Las nubes se abren y comienzan a bañarlo todo, la gente corre buscando cobijo y al evitar el chubasco los caminantes se esparcen con gracia. Un joven a medio mojar atraviesa pausadamente una plaza y enfunda sus manos en el fondo de los bolsillos de su saco. Plácidamente llega al señorial umbral de un museo; como si se tratase de un ritual, se adentra en las espaciosas galerías mientras afuera se desata la borrasca. Es agradable el amparo que brinda ese lugar. Entre los emblemáticos cuadros que están colgados, se recorre la cronología patria, épicos momentos y personajes curtidos que saltan de los libros de historia y ahí se hacen vivos. De entre todos ellos, resalta una hermosa y poderosa pintura que recrea a unos guerreros cubiertos por una luz mortecina, yertos pero inquebrantables, parece que serenamente buscando la eternidad,se han regado sobre la belleza de las enigmáticas y parduzcas nieves.
Ese óleo reproduce la mítica travesía del ejército libertador de Simón Bolívar en su gesta emancipadora; la majestuosa obra El paso de Los Andes (1889) de Arturo Michelena impacta y la proeza libertaria se hace más grande en la batalla de lo sensorial, dominando plenamente con fascinación.
La Fundación Museos Nacionales y la Galería de Arte Nacional nos brindan un entrañable reencuentro con el fluir de la memoria y principalmente con unos lugares que hoy nos invitan a reposicionarnos de ellos y volver a recorrer la plástica venezolana. Con singular impulso Clemente Martínez, director general la FMN y Ernesto Rey, director de procesos museológicos de la GAN, dan pasos con valiente compromiso y mística; por ello han retomado con vigor las funciones propias de esos lugares y con esmerada dedicación comienzan a mostrar un renovado cariz institucional. Celebramos que actualmente en los espacios de la GAN se encuentra abierta al público la rica exposición Venezuela insurgente. Representaciones de lo simbólico y de la realidad XVII- XIX, una muestra de más de 100 obras que intentan sintetizar una interesante travesía por las artes plásticas del país desde el siglo XVII a hasta los albores del XX.
Venezuela insurgente. Representaciones de lo simbólico y de la realidad XVII-XIX, se nos presenta como un camino, una excelente alternativa si queremos entender de manera global el recorrido del país por el tiempo.Para conciliar el análisis sociocultural de Venezuela hay que ahondar en la expresión pictórica, la que nos ayuda a discernir nuestro proceso histórico. Con esta selección del trabajo de grandes maestros de la pintura nacional se puede efectivamente reproducir un imaginario que abarca los vestigios de la cultura indígena, la religión, el tejido social, la bondad geográfica local y la visión del estado al plasmar la exaltación del espíritu republicano que se instauró una vez obtenida la independencia de España.
El arte, por su naturaleza, puede complementar un discurso o generar una respuesta a las inquietudes que no son parte de lo convencionalmente establecido; es por ello que la propuesta de la GAN es sumamente oportuna ya que nos brinda de manera diáfana un conjunto de expresiones interpretativas que escapan de los manidos y demagógicos discursos. La trascendental exhibición cuenta con una acertada, didáctica y emotiva curaduría a cargo de Félix Hernández, quien con maestría logra involucrarnos en ese periplo desde tiempos inmemoriales pasando por los iconos que recogen grandes pasajes políticos y militares, para finalmente mostrarnos las magistrales obras de los más emblemáticos pintores venezolanos del siglo XIX, creando así una comprensión simbológica de nuestra identidad.
Abordar la crónica de Venezuela no puede estar desvinculada de la valoración de ese rico acervo que en las artes plásticas recoge la visión de nosotros mismos desde tiempos seculares a través de nuestros pintores, artesanos, talladores y escultores. El tiempo, que es fugaz e irrepetible, ha conseguido en el arte una trampa que lo ha condensado y guarda perennemente fresco para la posteridad. El bullicioso acontecer perdurará en las silentes estampas que nos muestran lo que somos.
Encontrarse con el pasado siempre será un viaje que nos regresa por el largo camino que luego se convirtió en presente, la narrativa de los ancestros y de aquellos que construyeron el ayer son hoy la calzada por donde deben marchar los pasos que nos conduzcan al futuro. Al mirarnos en ese difuso espejo que es la historia conseguimos, entre los débiles reflejos, aquello que nos identifica y nos encuentra como nación.
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