Por María Margarita Galindo 

Los sentidos de la pedagogía están agotados. No hay forma de continuar avanzando en el conocimiento cuando tenemos una tecnología que avanza mil pasos contra uno de quienes son los responsables en generar el conocimiento en las aulas.

La educación primaria, secundaria y universitaria, salvo contadas excepciones, pareciera que se estanca en patrones curriculares del siglo XX, y si bien teorías como las de Piaget o Freire fueron altamente epistemológicas en su momento, la tecnología ha cambiado por completo las experticias y las orientaciones educativas contemporáneas, razón por la cual, de ser planteamientos muy válidos para la adquisición del conocimiento, ahora son importantes antecedentes epistemológicos.

No se puede continuar por un cauce desarticulado entre las ciencias sociales, naturales y exactas cuando la llamada realidad virtual y la inteligencia artificial se mezclan en un mundo que todavía hace crisis social en naciones de América Latina con la pobreza, el hambre y la emigración.

Ante esta realidad, necesitamos nuevos espacios del conocimiento. Cambiar el aula que solo mira las espaldas de niños y adolescentes por otras que integren sus rostros ante computadoras en sus mesas. Necesitamos docentes que abandonen sus marcadores y pizarrones y sean generadores de ideas innovadoras con pizarras de imágenes tridimensionales. Hacer una praxis in situ y comparada entre lo biológico y lo virtual.

Debemos desarrollar un pensamiento crítico desde la poesía, la narración, el ensayo y la novela. Hay que reconstruir las actividades pedagógicas con currículos modernos que no solamente cambien líneas sino ideas al pensar. Tenemos que modificar contenidos que se articulen en objetivos y estrategias para múltiples conocimientos. Hay que cambiar y modificar las menciones de las carreras tradicionales de educación y centrar la capacitación de docentes que sean protagonistas constantes de políticas públicas sociales y económicas. La culturalidad hay que llevarla hasta los transdisciplinario en lo geohistórico.

América Latina está llamada a ser un continente que se transforme en lo agrícola, industrial, comercial y tecnológico, pero ello sólo será posible cuando haya una educación que oriente sus discusiones hacia la creatividad constante. Que desintegre los conductismos y determinismos que anclaron las ideologías que nos llevaron por los estadios de las guerras en el siglo XX y aún se mantienen latentes en algunos países como Venezuela, que han sido alterados en sus sistemas políticos.

La educación y la pedagogía. La pedagogía y la educación. Ambas deben ir unidas en reciprocidad para generar el conocimiento y la inteligencia humana que requiere el planeta en la historia contemporánea. Es necesario replantear los espacios docentes en América Latina.

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