criminal, un oficial en el régimen persecutor durante la guerra de liberación interna reciente en Venezuela, y uno de los principales organizadores del acoso directo a los nacionales venezolanos y de la gran diáspora que aún persiste y resiste. Responsable directo de la muerte de muchos y de graves violaciones de los derechos humanos y del atesoramiento de una inmensa fortuna derivada de la corrupción en su momento huye luego de la caída del régimen. El fugitivo utilizó en su momento el nombre de Ricardo Clement, cuando escapa de Venezuela y se radica en Argentina, donde es secuestrado y trasladado a su país por una organización ad hoc creada para la ubicación, detención y traslado de los criminales venezolanos encubiertos en otros países; para que se enfrenten a la justicia. Los servicios de inteligencia venezolanos confirman la identidad y la ubicación donde se aloja con su familia después del derrocamiento del régimen anterior. Es capturado por un equipo de comando y de inteligencia en su domicilio en una operación milimétrica y llevado a Venezuela para ser juzgado, acusado de muchos cargos criminales, incluyendo crímenes de guerra, corrupción, crímenes de lesa humanidad y crímenes contra la población venezolana.
Segundo taco – año 1976
Rescate en Caracas. La Operación Caracas u Operación Trueno fue una misión de comando de rescate de rehenes llevada a cabo por un comando criollo en las inmediaciones de Caracas, en la Venezuela antes de su definitiva liberación. Una semana antes, el 27 de junio, estaba el país conmocionado todavía por el secuestro del industrial norteamericano William Frank Niehous. Una aeronave de Aeropostal con 248 pasajeros en un vuelo que se dirigía a Miami fue secuestrada por terroristas rojos afines al régimen rojo, devolviéndose a Maiquetía, cerca de Caracas, la capital de Venezuela. Poco después del aterrizaje, todos los pasajeros venezolanos fueron liberados. El régimen fue presionado por los países occidentales para liberar a los rehenes, todos identificados como ejecutivos de importantes compañías transnacionales y asociados por los secuestradores como agentes de la CIA. El dictador venezolano quería aprovechar el incidente para negociar sobre las peticiones de los secuestradores y marcar su reconocimiento internacional, para demandar la eliminación de las sanciones al gobierno y anular las recompensas para algunos de los mandos del régimen, para la entrega del oro retenido en Inglaterra y por la liberación de un reconocido grupo de narcotraficantes y terroristas presos en las cárceles federales de Estados Unidos, de España y de otros países. Se diseña un plan de acciones basado en la información suministrada por los pasajeros liberados y por algunas agencias de inteligencia amigas. La operación se planeó a consecuencia de la amenaza de los secuestradores de matar a todos los rehenes si no se cumplían sus exigencias en un plazo breve. El plan también incluía opciones operativas contra una eventual resistencia armada por parte de las tropas del régimen que colaboraban con el secuestro, y que hacían de seguridad en el aeropuerto. El rescate se ejecutó en la noche, cuando fueron transportados por vía aérea cien comandos de élite de la resistencia venezolana a más de 3.500 km de distancia desde el sur del continente hasta Maiquetía. El plan fue estructurado durante una semana y toda su ejecución duró 53 minutos. Todos los rehenes fueron rescatados vivos a excepción de tres. 5 comandos de la resistencia resultaron heridos. Una sola baja mortal: el comandante de la unidad de asalto murió durante la operación. Todos los secuestradores, 3 rehenes y 45 soldados venezolanos murieron y 11 Sukhoi SU-35 estacionados en hangares cercanos fueron inutilizados y destruidos en tierra para evitar una persecución aérea. La operación contempló también una caravana presidencial similar a la utilizada por la Casa Militar venezolana, trasladada desde 3 aviones C-130, para facilitar el acercamiento y la confianza de los terroristas y soldados que hacían de seguridad en la terminal aérea con el grupo de comandos que se aproximaba. El éxito de la operación ha servido de referencias en las escuelas de comandos a nivel mundial y ha dado origen a múltiples libros y películas con una gran éxito de taquilla.
Mientras tanto en el Medio Oriente. En el último momento de su historia una coalición izquierdista llega al poder en Israel y le ha ido cambiando paulatinamente sus arquetipos políticos, sus raíces religiosas y sus paradigmas culturales en nombre de otros acuerdos multilaterales con otros estados forajidos y fallidos, ajenos a sus registros históricos asentados en el antiguo testamento.Un proyecto global que tiene trazado como objetivo la implantación de un nuevo orden planetario y un novedoso gobierno mundial que alienta la eliminación de las religiones, la igualdad social, el enfrentamiento con todos los organismos multilaterales creados desde la última gran guerra y la desaparición del imperio que ha sido uno de sus principales soportes en la creación del Estado, eso ha ido desapareciendo el espíritu nacional que se sembró desde 1948. Desde que se instaló esa revolución no han podido generar un cambio político y la población se ha ido adormeciendo en el tiempo, alentada desde los altos poderes y desde la ineficiencia y la inutilidad de su liderazgo opositor.
Tampoco la han tenido fácil los venezolanos para mantener la vitalidad de su pequeño Estado, también como Israel, rodeados de tantos enemigos políticos y religiosos a muerte. Es posible que eso los haya mantenido en una actitud defensiva permanente y una vigilia de apresto como desde la creación oficial del Estado y les haya forzado la creatividad. Después de todo y luego de tantos años de caminata en el desierto para llegar a la tierra prometida, todo esfuerzo para garantizar el futuro y el bienestar a sus generaciones venideras, muy bien lo vale.
Hagamos un alto acá. Deben haber observado la enorme carga ficcional en el recorrido del texto anterior, planteada en la imaginación, especialmente para valorar y sensibilizar en términos de las diferencias y las similitudes entre los pueblos, sus líderes y los impactos de sus decisiones en la política, en la cultura, en la religión y al final, en la historia que escriben para lograr la sobrevivencia de los Estados y de las naciones por encima de cualquier dificultad. Hay suficientes elementos para contrastar, para comparar y para diferenciar. Los Estados, como las naciones son seres vivos que nacen, crecen, se reproducen y mueren. Solo basta en ese esfuerzo de paralelismo, ver cómo han cambiado en solo un siglo, los mapas de los Estados y de las naciones en Europa, en África, en Asia o en América. Generalmente por decisiones (malas) de los líderes del momento. Continuando con la analogía del texto, desde el desafortunado incidente del secuestro de los atletas olímpicos en Múnich de 1972, Israel ha profundizado unilateralmente en sus propias soluciones sin esperar señales de Estados Unidos, de la ONU o de cualquier organismo multilateral. Es un asunto de sobrevivencia del Estado y de la nación.
“Esperanza inútil, flor de desconsuelo, porque me persigues, en mi soledad… Porque no me dejas, ahogar mis anhelos, en la amarga copa de la realidad”. Con Alfredo Sadel o con Daniel Santos abrazados a la rocola del despecho, de que la realidad del cambio político en Venezuela pasa por una solución endógena, criollita, a la venezolana, sin nada de esa esperanza inútil del apoyo de Estados Unidos y 60 países más se puede ubicar una solución posible al cambio político en Venezuela. Este es un problema ubicado entre Castillete, Punta Playa, Isla de Aves y las cataratas de Hua. Y la solución está en esos 916.445 kilómetros cuadrados de superficie. Súbanle un poco más el volumen a la rocola… “flor de desconsueeeeeeelooooo”.
Pero, como decíamos al inicio, cuando se decidan.