La sucesión de Angela Merkel debe esperar-Bielorrusia-UE
AFP

Nos llenamos la boca proclamando con voz elevada y exaltados vociferamos con admiración, respeto el valor de la mujer venezolana, más allá de los reinados de belleza. Crecimos escuchando gloriosas historias sobre mujeres significativas, trascendentales y decisivo papel en la independencia, que en tiempo pasado y hoy, levantan familias a fuerza de empeño, coraje y amor infinito, a pesar de sus abandonos. Machistas ramplones que soeces distinguen sólo lo físico, objetivo carnal a conquistar, seducidas por el vigor masculino, para después huir cobardes, alardeando la travesura, bocones de la aventura, ufanándose de la muchachada desparrama como trofeo, sin asumir consecuencias.

Con deferencia apreciamos el valor social de las que superan la estulta tradición machista. Estudian, se gradúan, preparan, ingresan a empresas para desempeñar labores que hasta no hace mucho estaban reservadas –acomplejadas actitudes y pensamiento de quienes sostienen el hombre es por naturaleza superior a la mujer–, por el machismo ignorante, servicial y defensivo. La mujer afirma identidad y complementariedad en beneficio propio, de la familia, mercado laboral y sociedad en su conjunto. En la actualidad, se desempeñan con habilidad intelectual, espiritual, manual, conocimiento y éxito.

Aquella necia, majadera explicación de un alto oficial de la Aviación Militar sobre la imposibilidad de una mujer al mando de reactores ultrasónicos de combate, alegando debilidad maternal, postración menstrual y complejidad tecnológica aérea. Hoy, el arrogante cretino observa ensimismado como surcan los cielos piloteando con destreza, responsabilidad y eficiencia no solo aviones cazas, sino gigantes de transporte intercontinental. Militares israelíes, son ejemplo de la eficacia y confiabilidad que demuestran en el rudo arte militar y técnica especializada. Además de la destacada, precisa y notoria participación femenina en actividades de la humanidad durante el último siglo. Sin duda, aportan contribución singular a la estabilidad de la familia, mundo laboral, la sociedad y el bien común; lo cual se debe desarrollar sin discriminación, violencia o explotación. La maternidad tiene valor, dignidad única e irreemplazable; pero estólidos, persisten -por esa razón- discriminarlas.

En buena parte de la historia humana las mujeres fueron mantenidas relegadas a cocinar, lavar, procrear, cuidar niños y tener comida caliente para el cazador que regresaba a su caverna o fortificada residencia medieval. En la actualidad, se han ganado puestos claves en el desarrollo de la humanidad, e incluso llegado a ser líderes de naciones, gobernando en su gran mayoría con maestría, cumpliendo la función encomendada con impecable pulcritud. No hay que hurgar en la memoria para encontrar nombres, ejemplos sobran. La auténtica emancipación femenina consiste en la libertad de ser ella misma, reconocimiento universal, respeto de la identidad femenina, dignidad y auténtica igualdad.

Golda Meir ejerció el liderazgo de Israel y sin miedo, afrontó con gloria la defensa de su nación ante la machista avalancha árabe. Ángela Merkel se ha consolidado como uno de los gobernantes más eficientes y populares de Alemania. De los líderes más perspicaces, claros e influyentes de Europa, donde antes Margaret Thatcher no tuvo inconveniente en cocinar, mientras retaba con éxito el orgullo del poderoso sindicato del carbón en Inglaterra. Y la fuerza que tiranos militares argentinos de exiguo cociente intelectual, retándola hasta que la flota inglesa, los sacó de las Malvinas y, por carambola y rebote, del poder en Argentina.

Michelle Bachelet dos veces presidente de Chile, hoy denuncia la tiranía castro-venezolana con su esmerada e implacable defensa de los derechos humanos, voz firme y confiable en las Naciones Unidas. Como ellas, en el mundo, la humanidad rebosa de mujeres que ejercen responsabilidades públicas y privadas logrando metas con discernimiento, talento y valor de conciencia ética sobre la base de la moral.

En Venezuela tuvimos y tenemos mujeres de amplia confiabilidad. Y ante el desgaste opositor demasiadas veces derrotado, engañado, desunido y sin contrición; tenemos un ejemplo de firmeza en su mensaje, coherencia en su posición y valentía en la adversidad; a quien nadie puede señalar de vocinglera de pendejadas, porque no miente, defiende principios, valores y buenas costumbres. Da la cara, habla con claridad lo que piensa y por qué. No practica la politiquería, ni participa en negociaciones secretas, creyéndose con arbitrario derecho a pactar futuro sin autorización ciudadana. A los embusteros aquejados del secretismo obsesivo, abusivo, la ciudadanía les retiró su confianza, se burlaron en demasía y los reclamos quejumbrosos de los hipócritas caen en saco roto. No atinan entender que ya no gozan de representación legitima. La confianza es una actitud mutua.

Abruma el hastío, la miseria y derrota. El daño que han hecho a Venezuela, propensos hacia lo malo, funesto, como el G4 en sociedad con el castrismo de Chávez-Maduro, es irreparable. Son una infeliz incidencia, rehenes obedientes en su rol badulaque.

Los ciudadanos estamos en el deber, obligación de cambiar la estrategia, ruta y conducción. Es hora de la mujer, vital para el cambio que tanto anhelamos. Libertad y democracia.

@ArmandoMartini

 


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