OPINIÓN

Es la voluntad popular, no la militar

por Rafael Augusto López Rafael Augusto López

En el año 1957, el dictador General de División Marcos Pérez Jiménez, debía convocar elecciones presidenciales, alguien lo convenció de que no convocara elecciones presidenciales, sino que llamara a un plebiscito para que los venezolanos dijeran mediante el voto si debía continuar como presidente por otro período o no; y seguramente la gran mayoría votaría para que se quedara cinco años más, pero, con un ropaje democrático. Cuando el órgano electoral hace pública la convocatoria, las fuerzas que luchaban contra la dictadura, interpretan tal jugada como una farsa, un fraude constitucional y se convoca para el 21 de noviembre una gran protesta en la Universidad Central de Venezuela, la que es reprimida de manera salvaje por la Seguridad Nacional, la Policía y la Guardia Nacional, dejando muertos heridos y detenidos. El 15 de diciembre se realiza el plebiscito, el día 16, Radio Nacional de Venezuela comienza a transmitir los escrutinios, en las primeras horas estaba ganando el NO (representado por una tarjeta cuadrada de color rojo). Después del mediodía el SÍ (representado por una tarjeta redonda de colores amarillo, azul y rojo) comenzó a remontar, tomó la delantera y la dictadura se declaró ganadora. La Junta Patriótica denunció el fraude y llamó a arreciar la lucha para derrocar a la tiranía. El 23 de enero de 1958 huyó el dictador.

67 años después no hubo Junta Patriótica, pero tuvimos la fortuna de encontrar una Libertadora con gran inteligencia, con aguda visión estratégica, con una valentía indoblegable, con honestidad a toda prueba y con profundo amor por Venezuela, que logró seducir a la inmensa mayoría de los ciudadanos, poniendo de relieve una astucia sin igual para superar todos los obstáculos que la dictadura le colocó en todo momento y donde quiera que se desplazaba sin llegar a flaquear ni un instante. Ese liderazgo inédito condujo a este pueblo El 28 de julio pasado a una victoria sin precedentes, de cada 10 venezolanos, 7 votamos para elegir a Edmundo González Urrutia como presidente de la República, y apenas 2,5 lo hicieron para que continuara la tiranía.  Se repite la historia. Ya no se trata de un plebiscito sino de una elección presidencial, que se desarrolló con normalidad, excepto las incidencias atinentes a cada elección, según el testimonio del ministro de la defensa Vladimir Padrino López y del ministro de relaciones interiores Almirante en jefe Remigio Ceballos Ichazo. Pero, luego de conocer el terremoto político ocurrido, inventaron una cifra y un hackeo para no publicar el verdadero resultado que le da una aplastante victoria a Edmundo González Urrutia, triunfo que ha sido mostrado al mundo entero publicando en página web cada una de las actas mesa por mesa, por centro de votación, por parroquia, por estado; y los miembros del grupo Carter y la misión de la ONU han certificado que las mismas cumplen con todos los códigos de seguridad. Mientras el oficialismo se niega a mostrar sus actas al igual que el CNE, sencillamente porque se comprobaría la aplastante derrota de Nicolás Maduro. Los gobiernos más cercanos al candidato derrotado como son Colombia, Brasil y México saben quien ganó, y al no reconocer oficialmente a Maduro están confesando tácitamente que perdió. Al parecer, el recurrir a la sala electoral del TSJ, se les está complicando y Enrique Márquez los tiene locos. Pero, ha surgido la tesis manejada por Brasil y Colombia, de un gobierno de coalición o la de repetición de las elecciones; desconociendo que los venezolanos no votamos para cambiar a Nicolás por Edmundo, sino para ponerle fin a 25 años de tiranía que aspiramos más nunca se repita. Esta tesis, me hace recordar aquella máxima: ¨del ahogado el sombrero¨.  Lamento que la cúpula militar sin ningún pudor se haya colocado a espaldas de la soberanía expresada por la voluntad popular a través del voto, imponiéndonos a sangre y fuego su voluntad, a pesar de que son los custodios y principales testigos del resultado contenido en el Sobre Número 1. Que guarda las boletas electorales de todas y cada una de las mesas de todo el país, por lo tanto, si ellos deciden hablar, el problema está resuelto, y si por el contrario acuerdan destruir el material que es la prueba máxima, habrán cometido un grave delito imprescriptible. Por eso, quienes votamos por Edmundo González Urrutia estamos obligados a continuar exigiendo el respeto a lo que expresamos en las urnas, que no es otra cosa que por la voluntad soberana del pueblo como siempre ha sido, tengamos el derecho a darnos un gobierno democrático en Venezuela. Y tener presente el dicho africano: «El león duerme sin comer, cuando la manada se junta» mantengámonos juntos.

rafael.tuto@gmail.com