Maduro despegó en penumbras, a media luz, con destino a Moscú para visitar a su socio y viejo amigo Vladimir Putin. Diosdado sigiloso, casi en silencio, atravesó el Pacífico y aterrizó en el solitario aeropuerto de Corea del Norte, feudo del impresentable Kim Jong-un. Nadie conoce bien por qué y para qué, informaciones hablan de reuniones, fortalecimiento de cooperación y demás imprecisiones diplomáticas, cuando no se tiene nada que señalar. Pero ¿quién está encargado de la Presidencia? ¿Padrino López, cuál de los hermanos Rodríguez, Maikel Moreno, la falsa oposición, los siempre cófrades Claudio, Timoteo, Mujica, Falcón? ¿O acaso Guaidó, el interino apoyado por el hemisferio occidental?
Curioso doble viaje justo cuando regresan a sus curules abandonadas de la Asamblea Nacional en desacato los disidentes parlamentarios del PSUV, cual misses desfilando en pasarelas del Miss Venezuela, y, por si fuera poco, comienzan las sesiones anuales en Naciones Unidas, donde arden las dos Venezuela: la de los castrodictadores y la reprimida del infierno comunista.
En paralelo, cancilleres americanos se concentran en la discusión sobre el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca. Uruguay se retira asegurando que lo hace en defensa del derecho internacional; también se pudo observar con asombro cómo quienes pusieron obstáculos contra la aprobación del TIAR, ahora sin recato ni pudor se convierten en fervientes impulsores, apropiándose indebidamente de glorias que no les corresponden y solo merece la fuerza ciudadana, la opinión pública cuya presión interna obtuvo, a pesar de sus detractores, la atención para que la fuerza internacional se impusiera.
Maduro y Cabello olvidan al canciller usurpador Arreaza, como cordero de sacrificio, para que ponga la cara y lleve palos en Nueva York, donde la torpeza, represión y corrupción de afluente permanente venezolano son parte del paisaje desvaído que muchos ignoramos. Chávez –su suegro– represó para convertir en arena movediza que todo asfixió. El castrismo madurista y sus cómplices acompañantes han abierto las esclusas inundando cuanto han podido, dejando como legado miseria, devastación y muerte. Es de eso, y como en un concilio ecuménico plural-religioso, que se platica en la enorme sede ubicada en la Gran Manzana, adonde enviaron a recibir bofetadas, patadas diplomáticas y pellizcos oficiales, sin equipaje de explicaciones, razones o argumentos, como agua del chorro para llenar una botella que en una época tenía vodka, al inmutable funcionario en cuya dura piel rebota la diplomacia tanto como la justicia y dignidad en los músculos tatuados de la Fiscalía General.
En Nueva York continúan los discursos, y, aunque oradores hablan de cambio climático, la protagonista es la Venezuela que se rebela. En el ínterin, el país disfruta de noches y días calurosos, el oficialismo y contraparte oficialista debaten en un patético teatro de camaradería; Maduro y Diosdado disfrutan, comen, beben sabroso y a placer, Guaidó ejerce su itinerato sin altos ni bajos, haciéndole suplencia al usurpador. Por otra parte, algunos reclaman por qué a la bufona caricatura parlamentaria no asistieron los patrocinadores camaradas Zambrano, Claudio, Bertucci, Mujica, para aplaudir, gritar vítores de emoción y alegría, según lo pactado. La consigna de «púyalo Carreño, patria socialista» no se escuchó, como acordado, pero el parlamentario constituyente conocido como el diputado “Luis Vuitton” lucía en la muñeca un lujoso reloj suizo IWC, reconocido mundialmente por su calidad y alto costo, mientras el pueblo que dice defender pasa hambre, miseria y muere por falta de medicina.
En Moscú y Corea del Norte puede que busquen algo o mucho, pero poco tienen para encontrar. Excepto equipos, pedagogía de control social, represión en la sociedad y torturas. Aunque para eso, La Habana está más cerca, en la cual, sin duda, harán escala para la rendición de cuentas.
@ArmandoMartini