Si bien hay consenso en que el trabajo en equipo es importante, no todos se dan cuenta del impacto que produce en una empresa: es uno de los aspectos más relevantes cuando se habla de eficiencia organizativa. Y la razón es simple. Cuando varias personas trabajan juntas para lograr un objetivo común, la compañía es más competitiva, alcanza mayor productividad y es más rentable. Es decir, puede prosperar.
Así que son muchas las ventajas de trabajar en equipo. Una de las principales es que las tareas se completan más rápido y eficientemente. Además, permite a cada integrante compartir conocimientos y habilidades, lo que puede resultar en soluciones más innovadoras y creativas.
Otra de las ventajas es que fomenta la comunicación y la cooperación, lo que contribuye a mejorar el ambiente de trabajo. También aumenta la participación y la sociabilidad y propicia el desarrollo de la individualidad y la rapidez.
En líneas generales, trabajar en equipo puede ser una experiencia muy positiva y beneficiosa no solo para la empresa, sino para todos los involucrados.
Sin embargo, conformar un equipo de trabajo puede representar una de las tareas más complicadas dentro de las responsabilidades de un líder, ya no se trata simplemente de juntar personas para alcanzar un objetivo o meta. Es necesario lograr la compenetración, coordinación, confianza y profesionalidad entre todos los miembros, incluyendo a la cabeza.
De allí que sea clave para los líderes valorar con ojo crítico las ventajas y desventajas al momento de conformar los equipos de trabajo, a fin de realmente unir a las personas para resolver tareas que pueden ser cruciales para una compañía.
Para ello, los líderes deben tener claro qué hace que en un equipo de trabajo todas las piezas encajen y funcionen con la precisión de un reloj. Por ejemplo, la falta de preparación de los miembros, las divergencias en la velocidad del trabajo y la abundancia de personal atentan contra la efectividad de un equipo. De manera que es recomendable tenerlo presente al momento de constituirlo.
Tomando lo anterior en consideración, para lograr formar un equipo de trabajo que sea exitoso y perdure en el tiempo también hay tres aspectos que no deberían ignorarse. El primero es contar con líder adecuado. Debe tener cualidades y habilidades para saber guiar al equipo, potenciar la comunicación y mantenerlo enfocado en los objetivos que debe cumplir.
Lo segundo es contar con los integrantes indicados -las personas que conformarán el grupo deben poseer el perfil idóneo para las funciones que desempeñarán- y, tercero, los objetivos deben estar definidos. Los miembros del grupo deben conocer a profundidad las metas que deben trazarse a corto, mediano y largo plazo y entenderlas con claridad.
Ciertamente las estructuras de cada equipo de trabajo son totalmente diferentes, pero para que un equipo funcione necesita ser hábil en lo que hace y ejecutar cada tarea con actitud positiva. Esto último es prácticamente un mandato porque un equipo unido y bien estructurado alcanza los mejores resultados.
Entonces, ¿hay que apostar a los equipos de trabajo? La respuesta es, sin duda, sí.