Hace muchos años que conozco a Jesús Serra Pérez, empero sólo iniciamos una amistad más estrecha y fecunda cuando formamos parte de la Junta Directiva de la Asociación de Escritores de Venezuela «Seccional Mérida», a la cual renuncié para dedicarme a mi trabajo literario personal.
Pese a mi retiro, todavía mantenemos una relación intelectual caracterizada por el mutuo respeto y admiración.
«Algún día los poetas tendrán que aceptar que los tiempos han cambiado y que la bohemia no siempre conduce, a quien la profesa, a producir grandes obras», suele repetirme el autor de Tiempo y cauce (poemas, 1984)
Serra Pérez es un hombre de extraordinaria afabilidad: bien formado y culto, que muestra respeto a todos [sin excluir adversarios]. No propende a querellarse, pero encara a sus fortuitos enemigos: los que a ninguno falta en ambientes universitarios y políticos. Lo cierto es que ha sido sobresaliente en sus quehaceres poéticos, investigativos, ensayísticos y también en funciones académicas-administrativas como director del Instituto de Investigaciones Literarias «Gonzalo Picón Febres» (Universidad de los Andes).
Admito que ha sido Tiempo y cauce el único libro que he releído durante estos días, y al cual hice una reseña que me publicó el diario El Nacional (el mismo año de su aparición) Me ofuscaba y despertaba profundo interés su tono trágico, la apología de la muerte, el telurismo expuesto en sus textos escritos luego de la desaparición física de su padre:
«Has muerto/padre/y era imposible que te llorara […]»
La «Temática de la Muerte» me seduce, impacta y atrapa cuando lleva implícitos razonamientos filosóficos. En la poética de Jesús se advierte una nada despreciable dosis de reflexión:
«La muerte/más allá de tus ojos/se arrodilla y te miente […]» (p. 25)
Me sentí presa de preocupaciones literarias y, por ello, fui, sin anunciárselo previamente, a su despacho del Instituto de Investigaciones Literarias «Gonzalo Picón Febres»: dependencia universitaria bajo su responsabilidad desde hace cinco años. Allá conversamos:
-¿Qué opinas de la actualidad literaria venezolana? –lo interrogué mientras veía transitar algunas personas, desde el ventanal de su oficina situada en el cuarto piso.
-Considero, Alberto, que la Literatura Venezolana, en todas sus expresiones y formas, ha experimentado un notable desarrollo en los últimos tiempos –aseveró-. Evidentemente, tal desarrollo es normal por cuanto no se concibe que un país avance en otros campos mientras las expresiones artísticas-literarias permanezcan atrasadas […]. En tal sentido, los venezolanos debemos sentirnos orgullosos de tener narradores, poetas, críticos y dramaturgos como: Salvador Garmendia y Gustavo Luis Carrera, Rafael Cadenas, Guillermo Sucre y Edilio Peña […]. Ellos han producido obras verdaderamente contemporáneas, con recursos expresivos eficientes y novedosos […]
El teléfono repicó varias veces, e interrumpió nuestro diálogo. Nos acompañaba José María Navarro, catedrático de la Universidad de Bremen (República Federal Alemana). Se hallaba en Mérida para impartir un seminario sobre la Recopilación Historial de Venezuela Fray Pedro de Aguado, a petición de nuestra casa de estudios superiores.
-Creo que el conjunto de las obras de los mencionados puede exhibirse universalmente, sin el más mínimo «Complejo de Inferioridad» –añadió-. Aparte de los citados, vemos conformarse una legión de escritores jóvenes que promete transformarse en una generación de relevo con características formales. Por supuesto, distinta a los mencionados […] En fin, tengo la más franca estimación por la literatura que -en estos tiempos- se cristaliza en el país. Merece el respeto de las editoriales nacionales y extranjeras.
Previo a nuestra entrevista, Serra Pérez me había obsequiado una copia que tenía de su Breve Historia del Instituto de Investigaciones Literarias «Gonzalo Picón Febres»: el de mayor reputación entre los existentes en Venezuela. Nació el Año 1977, luego de haber cumplido una reconocida actividad en condiciones de «centro» (desde octubre de 1965 hasta el mes de mayo de 1977).
-A pesar de la buena reputación de nuestro instituto, muchos intelectuales aducen que sus miembros-investigadores no se ocupan de examinar o comentar la literatura no «consagrada» y «nueva» –discerní-. ¿Qué ocurre? ¿Por qué no cumplen nuestros (críticos) investigadores con su responsabilidad de orientar a los lectores?
-En el caso específico de nuestro instituto –dilucidó-, tengo que decir que tenemos un grupo de acuciosos investigadores con sólida formación literaria: que ha dividido su tiempo entre la docencia e indagación propiamente dicha. Esta doble actividad exige un gran esfuerzo que, muchas veces, no deja tiempo para otras labores que, como señalas, son necesarias. Porque, el punto de vista que algunos de ellos exprese puede constituir la mejor referencia para el público en relación con determinadas obras […]
«Es lamentable que no sea posible por razones de tiempo –insistió-. Los investigadores, que son lectores privilegiados y personas con excelente formación académica, están en condiciones de examinar cualquier obra literaria» Recordé que, semanas atrás, Jesús Serra Pérez me había informado respeto a la Maestría en Literatura Iberoamericana que, promovida por el Instituto, pronto [mes de mayo] ofrecerá la Universidad de los Andes. Razón por la que le pregunté si, finalmente, podrían venir o no, según anunciaron en periódicos, Octavio Paz y Carlos Fuentes a impartir sus conocimientos en calidad de «profesores invitados».
-Existe la posibilidad de que, realmente, el Instituto de Investigaciones Literarias «Gonzalo Picón Febres» logre ese propósito. Quizá para el primer semestre de la maestría sea difícil consolidar la presencia de tan distinguidos escritores latinoamericanos. Pero, nuestro empeño sigue en pie. Les enviamos las misivas oficiales. No han respondido todavía. El caso de Fuentes es diferente porque ya estuvo en la ciudad, invitado por nosotros. Seguro vendrá para el segundo semestre.
Durante varios años, el Instituto promovió más de cincuenta enjundiosas investigaciones. Mencionaré algunos de los autores: Alberto Rodríguez Carucci, Lubio Cardozo, Adelis León Guevara, Juan Pintó, Ángel Vilanova, María Luisa Lázzaro y –precisamente– mi interlocutor Jesús Serra, con un ensayo (inédito) en redor de la escritura de Enriqueta Arvelo Larriva. Ellos son los estudiosos más representativos de la Escuela de Letras, directa e indirectamente vinculados al Instituto.
Al final de nuestra plática, Jesús murmuró sentirse profundamente satisfecho por el trabajo grupal que han desarrollado en organismo de la ULA.
-Esta labor no se ha limitado a la investigación –sentenció-, sino que también ha influido a otras áreas como la extensión y docencia. Robusta, con un gran sentido de excelencia académica. En base a ello, quizá hoy el Instituto de Investigaciones Literarias «Gonzalo Picón Febres» sea el más valorado del país. Nuestro más caro propósito es sobrepasar las fronteras de Venezuela para convertirnos en institución de respetabilidad continental.
@jurescritor
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