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¿Es del interés de Estados Unidos ayudar a la recuperación del hemisferio luego de la pandemia?

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El futuro de las relaciones de Estados Unidos con el resto de las Américas estará determinado por las percepciones de la calidad de su ayuda en la recuperación de la región después del coronavirus.

A medida que el mundo emerge de la pandemia, muchos países de América Latina y el Caribe necesitarán una ayuda significativa. Es probable que un programa de asistencia para la región sea impopular para un segmento de la población estadounidense mientras Estados Unidos trabaja sobre su propia recuperación. Sin embargo, cuando llegue el momento será de interés para el país hacerlo.

El impacto económico en América Latina y el Caribe debido al virus seguramente será peor, incluso, de lo que muchas de las organizaciones financieras internacionales proyectan, y estas están seguras de que las cosas serán muy malas.

El Banco Mundial actualmente predice que la tasa de crecimiento agregado de la región se contraerá en más de 5% este año. Esto será devastador, pues representa un giro negativo estimado del 7%, y esto solo desde octubre de 2019, cuando se pronosticó que las tasas de crecimiento promediarían un decepcionante 1% anual. Los acontecimientos recientes en la economía mundial sugieren que la estimación de una caída del 5% es incluso optimista.

Como en Estados Unidos, algunos sectores están siendo más afectados que otros. Gran parte del Caribe, por ejemplo, depende del turismo internacional, la industria de viajes y ocio, especialmente desde Estados Unidos. Aerolíneas, cruceros, cadenas de hoteles y los servicios de viajes de todo tipo han sido severamente afectados por la pandemia y probablemente se quedarán atrás de otros sectores en la recuperación económica. El turismo depende, obviamente, de capital disponible. De hecho, durante el último mes, casi 30 millones de trabajadores en Estados Unidos solicitaron beneficios de desempleo. Disney anunció que suspendería 43.000 trabajadores. Para cuando el país abra nuevamente sus negocios y los trabajadores regresen (si regresan) a sus puestos de trabajo, no habrá muchos recursos disponibles para unas vacaciones. El Caribe sufrirá desproporcionadamente como consecuencia.

Otros países de la región tienen desafíos diferentes, pero igualmente severos. Incluso antes de la pandemia de coronavirus, Argentina estaba luchando por salir de una grave recesión económica, de controlar una inflación desenfrenada y evitar otro incumplimiento soberano de la deuda. Países como Chile, que se encuentra relativamente mejor en términos macroeconómicos, Ecuador y Haití entre otros de la región, estaban experimentando graves disturbios civiles derivados de la creciente desigualdad social.

Colombia, por su parte, está inundada de refugiados venezolanos, al menos millón y medio. Los servicios básicos colombianos ya estaban abrumados y desesperados por recibir ayuda internacional a finales de 2019. La pandemia cerca de la frontera venezolana es incluso peor. La infraestructura de salud de Venezuela ha efectivamente colapsado después de más de 20 años de corrupción e incompetencia chavista. La economía para los pobres en Venezuela es tan mala que ni siquiera pueden practicar el distanciamiento social porque la escasez sistémica significa que muchos necesitan salir todos los días en busca de alimentos básicos.

Quizás lo más alarmante es la situación en Brasil, donde el gobierno de Bolsonaro parece determinada a minimizar el peligro del coronavirus y puede estar preparando el escenario para un aumento masivo de infecciones.

Si todo esto no fuera suficiente, la caída extraordinaria de los precios del petróleo está agotando aún más las reservas económicas de toda una serie de países productores de petróleo, incluidos México, Brasil, Colombia, Ecuador y Venezuela.

El agravante es que, si América Latina está muy por detrás de América del Norte y Europa en su recuperación, los problemas que han aquejado a la región antes de la pandemia volverán a crecer y probablemente se ulceren a un ritmo acelerado. La inmigración ilegal desde Centroamérica está muy disminuida por el momento, pero ciertamente empeorará, junto con el narcotráfico. Los grupos criminales transnacionales se volverán más fuertes y más influyentes. La inestabilidad en países que no pueden orquestar efectivamente una recuperación económica o proporcionar servicios básicos parece inevitable.

Casi inadvertidamente Estados Unidos ha estado brindando un apoyo sustancial a nivel internacional para combatir la pandemia. El gobierno de Trump, de hecho, afirma que está haciendo más que cualquier otro país. Esto puede ser cierto, pero la recuperación posterior a la pandemia requerirá mucho más dinero y un compromiso renovado a largo plazo.

Los expertos solían decir que cuando Estados Unidos se resfriaba, América Latina contraía neumonía. Hoy, está claro que los virus económicos y sociales, como las enfermedades médicas, fluyen en ambas direcciones y no respetan las fronteras.

La política exterior de los Estados Unidos de América cambiará en un mundo posterior a la pandemia. El presidente Trump anunció en su posesión que Estados Unidos volvería a calibrar sus interacciones con el mundo y colocaría los intereses estadounidenses al centro de sus esfuerzos políticos. Bueno, mucho ha cambiado.

Lo que sigue siendo cierto es que cuando América Latina y el Caribe sufren, sus problemas resuenan aquí. Estados Unidos está ahora inextricablemente unido a América Latina, nos guste o no.


Este artículo fue publicado originalmente en inglés en The National Interest.

 

 

 

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