Es una experiencia eterna que todo hombre que tiene poder tiende a abusar del mismo, y no se detiene mientras no encuentre una barrera
Montesquieu
Los años perdidos de la oposición “oficial” son los años ganados por el gobierno beligerante. Aquí no hay duda de que el tiempo que perdió la oposición tranquila, lo ganó el gobierno intranquilo. Primero fue la Constitución de 1999, aquí podríamos aplicar a los jefes de la oposición la frase famosa de Benjamin Constant: “A los hombres de partido, por más puras que sean sus intenciones, les repugna siempre limitar la soberanía. Ellos se consideran sus herederos y la cuidan incluso cuando está en poder de sus enemigos, como a una propiedad futura”. Toda la Constitución animada y armada extrajurídicamente por aquella entonces Corte Suprema de Justicia echó a andar el andamiaje para entregarle todos los poderes públicos a Chávez.
Posteriormente se perdieron los años con la famosa MUD viajando y el portavoz de esta comisión, exsecretario privado de Luis Herrera Campíns, trataba al gobierno como algo autoritario y antipático, jamás se refirió al mismo como a una dictadura filo-marxista y prohijada por Fidel Castro. Posteriormente, después de la muerte del “caudillo” y la “derrota” electoral de Henrique Capriles Radonski, se insistió de nuevo en otras elecciones, para la Asamblea Nacional. En esta ocasión, cuando se “ganó” se instaló paralelamente una Asamblea Constituyente, nombrada casi a dedo por los dueños del poder real, e inventaron la monstruosidad jurídica de unas leyes “constitucionales”. Se perdieron de nuevo cinco años más. ¿Qué se ganó?, una seudoburocracia, a la cual le han achacado que no ha manejado bien ciertos fondos. Esto es, la gente que rodea a Guaidó, ha caído en irregularidades propias de un gobierno encargado sin estar debidamente entronizado. Recibiendo desconfianza hasta de su mismo electorado o pueblo. Sí. Por supuesto, se sabe que alrededor de 80 países han reconocido la presidencia encargada de Guaidó, pero el régimen se encarama tras el poder real de la “Fuerza Armada” y de Raúl Castro. Esto me hace recordar al gobierno republicano español en el exilio, trinando o tronando contra Franco, mientras este se escudaba en su ejército de tierra, aire y armada, además del reconocimiento final de Eisenhower.
En los actuales momentos se está produciendo lo que la ganancia del “tiempo perdido” le está redituando al actual gobierno. Esto es, la piedrita en el zapato de la legalidad revolucionaria se la está quitando al convocar de nuevo con un Consejo Nacional Electoral especie de traje a la medida de la circunstancia y a prueba de ojos críticos externos al régimen, que le permitirá tener de “nuevo” una Asamblea Nacional y sacarse de una vez por todas, ese disfraz horrendo hasta para una noche de Halloween de la Asamblea Constituyente. Públicamente y sin rubor alguno, el señor Nicolás Maduro está dando instrucciones por televisión, de que al finalizar su victoria anunciada a los cuatro puntos cardinales: Venezuela, Cuba, Estados Unidos y China más Rusia, detendrá por “autoridad de la ley y en nombre de la República” al ciudadano Guaidó, despojado por autoridad del CNE de su investidura parlamentaria. Algunos ingenuos o ilusos creen que esto no se producirá porque el tío Sam “invadiría” al país. Esto no se lo cree ni el que lo inventó.