OPINIÓN

Esequibo como trampa cazabobos

por Beatrice Rangel Beatrice Rangel

Cada vez que un régimen autoritario confronta la posibilidad cierta de una implosión dispara la bala del nacionalismo para desactivar las fuerzas centrípetas y recuperar poder. Pensemos en Galtieri en Argentina y el affaire Malvinas por ejemplo. El régimen de Venezuela no es la excepción y ante el inocultable rechazo de la población y el creciente apoyo popular a la única representante de la oposición, María Corina Machado, ha encontrado en el diferendo por el Esequibo un arma para intentar cohesionar a la población y tener un argumento legítimo para suspender las elecciones de 2024 que inexorablemente perdería si fueran limpias y libres. El súbito deseo de recuperar un territorio sobre el que Venezuela jamás ha ejercido posesión obedece a la necesidad imperiosa de alcanzar varios objetivos que no se ven a simple vista. Por un lado está la condición geoestratégica de Venezuela. El alboroto persigue asustar a los inversionistas que tienen concesiones petroleras en Guyana. Porque en la medida en que más tarde el reventón petrolero en Guyana, en esa misma medida el valor estratégico de Venezuela no sufre erosión. Porque una vez que el petróleo guyanés ingrese en el mercado internacional, Venezuela tendrá dificultades en colocar su petróleo pesado, que no puede competir con el dulce y liviano de la nación vecina. En segundo lugar está la deslegitimación de la oposición en Venezuela. El régimen intenta colocarla en el cuadrante de la defensa del territorio nacional para así envolverla en su narrativa y debilitarla. Y finalmente se persigue decirle al mundo, con la realización del referendo del 3 de diciembre sobre el Esequibo, que el pueblo de Venezuela está sólidamente apoyando al régimen en su cruzada protectora del territorio nacional.

La maniobra, sin embargo, ha tenido un efecto bumerán para el gobierno. Porque al referendo solo concurrió 7% de la población registrada para votar. Los inversionistas en Guyana han ratificado la ejecución de sus planes y en el caso de EXXON, han dicho que han acelerado la etapa de prospección para comenzar más pronto la explotación. Desde el punto de vista del acompañamiento político el régimen se encuentra aislado porque desde el Caricom hasta Brasil le han indicado que debe abstenerse de crear un conflicto. La bravuconada, por lo demás, va a forzar una decisión temprana de la Corte Internacional de Justicia que todos sabemos no va a ser favorable a Venezuela.

Solo la oposición venezolana distinta a la señora Machado ha caído en la trampa del régimen al expresar su apoyo a las acciones de recuperación del Esequibo. Esto ha hecho crecer la distancia entre esa agrupación política y el pueblo que está hoy sumido en las más espantosas penurias, pues 60% de los venezolanos solo puede hacer dos comidas al día. Porque para las madres que ven a sus hijos sucumbir con enfermedades curables y deficiencias alimentarias es incomprensible que alguien apoye al régimen que perpetra estos agravios en la recuperación de un territorio sobre el cual el país nunca ha ejercido posesión. Así solo la señora Machado emerge como la líder confiable para el desesperado pueblo de Venezuela.

Porque si bien es cierto que Venezuela fue víctima de un despojo territorial en 1899, desde entonces en el territorio despojado viven personas a quienes nada une a Venezuela. Y así como Belice no es posesión de Guatemala, el Esequibo no es ni será posesión de Venezuela. Por tanto, el régimen sabe que el asunto solo sirve para cazar bobos que le respalden en una maniobra absurda de la que lo único que puede resultar es la prolongación de la tragedia que vive el pueblo de Venezuela y facilitar la muy temida implosión.

Artículo publicado por el Instituto Interamericano para la Democracia