Hace menos de una semana se llevó a cabo el referéndum convocado por el régimen y no ha demorado en verse los efectos devastadores del escuálido resultado obtenido, lo cual se pone en evidencia con  las insólitas e irresponsables  acciones y declaraciones que se vienen anunciando desde los círculos gubernamentales. El cuadro se asemeja en mucho a los momentos de agonía de la dictadura argentina presidida entonces por el general Leopoldo Galtieri cuando  en abril de 1982 ordenó el desembarco y toma de las Islas Malvinas, siempre reclamadas a Inglaterra pero nunca devueltas a Argentina. Aquello fue una locura que resultó en la  humillante derrota militar  ante los ingleses y finalmente la caída de la dictadura que había comenzado en marzo de 1974 con la destitución de la presidente Isabelita Perón. El paralelismo luce evidente.

Desde la modestísima participación popular, alimentada en forma determinante  por el pase de listas entre empleados públicos y beneficiarios de dádivas, hasta la seguidilla de comunicados y contracomunicados de un abrumado señor Amoroso   por la presión y la confusión que lo llevó primero a anunciar  un  número de votos, para luego transformarlo en número de votantes, hasta las declaraciones de los capitostes gubernamentales culminando en las demenciales medidas anunciadas por Nicolás, más las severas declaraciones del presidente de Guyana dando cuenta de quiénes son sus aliados, etc. ha quedado claro que el hilo conductor de todo ello es el desespero al que -por si fuera poco- se agregan las órdenes de captura  emitidas por el fiscal general contra el entorno de la candidata Machado.

Las  medidas anunciadas por Nicolás revelan un estado de angustia entendible. Recordemos el plebiscito convocado por Pérez Jiménez en diciembre de  1957 para preguntar al pueblo si deseaba que permanezca por un período constitucional adicional. La votación fue forzada y tramposa, pero avivó un proceso de descontento en la Fuerza Armada que condujo a un alzamiento de la Fuerza Aérea el 1º de enero, el cual fue sofocado. Sin embargo, apenas 22 días después el dictador se veía en la necesidad de huir del país. ¿Habrá algún paralelismo?

El proyecto ya sometido a la Asamblea para la creación del estado Guayana Esequiba, más la designación de un gobernador, más la orden para que Pdvsa explore y explote los recursos petroleros y gasíferos, más la creación de una Zona Operativa de Defensa Integral (ZODI), más la designación de Tumeremo como capital “virtual” del nuevo territorio revelan definitivamente la angustia que se vive.

A lo anterior agreguemos la anunciada decisión de desconocer la competencia de la Corte Internacional de Justicia. Tal camino representaría el abandono de la participación de Venezuela  ante un tribunal  cuya competencia ha reconocido siendo que está litigando el caso. De adoptarse tal ruta ello equivaldría a abandonar el reclamo en plena tramitación sin que ello impida a la Corte continuar el proceso y oportunamente emitir sentencia, la cual será firme e inapelable.

Quien opte por hacer caso omiso a las normas de convivencia internacional está condenado al aislamiento y a la condición de paria. En casos latinoamericanos recientes de conflictos, como fue el de la delimitación de zonas marítimas en 2014, Chile aceptó un fallo que ciertamente era mucho más favorable a Perú. En 2022 el propio Evo Morales, habiendo estado físicamente presente en la sala al momento que se anunció la sentencia contraria a Bolivia en el juicio que entabló contra Chile, se la tuvo que calar y -con bastante disgusto- regresar a su país aceptando el fallo adverso. Ambos saben a lo que se exponían si desafiaban el orden jurídico mundial.

Por las razones expuestas consideramos que la ruta de confrontación  verbal es un camino peligroso, además de ilegal, toda vez que en el derecho internacional está prohibido no solo el uso de la fuerza para resolver los conflictos sino también la amenaza de recurrir a ella.

Ante un clima tan fluido, donde cualquier incidente menor puede desatar consecuencias lamentables, resulta necesario recomendar a las partes la mayor dosis de prudencia.

@apsalgueiro1


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