OPINIÓN

En las manos de Dios estamos

por Robert Alvarado Robert Alvarado
“La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a las personas y países, porque la crisis trae progresos”. Albert Einstein
En el título del presente artículo se mencionan “las manos de Dios”, para enfatizar la confianza en su guía y protección en momentos cuando las dudas e incertidumbre nos agobian, al punto que muchos tienden a perder la fe, como suele suceder ante situaciones críticas o adversidades, en las cuales también nuestro clamor a Dios se hace ostensible. El mejor ejemplo lo tenemos en Jesucristo que crucificado en el madero exclamó: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” (Mateo 27:46 y Marcos 15:34), expresión conocida como la “palabra de abandono” o “grito de desolación”. Sí, en efecto fue así, pero según el evangelio de Lucas, en el momento de su muerte en la cruz, Jesús pronunció las otras palabras igual de significativas: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” (Lucas 23:46). Palabras que reflejan su confianza y entrega total a Dios incluso en el momento más difícil de su sacrificio, que los venezolanos acogen particularmente en los tiempos que corren.
Veamos en detalle los dos aspectos antes referidos, de cara a las circunstancias actuales en nuestro país. La “palabra de abandono” de Jesús, expresada en su clamor en la cruz, se relaciona profundamente con la situación actual de Venezuela, donde muchos ciudadanos enfrentamos un sentido de desamparo y desesperanza. Esta frase, “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”, refleja un momento de profunda angustia y cuestionamiento, que resuena con la experiencia de muchos venezolanos que nos sentimos abandonados, en ocasiones, incluso por Dios, en medio de la crisis política, social y económica que atravesamos, al punto de sentirnos en un estado de vulnerabilidad, por la falta de respuestas y soluciones a nuestros problemas cotidianos, que sin duda puede llevarnos a una sensación de abandono similar a la que Jesús expresó en su agonía. Esta identificación con el sufrimiento de Cristo puede servir como un quitapesares y un recordatorio de que, aunque nos sintamos solos, nuestro clamor no pasa inadvertido. Por lo tanto, la “palabra de abandono” de Jesús no solo refleja un momento de desolación, sino que también nos invita a encontrar fuerza en nuestra fe, a reconocer nuestro sufrimiento y a mantener la esperanza en un futuro donde la justicia y la paz puedan prevalecer.
Por otra parte, los venezolanos, al igual que Jesús en su momento de mayor angustia, nos encontramos en una encrucijada donde la desesperanza y la incertidumbre parecen dominar. La frase “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” resuena profundamente en nuestro país, donde la lucha por la estabilidad y la paz se siente abrumadora. Así como Jesús, que en su agonía expresó su confianza en Dios, los venezolanos buscamos aliento en la fe, esperando que la guía divina nos brinde fortaleza en estos tiempos de prolongada adversidad e incertidumbre. En este contexto, la analogía con las “palabras de confianza y entrega total a Dios” de Jesucristo se vuelve particularmente relevante.
En ese orden de ideas, la situación actual puede compararse con la crucifixión de Jesús, un momento de sufrimiento y desolación al extremo, donde la fe se convierte en un ancla. La desesperanza que muchos sienten tras las elecciones puede ser contrarrestada por la creencia de que, a pesar de las circunstancias adversas, hay un propósito mayor y una mano divina que sostiene y guía. Esta entrega total a Dios se convierte en un acto de esperanza, reflejando la necesidad de mantener la fe en medio de la borrasca. En este sentido, las palabras de Jesús no solo son un consuelo espiritual, sino también un llamado a la perseverancia. Nosotros los venezolanos, al acoger estas palabras, sin duda hallaremos la fuerza para seguir anhelando un futuro mejor, confiando en que, aunque el camino sea difícil, no estamos solos y que nuestra fe puede guiarnos hacia la redención y la paz.
Hay varios ejemplos históricos que muestran cómo la fe ha ayudado a otras naciones a superar crisis similares a la que enfrenta Venezuela actualmente: 1) Durante el régimen del apartheid en Suráfrica, la fe tuvo un papel crucial en la lucha contra la injusticia y la segregación racial. Líderes como Nelson Mandela y Desmond Tutu inspiraron a la población a través de sus creencias en la reconciliación y la no violencia, lo que finalmente llevó al fin del apartheid y a la construcción de una sociedad más justa. 2) La Iglesia Católica en Polonia fue un pilar fundamental durante los años de dominio soviético. Proporcionó esperanza, resistencia y un sentido de identidad nacional a través de la fe. El papa Juan Pablo II, quien era polaco, alentó a su país a mantener viva la llama de la libertad y la dignidad humana. 3) Durante la Gran Depresión, muchos estadounidenses encontraron consuelo y fortaleza en su fe. Las iglesias ofrecieron ayuda material y espiritual a las familias afectadas por la crisis económica. La creencia en la providencia divina y en un futuro mejor ayudó a la nación a superar este período de adversidad.
Estos ejemplos demuestran que la fe puede ser un recurso poderoso para las naciones y ciudadanos que enfrentan crisis económicas, políticas y sociales. Proporciona esperanza, resiliencia, solidaridad y un sentido de propósito que trasciende las dificultades del momento presente. La historia muestra que, con fe y determinación, es posible superar incluso las crisis más severas. Además, así como Jesús, al final de su vida, confió su espíritu a Dios, los venezolanos podemos encontrar en esta entrega un modelo de fe y resiliencia. La frase “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” nos puede inspirar a muchos a depositar nuestra confianza en un futuro mejor, a pesar de las adversidades. Esta entrega a lo divino puede ser vista como un acto de firmeza, donde la fe se convierte en un pilar fundamental para enfrentar la realidad y seguir luchando por un cambio.
@robertveraz