OPINIÓN

Entrar-Salir libres

por Alicia Freilich Alicia Freilich

 

 

 

«La última de las libertades del ser humano

es la elección de su propia actitud, la del propio camino»

Víktor Frankl, 1946

Quien por genética o trauma accidental padezca de temor a los encierros físicos (claustrofobia) sin recibir terapia a tiempo sabe detectar de modo instantáneo minucias que la gente normal capta lentamente. Es un detallismo que marca de por vida la percepción desde mínimos actos rutinarios hasta los importantes de su entorno, cercano y distante, sea una pared material, mental o espiritual. Reacción que el psicoanálisis y la psiquiatría llaman “resiliencia”, construir una capacidad que implica sano, responsable amor al privilegio mismo del deber-derecho de vivir en libertad. Proceso explicado en veinte libros de Logoterapia por su fundador el  austríaco neurólogo y psiquiatra Viktor Frankl, sobreviviente de ocho campos nazis de exterminio, no así su familia. Vacío existencial superado por El hombre en busca de sentido, título de su obra más famosa.

Ante la mirada internacional, el 5 de enero de 2020 venezolano hubo un escenario de trabas con señales claras de cómo un laberinto largo y sinuoso tiene salida cuando el instinto social de sobrevivencia funciona de modo compulsivo en legítima defensa y al momento impostergable. Gendarmes ocultos  en su criminal cobardía dictaron de nuevo una orden ilegal a su esclavizada tropa armada con traje civil y militar, en este caso el cierre de los accesos a la sede central de la ley legal. Aquí vale la redundancia.

Los diputados electos por vía constitucional habían previsto un espacio suplente provisional para legitimar su reelección y solicitaron la sede social del diario El Nacional, entrada de símbolo pues como todo el periodismo escrito y audiovisual no afiliado a la dictadura de Cubazuela, sufre la censura castrochavista, método de control calcado de Alemania hitlerista, Rusia y China comunistas con sus equivalentes.

Luego, la gendarmería roja cerró los  accesos del hotel caraqueño donde en un obligado mientras tanto se reunía para pernoctar gran parte del Poder Legislativo legítimo proveniente del interior. De ese modo abrió sin permiso las puertas de cada habitación para advertir otra vez que bajo este mandato anticonstitucional no existe derecho alguno a la vida privada, desde la propia existencia hasta la de su familia y propiedades. Esa heroica gesta castrense culminó expulsando a los parlamentarios del hotel cuyas puertas fueron clausuradas.

Históricamente, en totalitarismo, cada sometido al terror estatal es anulado en su identidad nominal. Lo hicieron abiertamente los nazis sellando con números indelebles el antebrazo de sus víctimas; los neofascistas usan cierres para producir mudez, ceguera, pasividad, resignación. De facto, invalidan o ponen elevado precio en dólares a cédula, pasaporte y visa, sustituidos por el carnet de su patria patibularia. Cárcel y cementerio son las únicas salidas permitidas para la mayoría despojada por esta cadena de condenas. De allí la gigantesca migración venezolana.

Pero desde el martes, 7 de enero, un breve milagroso video recorre el mundo libre. Muestra cómo la energía de los 100 diputados acorralados, insomnes y hambrientos, con el vigor de la resistencia que tiene todo viviente amenazado todavía sano, a su paso por las calles en vía para recuperar su expropiada casa de la ley legal, son vitoreados por humildes ciudadanos y estudiantes, liberados por minutos de  asfixia, mordaza y otras sogas. Fuenteovejuna de segundos. Esa manada civilizatoria llegó por fin a su domicilio inviolable, a empujones tumbó rejas y portones militares. Así, en grupo desarmado, sin ayuda foránea, en conjunto de masa local desobediente ajustada al derecho expreso en su carta magna. Es la potente fuerza racional contra la bestial.

Clave para la caída del Muro de Caracas y demás tapias levantadas por “el vil egoísmo”, usuarios de kalashnikov que cometen delitos de  inhumana guerra cainista. Luego, la justa justicia extramuros procederá para  proteger el legado de  generaciones libres que bajo normas constitucionales civilizadas permiten todo, menos violar sin castigo a quien daña la vida de los otros.

alifrei@hotmail.com