OPINIÓN

En la espera de la justicia que tarda

por Beatriz De Majo Beatriz De Majo

 

El presidente Iván Duque recibió de una comisión del Parlamento de Ecuador un informe sobre las actividades de Alex Saab | Foto EFE

Una cita de un artículo del periódico español El País publicada antes del fin del año le atribuía a Nicolás Maduro palabras de las cuales terminará arrepintiéndose. “Secuestraron a un hombre que lo que ha hecho ha sido amar al pueblo de Venezuela” habría aseverado el líder del régimen venezolano para referirse a Alex Saab. Según el diario español lo que el chavismo pretendía era “abrazar al colombiano como un mártir”.

De acuerdo con el criterio de sus periodistas, el endurecimiento del discurso de defensa madurista de este recién designado embajador del gobierno revolucionario, defensa que es “fiel, disciplinada y uniformemente abrazada” por sus adláteres ―dice El País― no le servirá de mucho al inquilino de Miraflores, ya que, contra viento y marea, existe en Estados Unidos un proceso judicial en marcha, que nada hace prever que pueda frenarse. La suspensión del diálogo de México, recurso inventado por los estrategas maduristas, también para proteger al diplomático a los ojos de los norteamericanos, es otro subterfugio que no redituará beneficios.

Quienes se han tomado el asunto en serio son los vecinos colombianos, ayudados en su propósito, por cierto, por el gobierno del Ecuador. De todos es conocido cómo una Comisión del Parlamento de Quito le entregó a Iván Duque hace pocas semanas un dossier completo de un entramado de funcionarios y personalidades de varios países del área que habrían participado en el conjunto de trapisondas criminales en las que Saab ha sido un protagonista más visible. Este documento contiene una seria investigación que deja bien al descubierto detalles de la tramoya ilegal de enriquecimiento montada por Miraflores y el colombiano de marras.

La prensa colombiana le ha puesto lo mejor de su empeño en darle seguimiento profesional al tema y ya se habla de que reconocidos medios disponen de datos sobre el expediente que se maneja en Estados Unidos en torno a los movimientos y actividades del supuesto testaferro de Maduro.

Para nosotros, los venezolanos, resulta aplastante y doloroso, además de vergonzoso, leer cómo presuntamente fue utilizado el programa bandera de la revolución, las cajas de alimentos CLAP, para no solo transportar inmensas cantidades de droga a otros países sino para demás esconder, detrás del flujo de fondos involucrados en este programa, capitales mal habidos presuntamente del negocio de la droga y otros orígenes igualmente delictuales.

No tengo que decir cuánto la revolución madurista ha perifoneado en el mundo la pertinencia social de este millonarísimo mecanismo encaminado a poner en cada hogar venezolano humilde lo que las familias más desfavorecidas necesitan para subsistir. El hambre de los venezolanos ha sido grotescamente utilizada para diseñar operaciones de lavado de capitales y de tráfico de estupefacientes mientras sus perpetradores se vanagloriaban de las bondades de esta magnánima ayuda a los desposeídos. Más desvergüenza es imposible.

El caso es que el cerco se les ha ido cerrando a quienes han estado detrás de estos negociados y de estas actividades que lo que evidencian es el nivel de abyección del cual son capaces. Cada vez más las instituciones y la prensa de países de nuestro entorno cercano se van sumando y se encargan de documentar estos delitos y de poner su información al servicio de la causa de la justicia. Esa justicia que se hace esperar pero que siempre llega.