Enero de 1976
“Lo felicito, mi general, espero que los mismos éxitos de Guayana se trasladen hasta acá. El país requiere que la renta petrolera se oriente hacia la educación en prioridad. La siembra del petróleo, me imagino, en sus manos se va a convertir en una realidad. Venezuela requiere de ciudadanos capaces y educados, si no vamos a andar todavía con el guayuco en el cerebro”. El general Olavarría a manera de saludo introductorio le expresó una larga felicitación a su primo, el general Rafael Alfonzo Ravard.
Alfonzo Ravard acababa de ser designado por el presidente de la república como presidente de la petrolera estatal, que acababa de ser nacionalizada. Venía precedido de una brillante hoja de servicios militares y una impecable gestión de casi veinte años al frente de la Corporación Venezolana de Guayana (CVG). Era uno de los venezolanos que más había hecho por la nación durante la segunda mitad del siglo XX. Una trayectoria gerencial como pocas en el país y una hoja de vida intachable que le servían de aval a la personalidad de este visionario del aprovechamiento hidroeléctrico del caudaloso río Caroní, del desarrollo de Guayana y por ende del país. Tuvo una formación como militar e ingeniero en países como Italia, Francia y Venezuela. A comienzos de los años cincuenta, Alfonzo Ravard recibió por parte del gobierno venezolano la misión y gran tarea de iniciar en el estado Bolívar un ambicioso proyecto de desarrollo integral. Sus compañeros de trabajo de aquellos años lo recuerdan como ponderado, amable y un gran caballero, apenas tres de las muchas cualidades que lo rodeaban. Durante sus años en Guayana, quienes le conocieron, sin excepción, guardan los mejores recuerdos del general. Un oficial que se graduó con máximos honores en el cuartel y en la vida.
Tenía la visión de mejorar la calidad de vida de sus habitantes. Quería construir una ciudad armónica en Guayana, digna de su gente. La trayectoria del general incluye, para la década de los cincuenta, la presidencia de la comisión de estudios para la electrificación del Caroní, el Instituto del Hierro y del Acero, la Corporación Venezolana de Fomento (1958) y la Corporación Venezolana de Guayana, a partir de su creación en 1960 y hasta 1974. Fue, además, fundador de la Compañía Anónima de Electrificación y Fomento Eléctrico (Cadafe) en 1958. Presidió el Consejo Mundial de la Energía en 1954, fecha a partir de la cual Venezuela, primero a través de la comisión de estudios y luego de CVG Edelca, se hizo miembro permanente. En 1968 es promotor principal de la unificación de la frecuencia nacional (Cafreca) y de la interconexión del sistema eléctrico del país; y en 1969, de la siembra de 750 hectáreas de pino caribe, en Uverito, en el sur del estado Monagas. En síntesis, el general era la materialización de un gerente formado en las mejores aulas y surgido de los valores y principios que se reúnen en un efectivo castrense. Era la materialización del lema “La Escuela Militar de Venezuela forma hombres dignos y útiles a la patria”. Un venezolano surgido de las filas castrenses dando lo mejor de su conocimiento para el engrandecimiento del país. Considerado parte de los técnicos dentro de la nomenclatura organizacional de las fuerzas armadas nacionales, un gerente capaz de manejar cualquier empresa o conglomerado, pero que no calificaba para comandar alguna de las unidades operativas. Los troperos de las fuerzas armadas nacionales, con un gran contrasentido, lo calificaban como excelente para la presidencia de la república, pero pésimo para el combate y las operaciones.
—Dios te oiga y gracias, José Antonio, yo solo espero que me den el tiempo suficiente para estructurar gestión. Con este gobierno yo no sé a qué atenerme. Yo puedo trasladar los resultados de mi pasaje por la CVG, solo si tengo el tiempo para hacer gestión en esta industria y me dan la amplitud, la libertad y la autonomía libres de la política, que disfruté por allá. Hubiera preferido quedarme y ver concluidas las obras.
—Todo cambio es bueno, Rafael. Tienes que darle paso a otra gerencia; de todas maneras, ya eso está bien encaminado y hace falta un verdadero genio de la destrucción para que dé al traste el camino, que tú casi terminaste.
—Ese tipo de persona existe, José Antonio. La fábula de la cigarra y la hormiga se edita en estos tiempos de inicios democráticos en Venezuela. Alguien sin escrúpulos y sin algún tipo de luces se montará en mi gestión y la concluirá. Eso espero, pero también puede surgir un político de esos orilleros y por tratar de agarrar una golilla, buscará encaramarse en el clientelismo para financiar campañas electorales o engordar una buena cuenta en dólares y todo se vendrá abajo. Sin embargo, soy optimista. El país necesita de gente con calidad y excelencia. El presidente me está encargando de esta responsabilidad por mis referencias. Dice que mis referencias y mi trayectoria como gerente son notables e impecables. Me insistió en la necesidad de hacer de este país un gran equipo de notables, para seleccionar de entre ese grupo los mejores para que se encarguen de las riendas del país. ¿Qué te parece José Antonio, tamaña tarea?
—Eso se logra con conocimiento, pero acuérdate de que lo que la naturaleza no da, Salamanca no presta ¿No te parece Rafael?
—Ese es un refrán que siempre me ha parecido elitesco y hasta clasista y estamos en otros tiempos José Antonio. A propósito, creo que ese concepto debería de desarrollarse como política educativa dentro del sistema de formación profesional en las fuerzas armadas nacionales. Me refiero a la excelencia y la calidad profesional de los integrantes de la institución.
—¿Y de qué manera pudiera abordarse eso? La pregunta la trasladó Olavarría inmediatamente a la Academia Militar de Venezuela.
—¡Por supuesto que dándole un giro brusco a la educación y a la formación militar! Nuestros profesionales deben ser más técnicos, más gerentes, más especialistas, que aprendan a delegar, a trabajar en equipo, a funcionar con planificación, con metas y objetivos. A ser más cerebrales y menos viscerales. Si eso no ocurre así, la organización militar en general va a estar desfasada en relación con la sociedad.
—Pero… esa es la idea del Plan Andrés Bello que se inició en el año 1971, un diseño a largo plazo para que nuestros oficiales se desenvuelvan de manera eficiente en el arte militar, pero con las herramientas de la ciencia.
—José Antonio, ¡los reportes la primera promoción no son muy halagüeños! Indican que son más civiles y menos militares; y ese es el encontronazo que tienen con las viejas promociones de la escuela. La Promoción Simón Bolívar II no está haciendo el trabajo inicial de facilitar la transición para cambiar la vieja estructura. Es demasiado prematuro hacer un pronóstico en este momento, pero hay que revisar los engranajes del Plan Andrés Bello. ¡Ojalá que las otras promociones inmediatas, atiendan al concepto!
—Le prometo que voy a hacer las coordinaciones necesarias para hacer los ajustes al Plan. ¡No se preocupe mi general! Voy a buscar una manera de hablar con Tomás Abreu en la Academia, para ver qué ambiente tiene para hacerle las modificaciones y ajustes al Plan Andrés Bello. Estoy de acuerdo con usted en la apreciación.
—Ya es tiempo de darle un parao a los chopo’e piedra institucionales que nada aportan al camino del futuro y que el nuevo oficial tome las riendas de la organización. Mientras eso llega hay que seleccionar un grupo de mayores y tenientes coroneles de los más nuevos para que le faciliten el camino organizacional a esas generaciones de técnicos y científicos de las armas. Ubícate un grupo de oficiales que sean número uno en sus promociones respectivas. Pero no me refiero a alféreces mayores, me refiero a oficiales con el potencial humano y profesional para dirigir la institución armada y el país, llegado el caso. Hombres que amen su organización pero que sean capaces de sacrificarse por la nación, sin necesidad de pisar el camino político. Ese grupo de militares notables le servirán de tutores y padrinos a las promociones del viejo y nuevo Plan Andrés Bello. ¿Qué te parece el planteamiento? ¡Te veo demasiado callado! ¿Le ves pertinencia?
—Me parece excelente. ¿Qué le parece que los próximos directores de la Academia Militar sean eminentemente técnicos? Abreu Rescaniere es ingeniero químico y es un tremendo referente para la dirección; pero de vez en cuando se le sale lo severo y cuartelero. ¡Ayúdeme usted en eso!
—Dime tú cómo te puedo ayudar y lo haré. Mi compromiso moral con la vieja alma mater de la Escuela Militar y en particular con la Promoción Simón Bolívar original del año 1939 me obliga. Estoy completamente seguro de que el camino del próximo milenio para las fuerzas armadas nacionales está en la adecuación del sistema educativo. La educación y la formación de nuestros profesionales les darán a sus integrantes el acimut para ponerse al día con el resto de nuestros nacionales. ¿No lo crees?
—Ojalá sea así, Rafael. Ojalá y tengamos la ocasión de brindar por tus éxitos al frente de este nuevo cargo, la próxima vez que nos veamos.
—Demás está decir que estamos a tu orden, dámele saludos a la prima y cariños a los niños.
—Igual, Rafael, salúdame a Corina, estoy esperando un cargo y no sé para dónde me van a enviar.
—De todas maneras, para donde te envíen rodéate siempre de los mejores, estimula el conocimiento y la formación profesional. Si hay algún sector que necesita modernizarse con el conocimiento, ese es el de las fuerzas armadas nacionales. Allí existe todo un potencial. ¿No lo crees así, José Antonio?
—Estoy de acuerdo con usted, mi general.
—Allí tienes el caso de tu compañero alférez mayor e ingeniero eléctrico Guillermo Antonini, su llegada a la presidencia de Cadafe no es azarosa, es producto de su potencial como profesional y su trayectoria gerencial. Eso lo hizo la Escuela Militar. Si él pudo llegar hasta donde está, la Escuela Militar puede sacarlos por oleadas. La clave está en los institutos de formación profesional. De allí hay que sacar puros alféreces mayores. Todos los profesionales egresados de la actual Academia Militar deben ser un número uno cuando salgan a enfrentarse a la vida civil. La experiencia de Renny Ottolina como número uno en su área profesional es una referencia que la gente tomará en cuenta para catapultarlo hacia otras responsabilidades mayores. Tenemos que sacar de la Academia Militar puro Renny Ottolina, puro número uno, gerentes con visión moderna y de Estado. El alma mater debe sacar en serie militares que desmonten la expresión de George Clemenceau “la guerra es demasiado importante para dejársela a los militares” y parafrasearla por “la política es demasiado importante para dejársela a los políticos”. Nuestros oficiales deben salir de las aulas con las herramientas para comandar una gran unidad de batalla, pero también para dirigir a un país. Deben de tener una formación de integridad. Entre el subteniente recién salido de la Academia Militar de Venezuela y el coronel recién graduado del Instituto de Altos Estudios de la Defensa Nacional no hay ninguna vinculación institucional que los proyecte más allá del cuartel. Hay que diseñar el nexo que les dé la fuerza al subteniente licenciado y al coronel magíster, en cualquiera de sus etapas profesionales; pero que también los proyecte más allá de las fuerzas armadas nacionales; al fin y al cabo, estamos formando ciudadanos para la patria.
—La gerencia moderna nació en la sala de operaciones de un vivac, eso es lo que los troperos aún no han descubierto. Le sentenció al final el general Olavarría para remachar el aserto del general Alfonzo, mientras se despedía.
…
—Y es la lectura correcta. Pero, a mí me gustaría antes de precisarle más en la respuesta, ubicársela en un contexto político y militar que permitirá justificar cuando se llegue al momento de los nombres y apellidos de esto de las deslealtades y desconfianzas de los eventos del 4F. Esta conspiración fue una intrincada y enmarañada red de políticos y militares muy inteligentes…
—Disculpe la interrupción nuevamente, pero es que siento que va a pisar el terreno de los famosos notables de los años ochenta y noventa del área política y del sector militar, y esa es una pregunta que tengo registrada en un momento específico para darle armonía cronológica al desarrollo de la entrevista…
Continuará…
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