Días de culminar objetivos y observar infinidad de contenidos, embebidos en las palabras que articulan diversos seres, expresando no solo sus intenciones y objetivos, sino las motivaciones ocultas en sus corazones. El abrumador cansancio y la profunda necesidad de refrescar la mente nos hace proclives al silencio, que a muchos parlanchines les es difícil de sostener. Sin embargo, inevitablemente las realidades a todos nos silencian en algún punto, considerando la fragilidad de la vida y la propensión del existir bombardeado por momentos difíciles.
Quedar sin palabras suficientes mientras divisas el horizonte, bien sea cercado de imponentes montañas, o el infinito cielo, que se junta en la distancia con la tierra, como en una sola línea, resulta majestuoso. Sin hacer referencia, al mar como paisaje aglutinante de poder, donde lo conocido y lo desconocido se juntan en movimientos ondulatorios y pieles doradas. Si la creación nos enmudece en momentos de introspección mientras irrumpe en los pensamientos reflexivos, la misión por la cual nos rodea se cumple, la cual es proporcionar abrigo protección y recursos, incluso inmateriales, útiles para el desarrollo de la vida y contribución con el crecimiento personal que todos requerimos alcanzar.
En esta oportunidad valiosa, el papel se entreteje junto con las palabras en mi mente, para compartir un par de frases en las que vengo divagando: “en cuanto a mí…”, “pero yo me acojo a…” “respecto a mi cuota de responsabilidad…”. Todas, hacen referencia a la concepción consciente de una postura personal y voluntaria, frente a una situación o múltiples circunstancias en particular. En todas ellas, existe soporte armónico entre el saber y el sentir respecto alguna cosa, así como la necesidad evidente de tomar posición responsable frente a la misma.
Ante constantes provocaciones conflictivas, la responsabilidad se supedita a participar o no del conflicto, no como quien ignora lo que pasa, sino sobreponiéndose al sentimiento desagradable que acompaña la confrontación. Frente a las pérdidas repentinas que embargan el corazón, se tiene la opción de claudicar en depresión o agradecer por aquello del devenir que se ignora y nunca se sabrá, pero de lo cual se te ha librado. Entonces, ante situaciones así, decidir la porción que me define es de valientes, esto sin duda entra en la jugada de presiones sociales con desenfreno ideológico, y modas en cuanto a la adopción de aspectos de la identidad que se distorsionan en masa, dentro del desarrollo de una generación que abrazó la idea de que vivir sin cotas les permitirá crecer; lo cual es correcto, pero será un crecimiento leudado, sin peso real, albergando mucho aire y sin una forma funcional.
Antecedentes tales motivan a exponer mi corazón con gran respeto y amor, que solo se adquiere en profundas pérdidas, para recomendar que no se automaticen las conductas responsivas; por el contrario, que superando un sentimiento abrumador momentáneo se pueda otorgar una reacción racional, en la que me descubro consciente de no querer participar de una murmuración, conflicto o desatino incoherente. Entonces, con toda gracia mirarse frente al espejo y decir: ¡en cuanto a mí, seré fiel a mis principios y agradeceré, incluso las asperezas que me ayudan a formar carácter!
@alelinssey20