El presidente Pérez se dirigió, por segunda vez, a los venezolanos y al mundo: “Venezolanas, venezolanos: hace una hora me dirigí a la nación para darle cuenta del atropello vandálico de un grupo de militares, que desconociendo sus deberes constitucionales y deshonrando su inteligencia pretendieron dar un golpe para asesinarme, trataron de tomar La Casona y el Palacio de Miraflores. Afortunadamente, la lealtad funcional de las Fuerzas Armadas lo ha impedido. He contado con el respaldo de toda la nación. Fedecámaras, la CTV, y todos los partidos políticos han dado su respaldo al gobierno democrático de Venezuela y a su presidente constitucional. He tenido la honra y el bochorno, al propio tiempo, de recibir directamente mensajes de los presidentes latinoamericanos. El presidente Gaviria fue vocero de los presidentes Carlos Salinas de Gortari, Alberto Fujimori, Carlos Menem y de otros presidentes de América Latina para decirme que lanzaron a la prensa y a los medios de comunicación un comunicado muy fuerte y vigoroso diciendo que jamás aceptarían que la patria de Bolívar fuera hollada por una nueva dictadura”.
En su alocución, también agradeció el apoyo y la solidaridad expresada por los presidentes Miterrand, Bush y Felipe González, de Francia, Estados Unidos y España, respectivamente; para, seguidamente, dirigirse a la institución armada: “Ahora quiero dirigirme, especialmente, a las Fuerzas Armadas Nacionales: oficiales y soldados, les habla su comandante en jefe, su obediencia es para conmigo, para quien tiene el mandato del pueblo, para quien juró la Constitución. Cualquier oficial, sea cual sea su jerarquía, que pretenda hacer desconocer su mandato debe ser desconocido por ustedes. Ustedes tienen que honrar su juramento, ustedes tienen que honrar al pueblo de Venezuela de donde provienen. Yo les envío la orden precisa y categórica: obedecer a su comandante en jefe, obedecer a los comandos naturales de la organización militar que permanecen firmes en la obediencia y acato de la Constitución Nacional”. (1) Esta segunda aparición del presidente ante las cámaras de televisión tuvo un mayor impacto en las Fuerzas Armadas. No hay duda de que el poder de la palabra coadyuvó significativamente en la superación de la crisis.
“El valor personal y la responsabilidad moral de Carlos Andrés Pérez fueron indiscutibles. Sin la serenidad que tuvo para enfrentar tan complejos momentos difícilmente se hubiese podido controlar la situación militar. Arriesgó su vida para defender el régimen constitucional. La historia tendrá que reconocerlo. Igual gesto de responsabilidad ciudadana tuvieron Eduardo Fernández y Teodoro Petkoff. El respaldo que le dieron a la democracia ayudó de manera importante en la solución de la crisis. Las generaciones futuras verán en esos gestos una sincera demostración de patriotismo” (2) El coronel Marcos Yánez Fernández, director del Museo Militar, me informó telefónicamente que el T.C Hugo Chávez Frías, comandante del batallón de paracaidistas “Antonio Nicolás Briceño”, había tomado el Museo y desde allí dirigía la insurrección. Se lo informé telefónicamente al presidente Pérez, quien recordó las vinculaciones personales que existían entre el general Arnoldo Rodríguez Ochoa, director del PAMI, un importante proyecto social, y ese oficial. El presidente Pérez lo localizó en su casa y le pidió que se comunicara con el T.C Chávez para que depusiera su actitud de rebeldía. Así lo hizo. El diálogo fue el siguiente: “Chávez, ya son muchos los muertos y heridos. Evita un mayor derramamiento de sangre”. “Mi general, estoy decidido a rendirme. No quiero más derramamiento de sangre. Eran la 4:30 am”. (3) Sin embargo, su rendición no ocurrió sino hasta después de ser amenazado con un ataque aéreo.
El control de Fuerte Tiuna era de vital importancia. Se requería demostrar a las Fuerzas Armadas y a la opinión pública que la insurrección había sido dominada y que los mandos legítimos habían recuperado el control de todas las unidades. Con ese fin me comuniqué por teléfono con el coronel Jhon Torres Aquino, comandante del regimiento de comunicaciones del Ejército “Juan de Dios Agraz” y le ordené atacar a la compañía del regimiento de ingenieros “Agustín Codazzi”, que rodeaba el Ministerio de la Defensa y la Comandancia General del Ejército. A los cinco minutos me llamó para informarme que su unidad estaba lista para cumplir mis instrucciones. Tuve la intención de bajar a la entrada del Ministerio de la Defensa para supervisar la operación. Sin embargo, preocupado por las consecuencias que podía sufrir el numeroso grupo de oficiales que se encontraban detenidos en los puestos de control del Ministerio de la Defensa y de la Comandancia General del Ejército y ante la inminencia de la alocución del presidente Pérez, decidí suspender el ataque y le ordené al coronel Moreán colocar un televisor en el puesto de control de la Comandancia del Ejército a fin de que tanto insurrectos como detenidos pudiesen presenciar y escuchar dicha alocución.
Esa acción y la influencia que ejerció el general Humberto Betancourt Contreras, quien se encontraba entre los detenidos, sobre el capitán Humberto Ortega Díaz, comandante de la compañía insurrecta, al convencerlo del fracaso de la insurrección produjo sobre él un efecto desmoralizador que lo llevó a solicitarle que lo condujera a conversar, personalmente, con el general Rangel para discutir las condiciones de su rendición. El general Betancourt accedió a satisfacer su petición y los dos subieron al despacho del comandante general del Ejército. Al presentarse ante el general Rangel, el capitán Ortega solicitó hablar en privado con él. Se le requirió entregar su arma de reglamento. Lo hizo sin dificultad, pero antes de entrar a la oficina del comandante general, el general Carlos González Marcial decidió que fuera requisado. Para sorpresa de los presentes, tenía escondida una pistola en la espalda. Al verse descubierto decidió no hablar con el general Rangel y rindió su Unidad. Así mismo, el video con las alocuciones del presidente Pérez, el cual era exhibido cada cinco minutos por todos los medios de comunicación, tuvo un importante efecto desmoralizador en el resto de los sublevados.
1, 2, 3. – Así se rindió Chávez. La otra historia del 4 de febrero, pp. 147-148. Ochoa Antich Fernando. Libros de El Nacional, Fuera de Serie, No. 87, Año 2007.
Continuará…
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