OPINIÓN

En busca de la profesión

por Carlos Paolillo Carlos Paolillo

La Nena Coronil con Rómulo Gallegos

El año 1948 marcó el inicio de la profesionalización de la danza escénica venezolana. Tres acontecimientos ocurridos  durante ese tiempo, visionarios y profundamente transformadores, pueden ser analizados desde una perspectiva histórica como fundamentales para el desarrollo en el país  de la danza tradicional popular teatralizada,  la danza clásica y la danza contemporánea nacionales.

Venezuela también vivió en 1948 sucesos políticos de determinantes consecuencias para su vida social. La ascensión al poder de Rómulo Gallegos y su rápido derrocamiento, sirvieron de contexto para advertir una posible corriente nacionalista en la danza tradicional, seguramente influida por el impacto de la Fiesta de la Tradición, evento organizado por el poeta Juan Liscano para la toma de posesión de Gallegos; la notable elevación de los niveles de desempeño del naciente danza académica, debido a la creación de la Escuela Nacional de Ballet; y el surgimiento de la danza contemporánea en nuestro medio como consecuencia de la llegada al país del bailarín mexicano Grishka Holguín.

La Escuela Nacional de Ballet fue una iniciativa de María Enriqueta “la Nena” Coronil Ravelo, destacada promotora de la danza, discípula de los maestros pioneros Gally de Mamay, Basil Inston Dmitri y Steffy Stahl, a quien Belén Núñez, su contemporánea de lides artísticas, caracterizó como “una mujer enraizada en la sociedad vanguardista caraqueña, poseedora de un trato seductor, fantasiosa, atrevida y hábil”.

La Escuela Nacional permitió un salto cuantitativo y cualitativo en los procesos de formación y desarrollo de la danza clásica en Venezuela. El apoyo del presidente Gallegos resultó necesario en los momentos iniciales del proyecto educativo de Coronil, que ya tenía algún antecedente en el ámbito privado. Sus primeros maestros fueron el estadounidense Bill Lundy y la yugoslava Irina Yovanovich. Los bailarines cubanos Alicia Alonso y Fernando Alonso, junto a los integrantes de su compañía que se disponía a debutar en el Teatro Municipal de Caracas, conocieron de su funcionamiento. Ellos también fueron testigos del derrocamiento de Gallegos, apenas nueve meses después de su toma de posesión.

María Enriqueta «la Nena» Coronil Ravelo. | Foto Fidias Elías

Entre otros maestros internacionales relacionados con las distintas etapas de la Escuela Nacional de Ballet, que extendió sus actividades hasta 1957, destacaron la bailarina rusa Lila Nikolska y el checo Miroslav Shemelensky (Miro Anton), procedentes del Ballet de la Ópera de Praga; el inglés Henry Danton, del Sadler´s Wells Royal Ballet de Londres; Lynne Golding, del Ballet de Australia; Tatiana Grandseva, de los Ballets Rusos de Montecarlo y Michael Land, perteneciente al American Ballet Theatre; Leonide Katchurovsky, del Teatro de la Moneda de Bruselas y José Parés,  del Ballet Alicia Alonso.

La rápida caída del gobierno de Rómulo Gallegos representó la pérdida de apoyo oficial  para la Escuela Nacional de Ballet y ocasionó el inicio de nuevos tiempos en los que el sostén principal de la institución estuvo centrado en la iniciativa personal de la Nena Coronil.

En un ensayo de su autoría publicado en la revista Imagen en 1991, Coronil da cuenta de las circunstancias que rodearon los inicios de la Escuela Nacional de Ballet:

“Yo, además de dedicarme a mi modesta escuela, escribía en la página social del periódico “El país”, órgano divulgativo del partido Acción Democrática. Me presenté ante Gallegos temblando. Su cara como tatuada en piedra me produjo una sensación mística, me vi minúscula, reverentemente aterrorizada, pero al tomarme la mano sentí una corriente vivificante de bondad y amistad y cuando empecé a hablarle y mostrarle mi proyecto su interés me dejó perpleja. Vi en él no sólo al escritor sino al maestro de juventudes. Así, abrió sus puertas para toda Venezuela la Escuela Nacional de Ballet. Empezaron a llegar los montos de las flamantes becas de los estados. Los becarios recibían clases diariamente. Infortunadamente para el país y para la Escuela, al ser derrocado Gallegos algunos de los estados eliminaron las becas y finalmente todas al caer en prisión mi hermano el doctor Alfredo Coronil por razones políticas de oposición al régimen militar en turno. Entonces, pomposamente, todos los estudiantes fueron becados por la  ´capitalista´ Nena Coronil”.

Figuraron dentro de los numerosos alumnos de la Escuela Nacional de Ballet Vicente Nebreda, Irma Conteras y Graciela Henríquez. Con ellos como bailarines principales, conformaría el Ballet Nena Coronil de constante presencia durante los años cincuenta.

Ballet Nena Coronil. Las sílfides, versión de Vicente Nebreda, en la inauguración de las transmisiones de Radio Caracas Televisión | Foto Fidias Elías

Años después, a raíz del derrocamiento del general Marcos Pérez Jiménez, la Nena Coronil dirigió por breve tiempo Danzas Venezuela, proyecto institucional del Ministerio del Trabajo en el período de la junta de gobierno recién constituida, dedicándose posteriormente al servicio diplomático venezolano.

A su regreso a Venezuela a finales de los años ochenta, presidió el Consejo Nacional de la Danza y se vinculó activamente con el Sistema Nacional de Escuelas de Danza y Ballets Juveniles, ambas instancias instauradas bajo la gestión de José Antonio Abreu como Ministro de Estado para la Cultura.

María Enriqueta Coronil Ravelo imaginó un ballet venezolano profesional a mediados del siglo pasado. Esta aspiración se concretó con creces después, a lo largo de los años setenta a noventa, tiempo en los que se vivieron momentos de auge y expansión.