OPINIÓN

Escuchar para vivir

por Alejandra Jiménez Pomárico Alejandra Jiménez Pomárico

Las generaciones que van creciendo poseen cierto menosprecio por el arte de escuchar, sus individuos luchan internamente entre la necesidad de adquirir sabiduría y el rechazo de escuchar con atención a padres, abuelos, maestros, entre otros. Viven aceleradamente en un mundo fantástico cibernético y los consejos que necesitan, les parecen descontextualizados de su modernidad. Todo les aburre y sus potencialidades comunicativas se desarrollan en la dimensión impersonal digital.

Se ha perdido el sentarse a la mesa y escuchar historias familiares, lo que por cierto, refuerza la identidad y la pertenencia en niños y adolescentes. Mientras reciben enseñanzas valiosas, por medio de las historias y anécdotas de vida y superación de los integrantes de sus estirpes. Las reuniones se desarrollan de cuerpo presente y mente en línea, lamentablemente esto desvirtúa el tiempo de calidad que puede ofrecerse en las relaciones humanas, y deja una especie de sin sabor o sensación de desamor en los corazones.

No hay tiempo, suele ser un mensaje que exudamos por doquier, en ocasiones sin palabras. Se carece de tiempo para escuchar, acompañar y mirar a los ojos a quien te habla. Paradójicamente, se pierde mucho tiempo viendo payasadas, a las que se les llama arte, atiborrándose de series o películas de moda, o formando parte de grupos auto excluyentes. Mientras, nuestros ancianos pierden todo sentido de vida, carecen de  corazones donde verter su sabiduría y las estrategias que aprendieron a lo largo de la existencia, y desean otorgarlas a las generaciones siguientes. Una cruda realidad que oprime con sutileza y genera tapones en los oídos.

Será que empieza a ser una necesidad humana el aprender a escuchar para vivir. Esto puede ayudar en la formación y desarrollo de una identidad familiar y social, generar la fijación de conocimientos y sabiduría por consejo o ejemplo de vida, desarrollar empatía ante la expresión de sentimientos propios de cada individuo, amenizar nuestros días y noches con risas y momentos, que pasen a formar parte de las historias propias. Estableciendo una red de confianza y apoyo emocional, donde se pueda reposar ante las dificultades de la vida.

Escuchar induce el pensamiento crítico, la disertación, el aprendizaje y la valoración, todas estas es de suma importancia. Prestar atención a lo que se dice en un momento dado, te permite salir de tus conflictos personales y trasladarte a una dimensión de escucha benevolente, dando importancia y valor al interlocutor, lo que sin duda, será apreciado y fortalecerá lazos afectivos añadiendo sentido a los procesos de la vida

Si las vivencias buenas o dolorosas, los retos e historias de superación, fracasos o los amores perdidos, pueden enseñar a los más jóvenes, esas experiencias se convierten historias de vida dignas de ser contadas. Por lo tanto, deben ser valoradas y escuchadas con atención. Quién sabe, si estés a tiempo de tomar una mala decisión, y una buena historia te alumbre el entendimiento, rescatándote de la frustración inminente.

@alelinssey20