Con relación al oro de Venezuela “custodiado por el Banco de Inglaterra”, a continuación relataré una fábula corta del escritor colombiano don Rafael Pombo (07/11/1833 – 05/05/1912), llamada El gato guardián, que al final nos deja una interesante moraleja:
“Un campesino que en su alacena
guardaba un queso de Nochebuena,
oyó un ruidito ratoncillesco
por los contornos de su refresco.
Y pronto, pronto, como hombre listo,
que nadie pesca de desprovisto,
trájose al gato para que en vela
le hiciera al pillo la centinela.
E hízola el gato con tal suceso
que ambos marcharon: ratón y queso.
Gobiernos dignos y timoratos,
donde haya queso, no mandéis gatos”.
Lo que ha pasado con las últimas 31 toneladas de oro de las reservas internacionales de Venezuela, que aún quedan en el Banco de Inglaterra o con los activos nacionales en divisas depositados en bancos del exterior, confirma que es una soberana tontería por parte de los gobiernos o de los entes privados darle la custodia de cualquier tipo de activo a terceras partes, debido a que en muchos casos los custodios asumen que ya son los dueños de lo custodiado y que pueden hacer lo que quieran con lo que se les confió: pueden apropiárselo, prestarlo aplicando la regla llamada reserva fraccionaria, no entregarlo o devolverlo a quien, cuando, donde y como más les convenga, para que los receptores rematen a precios de gallina flaca –en el caso del oro– ya sea para hacer negocios leoninos con los bancos de supuesta inversión o para mantener nóminas de politiqueros voraces, siendo que esos activos son exclusivamente propiedad de la nación y no le pertenecen a ningún gobernante real o de ficción.
El mejor uso del oro monetario retenido en Inglaterra sería respaldar y redimir la nueva moneda nacional después de la próxima reconversión monetaria, que permita al país volver a tener una moneda realmente fuerte y estable, que sea reserva de valor, tal como la que existió desde 1918 hasta el 31 de diciembre de 1974, cuando el Sr. Carlos Andrés Pérez –CAP I– eliminó el bolívar-oro y que emulando a don Mario Vargas Llosa, fue “el momento en se jodió Venezuela”, siendo que CAP I en su ingenuidad económica, fue mal asesorado en materia monetaria y financiera por banqueros y políticos –quebradores de bancos o saltadores de talanqueras– como fueron entre otros don Pedro Tinoco y don Gumersindo Rodríguez, de tal manera que en su segundo mandato CAP II también envió a Inglaterra las reservas de oro para respaldar créditos en divisas que eran aprovechados por un grupo llamado de los 12 apóstoles y “de esos polvos vienen estos lodos” –metáfora–.
Las apropiaciones o retenciones indebidas no solo ocurren con los custodios ingleses, sino que como “en todas partes se cuecen habas”, también las aplican algunos bancos públicos nacionales venezolanos con sus clientes, quienes para proteger sus activos monetarios de la inflación y de la avaricia de la banca internacional, abrieron cuentas en moneda extranjera en la banca criolla, según el Convenio Cambiario Nro. 20, vigente desde 2012, donde esos fondos eran custodiados por el Banco Central de Venezuela para más seguridad y resulta que actualmente, cuando se va a hacer uso de esos fondos en divisas, nadie da respuesta de cuándo ni cómo se puede disponer de ese dinero, tal como ocurre, entre otros, con el Banco de Venezuela, donde los clientes naturales quienes recibieron pagos y remesas o participaron en las subastas de Dicom para adquirir honestamente y de buena fe sus divisas, aún tienen sus haberes en el limbo, porque ahora crearon en el año 2018 unas nuevas cuentas en dólares y en euros, según un nuevo convenio cambiario llamado Nro. 1, hacia donde no se puede transferir de las cuentas del Convenio Cambiario Nro. 20, siendo por tanto necesario que las autoridades monetarias, financieras, ejecutivas y también la Fiscalía, investiguen y se pronuncien al respecto.
Con este tipo de trucos se crea un mal precedente, minando la confianza de los clientes e inversores, puesto que algunas entidades nacionales o extranjeras no sienten ningún pudor a la hora de retener o de apropiarse de los activos ajenos, usando cualquier pretexto o haciendo aparecer reglas sobrevenidas, que siempre afectan de manera negativa a sus usuarios –por tal razón, para reconstruir al país es fundamental la existencia de una banca ética–.
Por otra parte, es bueno resaltar que después de la repatriación del oro a Venezuela en 2012, el país disponía en las bóvedas del BCV cerca de 350 toneladas de oro físico que hubieran servido para apuntalar la moneda nacional y evitar así la crisis actual que es de origen monetario, tal como lo hizo hace un siglo don Juan Vicente Gómez, en vez de usar ese oro de las reservas internacionales para hacer negocios con bancos tales como Deutsche Bank o Citi Bank, entre otros.