Belén me miró con una intensidad que me era desconocida y me dijo: “He hecho de ti un águila y un relámpago. ¡No permitas que esta gente chavista nos estropee la vida!».
Dos días antes de que la Muerte entrara en la Quinta Nancy, borrara los colores de los vidrios de la romanilla del patio y arruinara mis helechos, Belén fijó nuevamente sus ojos en mí y me conmoví como nunca me había conmovido porque vi que su mirada provenía desde muy lejos, desde la cumbre helada de los infortunios.
Y repitió lo que me había dicho aquella vez: “No olvides que tú eres el águila y el relámpago y así quiero que quedes cuando me haya ido”.
Mi adorable hija Valentina guardó parte de las cenizas de Belén en Los Ángeles esperando que yo llegara algún día a visitarla para ir juntos y esparcirlas en Lake Shrine, el prodigioso anfiteatro natural creado por Paramahansa Yogananda, asesor espiritual de Mahatma Gandhi. En Lake Shrine se encuentra el bello y blanco mausoleo que contiene y guarda también parte de las cenizas de Gandhi ji.
Otra parte de las cenizas de Belén, con autorización de los dueños del espléndido jardín ecológico Topotepuy que existe en Caracas, fueron esparcidas en tan cautivador lugar de flores, caminerías y colibríes. Fui con mi hijo Rházil, con Fran Beaufrand y ¡parte de nuestra familia!
Topotepuy fue en el origen una suave y dulce colina destinada a observar la conducta de los pájaros. Dilucidar, acaso, la presunta poesía de sus cantos al creer los poetas que cantan a la primavera y a la libertad cuando en verdad lo que hacen no es fascinar a las almas sensibles sino proclamar sus derechos a un territorio. ¡Pájaro depredador estás invadiendo mi zona! Sus melodías sirven, además, para deslumbrar a la hembra y ella se siente atraída por el macho que es dueño del territorio y sostiene la reciedumbre de enfrentar a los rivales. ¡Son cantos de desafío!
Los ornitólogos que observaban la conducta de las aves en la colina de Topotepuy sabían que las aves no son libres porque están sometidas a leyes inexorables que deben cumplir: construir el nido, alimentar a sus crías. Migrar. Las golondrinas no lo hacen ahora: los ingratos vecinos de Capistrano se quejaban de que todo lo ensuciaban y no llegaron a valorar el hecho de que las golondrinas viajaban desde Córdoba, Argentina y llegaban a Capistrano, en California y se las veía llegar con exactitud el mismo día y a la misma hora, todos los años. Luego, regresaban al lugar de donde alzaron vuelo para cubrir nuevamente millares de kilómetros impulsados por la luz y el aire. Muchas morían durante el viaje, pero todas, vivas o muertas, cumplían con la naturaleza que las hace ser seres alados.
En Topotepuy el aire quedó suspendido y después de que las cenizas de Belén se desvanecieron en él, comenzó de nuevo a remover suavemente las hojas de los árboles y las vimos girar al caer mecidas por el viento. Hace mas de dos mil años, Virgilio el poeta latino al referirse a un roble escribió que “charlaba con el viento”. Los ecologistas afirman que el poeta dijo la verdad: la brisa hace revolotear las hojas de los árboles como si en las ramas hubiesen miles de mariposas.
Lo escribí alguna vez: me deleita ver a las hojas desprenderse del árbol. Al imaginarlas ahora cayendo junto a las cenizas de mi mujer me conmueven y veo caer también mis lágrimas.
El pecíolo cede y en el lento y ondulante movimiento de la hoja al caer, en los giros que la precipitan hay mucho de la gran música que se ha gestado sin prisas en el interior de la fronda que forman sus ramas, pero es igual en la vida de Belén; y escucho el ramaje cuando se desnuda en el viento.
Gracias a Valentina, en Lake Shrine, entre las flores que durante todo el año embellecen el camino que recorren visitantes que buscan serenidad y paz en el alma, viven las cenizas de Belén esparcidas y disueltas en la armonía y el encanto de un lugar edénico, asombroso, que respeta por igual a Cristo, a los judíos, a Buda, al islam y al hinduismo.
¡Y allí, Belén logró que al respetar los símbolos de las cinco religiones, nos respetemos Valentina y yo; respetemos a los otros y juremos amor hasta en las más profundas e inalcanzables regiones de nuestros propios abismos.
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