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Indignación es lo que provoca el vil asesinato de Yaelvis Santoyo, el niño venezolano que cayó abatido a balazos en la cabeza estando en los brazos de su madre a bordo de una pequeña embarcación civil atacada con armas de guerra por la Guardia Costera de Trinidad y Tobago.

Pero más rabia produce aún que el primer ministro de ese país, Keith Rowley, califique de legal y apropiado tan monstruoso crimen y que el régimen de Nicolás Maduro guarde silencio ante tan abominable acontecimiento.

Este no ha sido el único grave delito cometido contra los venezolanos por las autoridades de Trinidad y Tobago.

Todavía está fresca en la retina de los venezolanos y del mundo las dantescas imágenes de cuando fueron devueltos al mar, por orden del gobierno de Trinidad y Tobago, decenas de niños venezolanos separados de sus padres y lanzados a la deriva.

Igual se recuerda ingratamente el maltrato a los connacionales que se ven obligados a huir de su país hacia esa cercana isla que alguna vez fue de Venezuela buscando mejores oportunidades de vida, lo mismo que hacían en el pasado, los habitantes de ese país y eran recibidos con los brazos abiertos en Venezuela.

Por todo esto podemos afirmar sin temor a equivocarnos que el gobierno de Trinidad les declaró la guerra a los venezolanos.

Las políticas estructuradas y ejecutadas por el gobierno trinitario demuestran el odio oficial de esa nación contra la sociedad venezolana.

Es un ataque a la esencia de nuestro país. Debemos ser conscientes de que tenemos un enemigo frente a nuestras costas.

Igualmente produce repugnancia la pasividad de las Fuerzas Armadas Venezolanas ante el acto de guerra cometido por el gobierno establecido en Puerto España.

Si tuvieran sangre en el cuerpo, nuestros militares hubieran dado un paso al frente y puesto en su sitio a los trinitarios. Pero no han hecho nada, igual que el régimen de Maduro que solo dio una tibia, seca y traidora respuesta diplomática.

Las declaraciones del primer ministro de Trinidad y Tobago, Keith Rowley, quien justificó la acción violenta de sus funcionarios contra civiles venezolanos, incluyendo el asesinato de un bebé de 9 meses de nacido, debemos calificarlas como las de un monstruo sin alma.

Ese primer ministro es tan criminal como sus militares, y tanto el mandatario trinitario como los efectivos militares que dispararon contra civiles desarmados tendrán que pagar por sus atrocidades.

En definitivamente el gobierno de Trinidad es enemigo de los venezolanos y nuestra la Fuerza Armada Nacional debería reaccionar y defender la dignidad de Venezuela.

Lo que viene haciendo Trinidad de forma sistemática es agredir a nuestro país, son pequeños y permanentes actos de guerra. Y lo único qué hace la usurpación es mirar hacia otro lado.

Pareciera que Keith Rowley sufre de una patología psicológica de odio contra los venezolanos.

Por ello, sugiero que la legítima Asamblea Nacional declare al gobierno del Primer Ministro Keith Rowley como enemigo del pueblo venezolano.

Así de simple.

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