La élite gobernante se mueve en ambas dimensiones. Entre una y otra no hay un paso de distancia. Estos tiranos son esencia de la impudicia y sumatoria de la traición.
Vivimos un final disparatado, entre gente de bajos instintos; su inminente marcha, cada vez se les complica más. La impudicia y el descaro, unidos a la traición, es el fuerte coctel que adereza las entrañas de un régimen absolutamente descompuesto.
No solo se trata de las actuaciones bizantinas contra un país entero; entre los ejes gobernantes rondan los fantasmas dislocados, asustándoles hasta el frío ruido del timbre telefónico. Cada momento es sorpresivo ante la huida inminente.
En La impudicia, de Marguerite Duras, publicada en 1943, se desarrolla una trama de fuertes tensiones y brutales conflictos, entre personajes de dilatados calibres malignos.
La impudicia 2024 en Venezuela refleja una estructura de poder convertida en glacial derretido, donde navegan estos irresponsables, tratando de arrancarse el salvavida entre uno y otro.
La competencia entre quien roba más y quien manda con mayor fuerza irracional ha sufrido un cambio: cuál engaña más entre uno y otro.
Uno y otro hace referencia a los dos colectivos superiores: uno atrincherado en Miraflores y el otro en el ministerio, como Hitler en su último día. A decir de Tizón, en la “psicopatología del poder”: actúan bajo la sedación que les ofrece la perversidad de sus actos.
Utilizan la tortura contra 2.000 rehenes para amedrentar; el mensaje lleva otra dirección: cambiarlos por facilidades para la escapatoria inevitable. Las liberaciones de estas últimas horas apuntan a ese objetivo.
La impudicia es ausencia de vergüenza, sujetos carentes de recato; inexorablemente conduce a la traición.
Nuestra historia es rica en acontecimientos con acentuada presencia de estas dos variables: impudicia y traición, siempre de la mano.
Guardando las distancias, viene a la memoria, el año 1908, en el ejercicio de la presidencia, el general Cipriano Castro, viajó urgente a Alemania, dejando encargado a Juan Vicente Gómez, quien se alzó con el poder con una argumentación baladí: «Unos salen y otros entran». Así se erigió el tirano de la época, bajo insustanciales y fútiles razones.
El nuevo episodio es diferente, solo admite similitud, en la narrativa de la alta traición, que ahora ocurre solo para lograr el escape y la conservación de las montañas de riquezas, tan grandes como las ambiciones de ambos personajes.
A los usurpadores, presidente y ministro, los separa una cortina de odio y los une la irrealidad que les atrapa. Se cuidan uno del otro, pero mirando los drones como moscas acechando el laberinto descompuesto.
Loa actores secundarios en modo salvamento exigen ser incluidos en los planes de cada uno. Somos leales, dice desde la Asamblea Nacional el hermano mayor de la ignominia y temen ser desestimados junto a sus millonarias valijas.
Hay muchos involucrados, delirando grandezas por sus fortunas incontables, aunque el duro frío del invierno de la realidad comienza a entrar silenciosamente, como un dique iniciando su desborde.
De allí hacia abajo la situación también se avecina tormentosa. Los caciques de los poderes corrompidos han comenzado a aterrizar en la pista del desespero. No les será fácil adaptarse a la visita de la justicia, después de décadas de supremacía abusiva y de hamponato a manos libres: mafiosos, maleantes, bravucones; repartidos por las estructuras de un Estado fallido convertido en instrumento de bribones.
La hipocresía es una de las características a resaltar en la relación de poder, entre el tirano presidente y el tirano ministro. Las órdenes y contraordenes, en cada una de esas instancias, incrementa el desasosiego en las tribus y ayudantías. Es un disparate escondido en feroz represión, para demostrarse entre ellos mismos, su falsa fortaleza en el poder. En ambos despachos están instaladas las salas situacionales preparando las alternativas de la salida inevitable.
En el ministerio ordenaron la sustitución del fiscal, en Miraflores aguardaban en silencio sepulcral. Desde el Ministerio Público expidieron advertencias sobre el cartapacio de pruebas a salvo en el exterior, protegidas hasta de la guerra libanesa. El fiscal fue ratificado ante el temor apabullante de ambos despachos. Fue un misil con manto de protección. Misiles de crucero las carpetas del fiscal, logrando su objetivo: suspender el fusilamiento.
La cúpula militar experta en apostasía juega al momento final. “Los soles” miran para Rusia, pero ya sienten la gélida ruleta de Putin. La mayoría del generalato prepara su defensa, dirán que cumplían órdenes superiores: desconocen en su borrachera de autosuficiencia el artículo 25 de nuestra carta magna: …todo acto violatorio de la Constitución y la ley es nulo, y los funcionarios que lo ordenen o ejecuten incurren en responsabilidad penal, civil y administrativa, sin que les sirvan de excusa órdenes superiores.
La jugada de todos es salvarse; los tafetanes llevan bien marcados el sello del doblez. Intuyen en su nerviosismo las miradas en los cuarteles ajenas a los mafiosos y manchados uniformes.
La Quinta República navega en su indecencia. El PSUV es un esperpento ahogado en el cenagal de la ignominia. Sus tiranos naufragan en el lodazal chavista.
Huirán, porque nunca creyeron en la patria y la granearon de traición.
Comienzan a cosechar los frutos del oprobio.
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