Las naciones allende el Imperio habrían hecho bien en leer a Cervantes, el planeta se habría ahorrado grandes calamidades, la Revolución francesa habría sido diferente y quizás hasta las dos guerras mundiales no habrían ocurrido.
El Siglo de Oro español está muy por encima de la Ilustración francesa, de Lutero y del idealismo alemán. Mujeres como la Gitanilla o la Pastora Marcela viven libertades no alcanzadas con la Ilustración, ni en la anglosfera. Cito un fragmento de la novela cervantina La Gitanilla, publicada en 1613, no en los siglos XVII, XVIII, XIX, XX o XXI, la obra es una joya que debería leerse en todo colegio.
“….A lo cual respondió Preciosa:
—Puesto que estos señores legisladores han hallado por sus leyes que soy tuya, y que por tuya te me han entregado, yo he hallado por la ley de mi voluntad, que es la más fuerte de todas, que no quiero serlo si no es con las condiciones que antes que aquí vinieses entre los dos concertamos. Dos años has de vivir en nuestra compañía primero que de la mía goces, porque tú no te arrepientas por ligero, ni yo quede engañada por presurosa. Condiciones rompen leyes; las que te he puesto sabes: si las quisieres guardar, podrá ser que sea tuya y tú seas mío, y donde no, aún no es muerta la mula, tus vestidos están enteros, y de tus dineros no te falta un ardite; la ausencia que has hecho no ha sido aún de un día; que de lo que él falta te puedes servir y dar lugar que consideres lo que más te conviene. Estos señores no pueden entregarte mi alma, que es libre y nació libre, y ha de ser libre en tanto que yo quisiere. Si te quedas, te estimaré en mucho; si te vuelves, no te tendré en menos; porque, a mi parecer, los ímpetus amorosos corren a rienda suelta, hasta que encuentran con la razón o con el desengaño; y no querría yo que fueses tú para conmigo como es el cazador, que alcanzando la liebre que sigue, la coge, y la deja, por correr tras otra que le huye. Ojos hay engañados que a la primera vista tan bien les parece el oropel como el oro; pero a poco rato bien conocen la diferencia que hay de lo fino a lo falso. Esta mi hermosura que tú dices que tengo, que la estimas sobre el sol y la encareces sobre el oro, ¿qué sé yo si de cerca te parecerá sombra, y tocada, cairás en que es de alquimia? Dos años te doy de tiempo para que tantees y ponderes lo que será bien que escojas o será justo que deseches; que la prenda que una vez comprada, nadie se puede deshacer della sino con la muerte, bien es que haya tiempo, y mucho, para miralla y remiralla, y ver en ella las faltas o las virtudes que tiene”.
Dice la joven por la fuerza de mi voluntad que es la más fuerte de todas, esta sola frase encierra un significado muy complejo a la vez que toda la novela es una crítica extraordinaria a la injusticia, incluso a la injusticia legal o basada en la costumbre. Dicho esto, que necesitamos que Kant nos diga atrévete a saber, el sentido de esta frase y la construcción argumental cervantina echan por tierra toda la ética protestante, la ideas de Max Weber tan bien acogidas en nuestras universidades y gran parte del pensamiento postmoderno. El superhombre de Nietzsche al lado de la Gitanilla pinta poco. Voluntad y representación la Gitanilla, parece que Schopenhauer nunca leyó a Cervantes, por lo menos no esta obra.
La libertad se mide en la literatura no en las leyes, es la literatura la que siempre va un paso más allá, y nuevamente Cervantes apunta exquisitamente a la diana. Voy a citar un fragmento del Quijote, otro libro que debería formar parte del programa escolar básico en toda la hispanidad, incluida Filipinas y el sur de Estados Unidos.
“Yo nací libre, y para poder vivir libre escogí la soledad de los campos. Los árboles destas montañas son mi compañía, las claras aguas destos arroyos mis espejos; con los árboles y con las aguas comunico mis pensamientos y hermosura. Fuego soy apartado y espada puesta lejos. A los que he enamorado con la vista he desengañado con las palabras. Y si los deseos se sustentan con esperanzas, no habiendo yo dado alguna a Grisóstomo ni a otro alguno, el fin de ninguno dellos bien se puede decir que antes le mató su porfía que mi crueldad. Y si se me hace cargo que eran honestos sus pensamientos, y que por esto estaba obligada a corresponder a ellos, digo que, cuando en ese mismo lugar donde ahora se cava su sepultura me descubrió la bondad de su intención, le dije yo que la mía era vivir en perpetua soledad, y de que sola la tierra gozase el fruto de mi recogimiento y los despojos de mi hermosura; y si él, con todo este desengaño, quiso porfiar contra la esperanza y navegar contra el viento, ¿qué mucho que se anegase en la mitad del golfo de su desatino? Si yo le entretuviera, fuera falsa; si le contentara, hiciera contra mi mejor intención y prosupuesto. Porfió desengañado, desesperó sin ser aborrecido: ¡mirad ahora si será razón que de su pena se me dé a mí la culpa! Quéjese el engañado, desespérese aquel a quien le faltaron las prometidas esperanzas, confíese el que yo llamare, ufánese el que yo admitiere; pero no me llame cruel ni homicida aquel a quien yo no prometo, engaño, llamo ni admito.
El cielo aún hasta ahora no ha querido que yo ame por destino, y el pensar que tengo de amar por elección es excusado. Este general desengaño sirva a cada uno de los que me solicitan de su particular provecho; y entiéndase, de aquí adelante, que si alguno por mí muriere, no muere de celoso ni desdichado, porque quien a nadie quiere, a ninguno debe dar celos; que los desengaños no se han de tomar en cuenta de desdenes. El que me llama fiera y basilisco, déjeme como cosa perjudicial y mala; el que me llama ingrata, no me sirva; el que desconocida, no me conozca; quien cruel, no me siga; que esta fiera, este basilisco, esta ingrata, esta cruel y esta desconocida, ni los buscará, servirá, conocerá ni seguirá en ninguna manera. Que si a Grisóstomo mató su impaciencia y arrojado deseo, ¿por qué se ha de culpar mi honesto proceder y recato? Si yo conservo mi limpieza con la compañía de los árboles, ¿por qué ha de querer que la pierda el que quiere que la tenga con los hombres? Yo, como sabéis, tengo riquezas propias y no codicio las ajenas; tengo libre condición y no gusto de sujetarme: ni quiero ni aborrezco a nadie. No engaño a este ni solicito aquel, ni burlo con uno ni me entretengo con el otro. La conversación honesta de las zagalas de estas aldeas y el cuidado de mis cabras me entretiene. Tienen mis deseos por término estas montañas, y si de aquí salen, es a contemplar la hermosura del cielo, pasos con que camina el alma a su morada primera.
Y, diciendo esto, sin querer oír respuesta alguna, volvió las espaldas y se entró por lo más cerrado de un monte que allí cerca estaba…”
La libertad no se pierde por la censura, el escritor ingenioso puede burlarla, el Concilio de Trento prohibió los suicidios en las obras literarias y Cervantes lo colocó con ingenio en su obra. En este mismo pasaje de la Pastora a la que hacemos referencia hay uno, el verdadero peligro para la libertad es la ignorancia es la falta de conocimiento, por eso la posmodernidad apunta en este sentido, mantener a la masa lo más alejada posible del conocimiento, solo dejarles sentir, eres lo que sientes ser, no lo qué eres, sentir qué saben, sentir qué quieren, el sentir por encima del ser, pero objetivamente, racionalmente esto es imposible, ya Santo Tomás escribió en la edad media, mucho más clara y culta de lo que enseñan en las escuelas, que Dios es racional y no hace tonterías.
Marcela se adelanta siglos a las conquistas de la mujer, no quiere ni ingresar a un monasterio, ni casarse. Es libre de hacer lo que le da la gana, España vivió una época de esplendor y adelanto en el siglo XVI, que estamos obligados por sangre a recuperar para toda la hispanidad.
Las citas son textuales, la primera corresponde a la novela cervantina El Quijote y la segunda a la novela La Gitanilla.