Mucha agua correrá por ese río antes de que se sepa con exactitud lo que ocurrió en la Embajada de México en Bolivia, lo que terminó provocando un serio impasse entre las Cancillerías de Bolivia y España.
Posiblemente los bolivianos en el ejercicio del gobierno interino ven fantasmas en todas partes y han exagerado la actuación de la encargada de Negocios de España en ese país; pero al propio tiempo, es menester reconocer que es de una torpeza mayúscula que esta funcionaria acompañada del cónsul español en funciones armaran una visita “de cortesía” a la embajadora de México en un momento tan delicado de las relaciones externas de los tres países. Veámoslo más de cerca.
En primer lugar, México. El país norteamericano paga, ante la comunidad latinoamericana y particularmente ante los países defensores de la democracia, el altísimo precio del desprestigio no solo por haber prestado abrigo al presidente usurpador Evo Morales cuando salió huyendo de su país, al ser expelido por una protesta popular, sino que además ha facilitado las instalaciones diplomáticas mexicanas en La Paz para acoger a altísimos personeros del régimen de Morales acusados de toda clase de delitos, sedición, terrorismo y fraude electoral. Un escape organizado de estos ex funcionarios sería la causa de una mayor desavenencia diplomática, sin duda alguna.
Bolivia en el otro extremo. Las nuevas autoridades bolivianas no ven con buenos ojos estos buenos oficios del presidente López Obrador en torno al dictador y a sus secuaces; pero, más que ello, la población boliviana de a pie se encuentra muy alerta, como corresponde, a cualquier acción que haga posible que los asilados en la Embajada de México puedan “tomar las de Villadiego” y largarse con viento fresco, sin pagar lo mucho que deben al pueblo de ese país. De allí que haya una vigilancia estricta civil y policial de todo lo que ocurre en torno a la urbanización donde está enclavada la sede diplomática y sus instalaciones. ¡No faltaba mas!
Agrava la situación el hecho de que es justamente la Embajada de España en La Paz la que ha estado organizando el acompañamiento a Argentina –con la venia del gobierno de la presidente Jeanine Añez– de algunos ciudadanos relacionados con el gobierno usurpador que no tienen ni juicios abiertos ni una condición irregular. Es decir, la mano española ha estado metida hasta el codo en facilitar la salida del país de afectos al régimen expulsado. Mala hora, pues, fue la que escogió la encargada de negocios ministra consejera española para organizar una visita de cortesía a su colega mexicana y peor aún si algunos de sus acompañantes se cubrieron con máscaras, como se ha visto en las grabaciones del episodio.
No cabe duda de que no se le debe escapar a ningún funcionario diplomático de alto nivel que sus actuaciones en una situación tan crítica como la del país sede de su delegación deben ser milimétricamente medidas y pesadas. Mucho más cuando se trata representar a un gobierno como el español, que aún no goza de una base firme para su investidura en ciernes. No puede tampoco dejarse a un lado el ingrediente circunstancial de que España no tiene un canciller titular, es decir, una autoridad en la política externa, sino un ministro encargado, lo que torna delicada la formulación de políticas.
El caso es que si bien los funcionarios españoles se fueron de bruces al no tomar en consideración la fragilidad de la situación, también los actuales actores gubernamentales bolivianos están sobredimensionando el involucramiento del gobierno español, es decir, de Madrid en el impasse. Acusar a Pedro Sánchez de pretender “recolonizar” a Bolivia es una exageración de alta gama que puede provocar reacciones indeseables en el momento en que Bolivia necesita contar con todos los apoyos para el restablecimiento de su democracia.
Total, sabremos mucho más cuando la misión española que se trasladará a La Paz en breve rinda su informe y califique el desencuentro. Mientras tanto, seguiremos oyendo frases altisonantes que sirven al propósito de seguir solidarizando a los bolivianos en torno a su mayor logro que es el de haber acabado de plano con un gobierno criminal y usurpador.