Cuando el fruto florece se arquea la mata por exceso de peso, haciendo posible agarrar mangos bajitos, aunque no pocas veces hay que bajarlos a pedradas o agitando a palos las ramas. Pasada una semana de las elecciones en Estados Unidos, donde dirimen fuerzas los enredados demócratas, su maquinaria de la izquierda internacional, si no en las urnas, en la opinión pública y tribunales, haciendo el uso habitual de astucias y artimañas, incluido el fraude electoral; con los republicanos de Donald Trump cuya única conflagración ha sido contra los altos impuestos. Se podría decir que ni el candidato a la reelección ni el apacible aspirante usaron a Venezuela y la amenaza que representa el castro-iraní, o siquiera la posición antiestadounidense del fallecido Chávez y el pesado bailarín.
Mal agradecidos de la política, simulan gratitud, pero clavan la puñalada política al felicitar a su rival pese al cuestionamiento judicial. Son muchos los venezolanos opositores, miembros de la fuerza democrática, tanto exiliados como encuarentenados que apuestan por Donald Trump, confían en que, al día siguiente de ser investido, ordenará la –poco probable– incursión a Venezuela, que no es otra cosa distinta a la narrativa comunista. Pero también hay los tercamente esperanzados, cultores de la castro-revolución que se arriesgan con Joe Biden, convencidos de que los demócratas se llevan cordialmente bien con el castrismo-cubano, que hasta el expresidente Obama hizo de actor cómico en la televisión oficial –la única, no hay otra–; sino de que los demócratas estadounidenses son de izquierda y los republicanos de derecha.
No hay políticas distintas sino formas diferentes de actuar. Las primeras sanciones contra el chavismo las impuso el sobrio afrodescendiente demócrata Barack Obama, y que el republicano ordenó que volvieran pedacitos al general iraní terrorista que tanto conmovió a los jefes chavistas. Obama ordenó liquidar a Bin Laden y lanzaran su cadáver al mar. Lo que los estadounidenses piensan que es bueno o malo para Estados Unidos es igual para quien esté en la Casa Blanca, demócrata o republicano.
Washington, el Departamento de Estado, CIA, FBI, Comando Sur y demás órganos del gobierno saben que este árbol se está pudriendo cada día un poco más, atascado sin agua, ni medicinas, ni electricidad, o equipos en los hospitales. Lo que produce de la industria petrolera se pudrió por negligencia y falta de mantenimiento, el oro que extraen de Guayana deben repartirlo con la jerarquía cívico-militar, la narcoguerrilla colombiana, brasileña, los mineros que pacten con los militares que no cuidan sino vigilan; lo que sobre va a las bóvedas del Banco Central de Venezuela si es que no se extravía en el camino. El país no produce siquiera para más o menos sostener su propia hambre.
Los pérfidos imperialistas no son tan despistados, patrullan el mar Caribe, vigilan a través de sus satélites y no sienten necesidad para desembarcar en cualquiera de las playas poco vigiladas. Están tranquilos esperando a que los mangos se terminen de podrir y caigan solitos. Después los recogerán, los echarán a la basura y ayudarán a recuperar el país.
Mientras esto ocurre, insisten en el desatinado empeño, ilógico, inoportuno e irracional consulta popular –que no será respetada– para preguntarle al ciudadano lo que ya quedó claro en el plebiscito del 16 julio de 2017, traicionado esa misma noche por muchos quienes la promovieron y hoy promueven la nueva consulta. Una dirigencia sin objetivos ni estrategia, embustera, cohabitadora, cómplice, sin contacto real con la gente, alejada de la realidad nacional que desconoce la angustia y es insensible a la miseria.
Apenas se manifestaron los medios de comunicación izquierdistas a favor de Joe Biden, lo peor salió a felicitarlo, la Internacional Socialista, Foro de Sao Paulo, Grupo de Puebla, Evo Morales, Gustavo Petro, Pablo Iglesias, entre otros, ratificando que la dupla Biden-Harris es la favorita de la izquierda internacional, que anuncian eufórica el triunfo de su ignominioso proyecto.
Independiente de lo que ocurra con las elecciones norteamericanas, en el fraude parlamentario del 6D/2020 y la errática consulta, los principios éticos y morales cuentan con enormes reservas. La izquierda-comunista-socialista se equivoca por mucho al cantar victoria. Mientras sigamos luchando con determinación jamás seremos derrotados, al final, se impondrá la libertad y democracia.
@ArmandoMartini