El castro-cubanismo lo propuso, Chávez lo intentó, Maduro lo exigió, el Alto Mando Militar lo aceptó y la constituyente castro-venezolana lo aprobará. O sea, los 200.000 –general más, general menos– de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, llena de soldados, sargentos que se escapan y oficiales de rangos bajos que llevan el peso del esfuerzo castrense y ganan poco –pasan hambre y necesidades familiares siempre insatisfechas–, de oficiales medios y superiores que están, con alguna excepción, en los puestos de mando militares y la burocracia oficial en los cuales pueden enriquecerse, van a ser, esos 200.000 hombres y mujeres capitanes, mayores, coroneles, tenientes coroneles y más, aplastados por la presencia constitucionalizada de cifras maduristas, millones de milicianos presuntamente devotos al régimen.
Modifica así el castro-madurismo la historia, filosofía y proyección militares del país. Décadas de tradición de constante mejoramiento formativo y compromiso con la ciudadanía, la vetusta pero aparentemente importante tecnología militar rusa y la supuesta moderna china, años de empeño, disciplina, espíritu de sacrificio y vocación, se ahogan en el cubo de la basura comunista, con personal a sus órdenes directas, y plena complicidad, puede mirar tranquilo a su alrededor. Se convierte en un auténtico “señor de la guerra”, un caudillo militar, un Atila caribeño dispuesto a despedazar a quien se le oponga. Empezando por sus propios militares profesionales si es que se les ocurre enfrentarle un alzamiento.
La cifra exagerada de combatientes leales, esforzados y obedientes, socialistas, maduristas y antiimperialistas que proclaman en algunos de sus constantes delirios, pero por ahora solo de exhibición, muchísimos más que las decenas de miles de soldados, oficiales, generales y almirantes profesionales, que tienen misiles de ataque y defensa, tanques, cazas rusos y chinos, pero ni de lejos alcanzan a acercarse siquiera a la montonera miliciana porque así lo quieren los oficialistas, la aceptó sin parpadeos el obediente Alto Mando y la aprobará el departamento legislativo –poco eficiente en lo de “legislativo”– del régimen: la asamblea nacional constituyente en la que anida, empolla y manda el verdadero líder psuvista Diosdado Cabello, más astuto de lo que piensan algunos; puede que no tenga la Presidencia pero tiene el partido, la constituyente y el poder. Puede que haya régimen o no lo haya con Maduro o sin Maduro, pero sin Cabello parece no haberlo.
La pregunta sería: ¿quién controla a esos milicianos? ¿Maduro, Cabello o los militares profesionales que se pongan al frente? Porque tienen que encargarse del entrenamiento. Lo de transformar a la Milicia en un componente de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana es una realidad fáctica y será en breve tiempo escenario legal, tanto si se respeta o no la asamblea maduro-cubana constituyente, diga lo que diga una Asamblea Nacional enredada en su batalla interna, acosada por la policía y jueces obedientes al régimen.
Serán los nuevos vigilantes y soportes de la verdad ejecutiva, centenares de miles mejor o peor armados y entrenados, pero leales al régimen que les paga con salarios mínimos y pequeños bonos de miseria. En caso de una no previsible acción rebelde militar, pueden ser sin duda derrotados, pero sí resisten provocarán una carnicería y tormentos.
Porque a ellos hay que agregar las milicias disimuladas, fanáticos, pagados y armados, llamados colectivos, que las hormigas brasileñas pueden avanzar en grupo y distribuirse según vayan las cosas. Un ejército profesional decidido también puede derrotarlos; igualmente tras una mortandad.
Comenzaremos 2020 siendo oficialmente un país de milicianos, que puede tengan ilusiones y pajaritos en las cabezas, pero hacen bulto y cada día pesarán más.
Va a ser un 2020 pesado, complejo, arriesgado y difícil de prever. En vez de gritar “patria socialista o muerte”, habrá que sentir “patria, democracia y libertad”.
@ArmandoMartini