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Escritor, no hables de política

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Siempre he escrito sin saber demasiado por qué lo hago, pero siempre he sido consciente de que la vida encierra situaciones más novelescas que todas las novelas y cuentos juntos. Así que, dicho esto, debo preguntar ¿por qué el escritor o cenáculo de escritores debería hablar de política? Aristóteles dijo: “El hombre se diferencia de los animales, entre otras cosas, porque viven organizadamente en sociedades manejadas por la política”. Es decir: el hombre es un animal político. El escritor puede estar embriagado por el arte: describiendo cómo hablaba el tiempo a las 6:00 de la mañana y sobre los árboles cómo se abrazan entre ellos mientras la brisa potente hace su vaivén endemoniado. Pero no debe de echar a un lado lo que está pasando en su entorno.

Sería un poco absurdo ver a novelistas, poetas y cuentistas en estos tiempos, pero sobre todo a venezolanos, ucranianos e israelíes escribir sobre albas, amores y frasecitas hechas cuando sus países pasan por situaciones lamentables y desastrosas. Imaginemos por un momento si en vez de escribir La montaña mágica; Thomas Mann hubiese escrito lo bello que era el amanecer en Venecia y su gastronomía maravillosa. La humanidad entera se hubiera perdido de aquella montaña de críticas y verdades sobre la sociedad actual y ver el relato de la llegada de la Primera Guerra Mundial. O Charles Dickens se hubiera privado de escribir la primera página de su libro Historia de dos ciudades. Miguel Ángel Asturias escribió El Señor Presidente indignado y lastimado por la dictadura de Manuel Estrada Cabrera, donde los mendigos y los ciegos no descansaban de la crueldad del dictador de bigotes negros silvestres. Tenemos, aunque muy poco conocido, el País portátil de Adriano González León. Con su joven Barazarte cruzando en un autobús toda Caracas con un maletín para cumplir una misión guerrillera.

En estos tiempos que corren tenemos suficiente bastimento para escribir y dejar por escrito que no estamos de acuerdo con lo que está pasando en nuestro país, despertar igual como un pellizco en el trasero a todo aquel que está embelesado de las distracciones actuales y apartándose de lo primordial. Casi siempre lo que se espera de un grupo de escritores en Venezuela son los grandes debates sobre política y literatura de alto nivel, denuncias de todo tipo con juegos de palabras, pero lamentablemente no es así. El problema actual es que algunos piensan que no hablar de política en sus novelas, entre sus amigos y grupos de WhatsApp es magnífico, pues están impregnados por la llama del arte, de la musa soñando que su libro se venda en un país donde no se lee o con la esperanza de ser publicados para pertenecer a la hermandad de los escritores publicados. Siempre los peores escritores y poetas son los que no se arrojan al agua, los que no se mojan, los que no dudan de sí mismos y no emiten ningún artículo, ensayo o novela sobre la vida política y actual de su país. Podemos imaginar nuevamente a Stefan Zweig en vez de su carta de suicidio que dijo y me permito citar: “Cada día he aprendido a amar más este país, y no habría reconstruido mi vida en ningún otro lugar después de que el mundo de mi propia lengua se hundiese y se perdiese para mí, y mi patria espiritual, Europa, se destruyese a sí misma. Pero comenzar todo de nuevo cuando uno ha cumplido sesenta años requiere fuerzas especiales, y mi propia fuerza se ha gastado al cabo de años de andanzas sin hogar. Prefiero, pues, poner fin a mi vida en el momento apropiado, erguido, como un hombre cuyo trabajo cultural siempre ha sido su felicidad más pura y su libertad personal, su más preciada. Mando saludos a todos mis amigos. Ojalá vivan para ver el amanecer tras esta larga noche. Yo, que soy muy impaciente, me voy antes que ellos”. ¿Crees honestamente que los nazis no vendrán aquí? escribió Zweig en su residencia en Brasil. Si no hubiese escrito sobre su entorno y de lo que estaba pasando: en estos momentos la historia de su suicidio por culpa del acecho nazi fuera otra.

Si seguimos así, si no tenemos en cuenta que escribir en esta época va más allá de novelas y poemas de amor en vez de abrir ojos y conciencias y de darle un sacudón a las nuevas generaciones de lectores de lo que realmente pasó y lo que está pasando, entonces la literatura y la escritura no sirven para nada. Debemos responder al desafío y escribir de lo que está pasando sin dejar a un lado el bello mundo de literatura que nos hizo leer y escribir. Si un día logramos esto, no tengo duda de que vendrán mejores novelistas, poetas, ensayistas y políticos venezolanos; tendremos ciudadanos respetables y una nación estable despreciando a los golpes de Estado, al populismo, al mesianismo, no permitirán ningún militar dictador, no permitirán que ningún civil pierda su libertad por sus ideas políticas y mucho menos que su vecino camine millones de kilómetros a un país vecino o atravesando una selva desgraciada y salvaje en busca de una mejor vida.

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