Cuántas veces no hemos escuchado el término «feedback» en alusión al proceso de retroalimentación que se produce en el contexto de la comunicación. Consiste, además, en la manifestación de una opinión, en la demostración de un punto de vista o para evaluar, por ejemplo, a una persona, una empresa, un producto o un servicio.
Incluso, se asocia con «críticas constructivas» tanto en el ámbito personal como profesional. Sin embargo, si bien pueden resultar positivas, también hay momentos en que terminan siendo contraproducentes.
Amantha Imber, autora de Time Wise y fundadora de la consultora de ciencias del comportamiento Inventium, ofrece una visión novedosa sobre la “retroalimentación” que vale la pena destacar.
“A lo largo de mi carrera me hicieron creer que pedir comentarios es fundamental porque así es como aprendemos y crecemos. Pero según las investigaciones, la retroalimentación tiene poco impacto en nuestro desempeño. Más de un tercio de las veces en realidad afecta negativamente al rendimiento”, sostiene en su análisis Stop Asking for Feedback.
Además, advierte que la razón por la que la retroalimentación es tan ineficaz es porque mira hacia atrás: “Cuando alguien te da retroalimentación, se ancla en el pasado y reflexiona sobre tu comportamiento pasado”.
Esto significa que lo único que escuchará el que recibe el feedback es que cometió un error o que no salió bien lo que hizo y no cómo podría desempeñarse mejor en el futuro. Por esta razón, la retroalimentación tiende a ser menos procesable y efectiva.
Así que para ella el secreto está en pedir consejos: “Dar consejos lleva a pensar en acciones futuras que la persona que necesita orientación podría tomar”, y tal aseveración la respalda con los resultados de una investigación de Harvard Business School.
En el estudio se pidió a 200 personas que dieran su opinión sobre una solicitud de empleo. Los participantes debían proporcionar comentarios o consejos sobre la carta. Aquellos a quienes se les pidió que dieran su opinión tendieron a dar comentarios vagos junto con elogios generales; mientras que a quienes se les pidió que brindaran consejos fueron más críticos y prácticos en sus señalamientos.
Ante ese resultado, la conclusión fue que dar consejos lleva a pensar en acciones futuras que podrían tomar las personas que necesitan orientación y que al implementarlas les permitirían mejorar, lo cual resulta mucho más fructífero y enriquecedor que el feedback.
Ciertamente, cuando un profesional está comenzando su carrera es bueno que sepa en qué se equivocó o qué falta para que su desempeño sea óptimo. Sin embargo, para este novel empleado, así como para aquellos con más experiencia, lo más importante es saber cómo hacerlo mejor y efectivamente mejorar.
De modo que es preferible que las personas se concentren, como bien dice Imber, en pedir consejos en lugar de pedir feedback, pues al final suelen ser simples comentarios que es poco lo que aportan.