Debo confesarte, querido lector, que no me imaginé lo vivos que están los sentimientos por Rómulo Betancourt en Venezuela. Me refiero a sentimientos de todo tipo. Y es que Rómulo Betancourt fue un personaje polémico, carismático, protagónico, como no es el actual régimen. Con este trabajo en su primera parte, mis amigos de centro izquierda: más o menos bien; mis amigos de izquierda radical: incómodos (incluso hubo algún medio periodístico (vía web) que no quiso publicar el análisis de la entrevista. Vetado Betancourt -supongo; aún no sé si a mí también me vetaron). Mis amigos de centro derecha: más o menos bien. Mis amigos de derecha: menos que más. De todos modos, me propongo ser fiel a mi empeño de revisar algunos aspectos de estas hermosísimas entrevistas, que hiciera Miguel Otero Silva. Una nota al margen: me pregunto por qué la izquierda del país sigue empecinada en justificar a este gobierno injustificable.
¿Seguimos con Rómulo Betancourt?
Betancourt: —¿Quieres café?
Otero: —Sí, gracias.
Otero: —¿Se puede preguntar sobre Cuba?
Betancourt: —¿Por qué no?
Otero: —En relación con el problema de Cuba existen dos posiciones entre los gobiernos latinoamericanos. Una, la adoptada por México, Brasil y Chile, los cuales sostienen a ultranza el principio de no intervención, y otra mantenida por el resto de los países, los cuales consideran el régimen de Cuba tan poderoso para la seguridad del hemisferio que llegan a juzgar necesaria una revisión del principio de una intervención. ¿Puede usted decirme por qué motivo Venezuela se ha alineado al lado de estos últimos y no de los tres primeros?
Nota: el libro presenta dos errores en esta pregunta. En lugar de “poderoso”, se deja entrever que lo que se dijo fue “peligroso”. En segundo lugar, en vez de “una intervención” debería decir “no intervención”.
Betancourt: (se quita los anteojos y los limpia meticulosamente, piensa por vez primera un par de minutos antes de responder una pregunta del periodista y luego dice sus palabras con mucha calma, mencionando los signos de puntuación, como si le dictara a un mecanógrafo) —Ese problema requeriría un análisis extenso. En realidad, las relaciones de mi gobierno con el gobierno de Cuba comenzaron a deteriorarse por una actitud francamente intervencionista por parte de aquel gobierno en las cuestiones venezolanas. Hay que recordar que el entonces canciller, doctor Ignacio Luis Arcaya, envió una nota de protesta al gobierno cubano cuando el señor Ernesto Guevara dijo públicamente que los gobernantes venezolanos deberían ir a La Habana a recibir orientaciones. Posteriormente el gobierno de Venezuela negó visas de entrada al mismo señor Guevara y al señor Raúl Castro, quienes habían sido anunciados como oradores en un mitin organizado por el Partido Comunista en la plaza de El Silencio para conmemorar el aniversario de la Revolución rusa. En cuanto a la ruptura de relaciones entre los gobiernos de Venezuela y Cuba, se produjo como es bien conocido cuando el canciller Roa me imputó que mi gobierno actuaba de acuerdo con instrucciones recibidas del Departamento de Estado Norteamericano, falsedad e injuria intolerables.
Es impensable que aquellos que esgrimen las banderas de la “soberanía”, hoy día hayan cumplido a pie y juntilla aquel anhelo del Che. Muchos han sido los funcionarios de este gobierno que han ido a recibir “orientaciones”. Hoy se despliega en suelo patrio un contingente de personal del hermano país, y laboran en diferentes instancias del poder público. Hay un notorio caso de un asesor cubano que maneja prácticamente todo el alimento balanceado para animales desde el Ministerio de Alimentación. En todo caso, es un tema a investigar. Lo cierto, es que la actitud de Betancourt no fue menos que patriótica al dar a respetar el derecho que los venezolanos tenemos de formar a nuestros cuadros políticos. No debemos los venezolanos estar recibiendo “orientaciones políticas” de ningún país, sea del tinte ideológico que sea.
Lo más fácil es acusar de “pitiyanqui” a cualquiera que no se incline ante la arrogancia de los emperadores de la izquierda mundial. En todo caso, quedará a los historiadores determinar cuánto de cierto hay en las acusaciones de Roa. Pero adelanto, se suelen desarrollar campañas de difamación e injuria contra cualquiera que frunza el ceño ante un estornudo del gobierno. Lo hemos vivido harto en Venezuela en estas últimas dos décadas.
Continúa Betancourt: …está en la memoria de todos los venezolanos, la forma como los sectores políticos amigos en Venezuela del régimen del señor Fidel Castro han acudido a todos los medios ilegales imaginables para desarticular nuestra economía y derrocar al régimen constitucional. Seguramente porque producimos petróleo… Venezuela ha venido a ser uno de los objetivos de la Guerra Fría y es desde La Habana desde donde vienen las consignas y los estímulos insurreccionales para la extrema izquierda del país.
Aquí los motivos esgrimidos por Betancourt en la crisis con La Habana. ¿Se puede acusar a Betancourt de vendido hoy en día? ¡Parece que no!
Continuará…
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