La semana pasada Pekín decidió poner en marcha un experimento que, de resultar, pudiera ser útil a los fines de debilitar la moneda norteamericana. Ello se inscribe, claro está, en su propósito de afianzar su presencia dentro del espectro geopolítico del momento. Anunció el gobierno chino que su Banco Central procedería a crear una moneda digital, el e-RMB y que dejarían de usar el dólar en sus transacciones bursátiles. El periódico británico The Guardian fue de los primeros en recoger el hecho señalando que esta sería la primera moneda digital operada por una economía de gran calado y de significativo peso mundial.
Los medios oficiales chinos no tardaron en ripostar, dejando claro que este nuevo instrumento de intercambio no tardaría en convertirse en una “alternativa funcional al sistema de liquidación en dólares”.
Nada más claro: el objetivo confesado de China sería desplazar al signo monetario estadounidense como moneda de reserva y como eje del comercio mundial. De esta manera, lo que intentan es protegerse, por adelantado, de una paralización del acuerdo comercial con Estados Unidos, lo que eventualmente podría ser una posición que asuma Donald Trump dentro de su particular manera de entender la participación de China en la expansión del coronavirus. De esta manera, también, China le saldría al paso a otras naciones chinofóbicas que opten por sumarse al posicionamiento agresivo de Estados Unidos
Meses atrás ya Pekín había dejado descolgar el valor de su moneda por debajo del nivel de 7 a 1 imperante desde el año 2008 con la finalidad de mejorar su posición comercial vis à vis de los norteamericanos, pero pagaron caro en las bolsas por esa iniciativa.
Ahora de nuevo el Banco del Pueblo ensaya un método novedoso para debilitar la moneda de su contrincante y esta vez pareciera querer ir en serio. Desde este mes de mayo los funcionarios en las ciudades de Shenzhen, Suzhou, Chengdu y Xiong’an recibirán sus salarios en la nueva moneda digital, el e-RMB. En estas importantes ciudades las operaciones comerciales igualmente se nominarán en este singular instrumento de pago. Aparte de estas informaciones circuladas por el banco, no se sabe mucho más acerca de cómo abordarán su masificación y su fortalecimiento. Al parecer las autoridades monetarias se estarían sustentando en una experiencia previa que data de hace poco más de un año, cuando China alcanzó a procesar 37 trillones de dólares a través de plataformas de pago digitales como AliPay y WeChat. El Deutsche Bank ha sido uno de los entendidos en el tema que ha considerado que, con 1.430 millones de habitantes, China cuenta con el potencial para lanzar una criptomoneda y ponerla a circular, de la misma manera que Facebook también dispone de la masa crítica de usuarios necesaria –un tercio de la población del mundo- para mantener a Libra, su instrumento electrónico de pagos.
Pero aun así el e-RMB no tendría cómo sustentarse. De acuerdo con informaciones proporcionadas por el proveedor global de servicios de mensajería financiera para transacciones entre países, el rastreador mensual de RMB l de Swift, el yuan chino apenas representa 1,85% de las transacciones globales.
Así, pues, pareciera que hasta allí les llegó el impulso a los chinos en su propuesta de erosión del dólar y de dominación mundial por la vía de acaparar los flujos monetarios en una moneda digital. La irrupción del coronavirus desvió su atención hacia otros derroteros más factibles. El proyecto de una moneda digital podría ser un objetivo factible de perseguirse en cualquier instante, pero se convierte en un riesgo mayor cuando el mundo se encuentra sumido en una recesión peor que la del año 2008.