OPINIÓN

Entre bandidos y estúpidos

por César Tinoco César Tinoco

¿Cómo se relacionan Erick Hoffer, Carlo Cipolla, Giancarlo Livraghi y la triste historia reciente del precio de la acción de GameStop (ticker GME)?

Eric Hoffer (1902-1983) fue un autodidacta escritor y pensador estadounidense. Hasta 1963 había escrito y publicado El verdadero creyente: pensamientos sobre la naturaleza de los movimientos de masas (1951), El estado mental apasionado y otros aforismos (1955) y La prueba del cambio (1963).

Precisamente, por allá por 1963 tuvieron lugar una serie de entrevistas que llevaron el título de «Conversaciones con Eric Hoffer» producidas por KQED-TV (estación de televisión en San Francisco, California). En dichas conversaciones, Hoffer fue entrevistado por el periodista James Day, cofundador, gerente general y presidente de KQED-TV. En la tercera entrevista, Hoffer habló sobre “El papel de los débiles». En esos tiempos, el escritor de 61 años de edad, nacido en el Bronx en 1902, de padres emigrantes alsacianos, proporcionaba una rara media hora de pensamiento estimulante y emocionante.

Hablando de cómo el cambio afecta la autoestima de un individuo y considerando el cambio en relación con los problemas del «afrodescendiente» estadounidense, los países subdesarrollados de Asia y África y las revueltas populares en los países comunistas, el autodidacta Hoffer dijo su famosa y siempre citada frase:

«Los tiempos de cambios drásticos son tiempos de pasión. Nunca podemos estar en forma y listos para lo que es completamente nuevo. Tenemos que ajustarnos y cada ajuste radical es una crisis en la autoestima que nos impone una prueba. Una población sometida a cambios drásticos es, pues, una población de inadaptados (misfits), y los inadaptados viven y respiran en atmósferas de pasión».

Y si queremos un ejemplo de pasión, pues solo tenemos que recordar los hechos recientes que desembocaron en el asalto al Congreso norteamericano.

Contrario al enfoque actual, aquel que subraya la importancia central de la autoestima para el bienestar psicológico, a Hoffer le preocupaba más bien la falta de autoestima. De hecho, la baja o ausente autoestima es el punto sobre el que se apoya su teoría sobre el fanatismo y el movimiento de las masas, temas analizados en tres de sus obras ya mencionadas. Para Hoffer –y este es el corolario más controvertido de sus teorías– los movimientos de masas, aunque no sean exactamente iguales, son intercambiables (los fanatismos tienen esa propiedad que bien puede enunciarse como la ley de Hoffer) precisamente porque el fanático puede serlo, cómodamente, de cualquiera: nacionalismo, fascismo, comunismo, religión, etc. El entusiasmo y compromiso vital del fanático con el movimiento de turno son tanto mayores cuanto más insoportable sea su frustración y más baja sea su autoestima: tales son las causas que conducen al «verdadero creyente» (true believer, 1951) a abrazar la causa que dará sentido a su existencia.

En cuanto a Carlo Cipolla (1922-2000), nacido en Italia, fue un economista, profesor universitario de Historia de la Economía, ensayista y escritor. Su ingenioso libro publicado en forma semiprivada en 1988, bajo el título de Alegro ma non tropo, contiene dos ensayos, el segundo de los cuales aborda el tema de la estupidez humana. Allí afirma que los estúpidos son un grupo poderoso dado que sin reglamentaciones, líderes o manifiestos, consigue ejercer un gran efecto sobre la sociedad a través de una coordinación increíble.

En su ensayo, Cipolla postula las 5 leyes fundamentales de la estupidez, y la quinta es la que se relaciona con este artículo, a saber: “La persona estúpida es la más peligrosa que existe”. Cipolla ideó un diagrama cartesiano cuyos cuadrantes identifican cuatro tipos de individuos, dos de los cuales importan a los efectos de este artículo: los bandidos (perjudican a los demás y se benefician a sí mismos) y los estúpidos (perjudican a los demás y se perjudican a sí mismos).

Finalmente, está el filósofo y escritor italiano Giancarlo Livraghi (1927-2014), quien publicó en el año 2009 su libro titulado El poder de la estupidez, un recorrido por las formas en que la estupidez aparece asociada a toda actividad humana, desde el poder al obscurantismo, pasando por la burocracia, la guerra, la tecnología y la ciencia. Allí menciona el ensayo de Cipolla y establece 3 corolarios a sus 5 leyes sobre la estupidez humana, siendo el número 2 el que nos interesa referenciar: “Cuando la estupidez de una persona se combina con la estupidez de otras, el impacto crece de manera geométrica, es decir, por multiplicación, no por adición, de los factores individuales de estupidez».

Adicional a la conjetura de la venganza, misma sobre la que escribí en mi artículo para El Nacional la semana pasada, está la conjetura de los bandidos y de los estúpidos. La conjetura permite explicar que el peculiar y volátil precio de la acción de GameStop ha sido la combinación de una coordinación no buscada -pero lograda- entre bandidos y estúpidos. Veamos.

El consenso de los analistas fundamentales para el precio de GME ha sido un promedio de 13 dólares por acción hasta un máximo de 33 dólares por acción.

En opinión de los foristas de Reddit, los bandidos son aquellos que se hacen ricos en el mercado de valores mientras los ciudadanos de a pie sufren las penurias y limitaciones de la pandemia.

Pues bien, los bandidos venían especulando discretamente hasta el miércoles 13 de enero, fecha en que dos grupos, los fanáticos estúpidos y los oportunistas (los foristas de Reddit y la masa que se les unió), con la ayuda de Robinhood Markets Inc., entraron fuerte en un juego desconocido para la gran mayoría de ellos, juego que pretendían ganar a punta de pasión y voluntad de poder (der wille zur macht): la acción de GME comenzó a crecer anormalmente cerrando con un precio de 31,30 dólares por acción, un incremento brutal de +57,4% con relación al precio de cierre del día anterior (martes 12 de enero) que fue de 19,95 dólares. 15 días después, el 28 de enero la acción cerró en 193,60 dólares y fue en esa sesión en la que alcanzó su “maximum maximorum” de 483 dólares. El 29 de enero alcanzó su precio máximo de cierre que fue de 325 dólares y a partir de allí la acción comenzó el retorno a su realidad fundamental materializando la gran tragedia de los fanáticos estúpidos y de los oportunistas. De hecho, para el viernes 5 de febrero la acción cerró en  63,77 dólares por acción.

Cuando escribo este artículo, es martes 9 de febrero y al finalizar la jornada bursátil norteamericana, la acción cerró en un precio de 50,31 dólares. La moraleja es clara: el precio de la acción, tarde o temprano, busca ubicarse alrededor de su valor fundamental y el resentimiento materializado en acciones de fanatismo, estupidez (pasión-venganza) y oportunismo, de pensamiento visceral pues, no conduce a buenos resultados: ni en el mercado bursátil ni en ninguna otra parte.