OPINIÓN

En caída libre

por J. Gerson Revanales J. Gerson Revanales

En mi artículo de fecha 5 de diciembre de 2021, «El mito de las sanciones», comenté que la politización de la industria petrolera y la falta de gerencia de la Pdvsa “roja rojita” eran las principales responsables del quiebre de una de las cinco grandes industrias petroleras del mundo y no las sanciones unilaterales impuestas por el presidente Obama con su Orden Ejecutiva 13692 del 8 de marzo de 2015, las cuales fueron dirigidas en principio a personeros del gobierno.

The OPEC Monthly Oil Market Report (MOMR), registra que todos los presidentes de la industria entre el año 2000 y noviembre de 2017, cada uno al final de su gestión tuvo un desempeño negativo, probado y demostrado en los niveles de producción, sin que hubieran tenido que enfrentar sanciones, puesto que las mismas fueron impuestas por Trump el 25 de agosto de 2017.

Uno de los últimos informes de Eikon Refinitiv, un software de análisis financiero y comercial que brinda acceso a datos, información con noticias exclusivas y altamente confiables, sostiene que las exportaciones de petróleo crudo venezolano cayeron en julio, en un momento en que los mercados petroleros están a la caza de suministros adicionales de petróleo para satisfacer la demanda de crudo. Según el último informe de MOMR/OPEP, la producción de crudo de Venezuela cayó a 706.000 barriles por día en junio, con solo 3 plataformas en operación, en comparación con las 25 plataformas en 2019.

En julio, la combinación de la mala gerencia, de la politización y el efecto ulterior de las sanciones definitivamente afectaron las operaciones de la empresa, lo que ha reducido las exportaciones de petróleo en 27%, desde los niveles de junio a solo 460.323 b/d de crudo y productos refinados. Esto representa una caída de 38% desde los niveles de julio de 2021.

Frente al “roller coaster” en que se encuentra la economía criolla del socialismo del siglo XXI resulta iluso ver una luz al final del túnel o el eufemismo del rebote de la economía o de tantos edulcorantes para disfrazar la realidad, porque algunos exportadores de productos no tradicionales a duras penas logran colocar sus productos sin ninguna facilidad, dada la falta de acuerdos comerciales.

Aunque algunos digan o piensen lo contrario, la actual recesión económica ha sido la más larga y grave que ha sufrido Venezuela desde los años ochenta, aunque se acerque al fin de la hiperinflación, gracia a la recesión, con una caída de 80% de su PIB desde 2013, producto de una combinación  de las caóticas políticas económicas del socialismo del siglo XXI, a partir de la caída de los precios del petróleo, agravada por la politización de Pdvsa de su presidente Rafael Ramírez en 2008. Está claro que esta mortal combinación llevaría al mínimo la producción, a lo cual se suma la inestabilidad social, las sanciones de Estados Unidos de lo que queda de Pdvsa y, en los últimos dos años, el covid. La mesa estaba servida para la tormenta perfecta.

Antonio Francés (1996) se preguntaba cómo sería Venezuela sin petróleo. ¿Más pobre? Esta pregunta es hoy muy real e importante al dar cuenta de la gravedad de la crisis. En 1996 el país producía 3,13 millones de barriles diarios. En junio de este año, gira alrededor de los 700.000 b/d. La caída está a la vista y no exclusivamente producto de las sanciones.

Ramón Espinasa, ex economista jefe de Pdvsa (1999) y Rodríguez y Rodríguez (2016) señalaron el efecto negativo de la politización de la industria en la actividad petrolera ( en su dimensión productiva), mediante la demanda de bienes y servicios para sus operaciones diarias y proyectos de inversión. En esta dimensión productiva se incluye la producción de insumos y bienes finales para el consumo de las industrias, (lubricantes, combustibles y aditivos, entre otros). A estos efectos de arrastre se agregan los producidos por el procesamiento de hidrocarburos: la dimensión «rentística» de la actividad petrolera. Estos autores se referían, entonces, a los efectos multiplicadores de la actividad petrolera en sus dos dimensiones (rentística y productiva), que actualmente se encuentran «en reversa», producto del colapso de la actividad petrolera

La pregunta es ¿quién para esto?, ¿cómo se logra la estabilizar la economía?, ¿qué medidas hay que tomar?, ¿por dónde empezar? Los problemas de Venezuela no se solucionan con terminar con los cortes de energía o unas Zonas Económicas Exclusivas, ni la aplicación disimulada de las medidas impuestas por el consenso de Washington. Se necesita mucho más.

Detener la caída de la producción no depende de una persona sino de una decisión de Estado y un compromiso político de no mezclar la industria con la política de calle; el primer compromiso es devolver a Pdvsa su misión original con la cual fue creada por CAP de casa matriz; de su visión de ser una de las grandes empresas en el negocio petrolero como operadora, y concentrar su gestión en sus áreas de competencia.

El segundo es eliminar los aportes parafiscales de Pdvsa, que ahogan su gestión operacional por la excesiva presión fiscal sobre la empresa.

Tercero, eliminar los subsidios implícitos a los combustibles en el mercado nacional. Y por último, incrementar la participación privada en la industria petrolera.

La clave para la recuperación de la industria petrolera es la premisa de maximizar la extracción de crudos. Dados los compromisos de la empresa, se impone hoy más que nunca la necesidad de maximizar los volúmenes de producción y exportación para afrontar tales compromisos.

De lo contrario seguimos en caída libre.