Del latín, -cosas a ser propagadas-, fue el papa Gregorio XV en el año 1622, después de la Guerra de los 30 años, que formó Congregatio de Propaganda Fide o Congregación para Propagar la Fe. En 1914, la guerra transformó su significado y el término evocaba repugnancia a la manipulación indecente o fabricación de información por el Estado.
Es la transmisión que tiene como objetivo influir en el modo de una comunidad respecto a alguna causa o posición, presentando un lado o aspecto de un argumento. Repetida y difundida en amplia variedad de medios con el fin de obtener el resultado deseado en la actitud de la audiencia.
De modo opuesto a la información libre e imparcial, la propaganda, en su sentido básico, presenta información parcial, sesgada para influir a la colectividad. Muestra hechos de manera selectiva y omite otros deliberadamente para sustentar una conclusión, y utiliza mensajes controlados para producir una respuesta emocional, más que racional. El efecto deseado es un cambio en la manera y condición de un encuentro determinado acerca de asuntos políticos, religiosos o comerciales. La propaganda, por lo tanto, puede ser usada como instrumento de guerra en la lucha ideológica o comercial.
Mientras, el término, cuyo sentido original de la palabra era neutro, adquirió connotación negativa debido al uso manipulador y chauvinista. Por ejemplo: la propaganda nazi para justificar el Holocausto. Sin embargo, no es tanto la mentira, ardid, manipulación y tergiversación sino la forma descarada e inmoral.
Cuando la propaganda tiene como fin promover consumo, ventas de bienes o servicios, es llamada publicidad. Debido a que este campo de la actividad informativa es amplio y extendido, se prefiere dar al término propaganda un significado restringido a los ámbitos ideológico, político o religioso.
Con no poca sorpresa vimos una cuña, un carro que iba y venía por una carretera, un puente, con dos banderas pegadas en el postrero y hablando alguien, lo que los publicistas llaman “voz de Dios”, o sea, un sonido producido por la vibración de las cuerdas vocales de nadie en particular, anunciando elecciones opositoras justas, libres y todo eso.
Una alzaprima sencilla que cumplía exigencias de sandez, simplicidad, falta de compromiso, sin agudeza afirmando sueños de justicia, democracia, libertad y demás argumentos que la oposición, en sus más o en sus menos, ha enarbolado desde hace casi dos décadas, cuando se dieron cuenta de que Chávez, sin tener mayor cosa en la bola que ingenuidad y anhelos castristas, no sólo les había ganado, sino también, los apartaba del camino.
De aquellos tiempos a hoy, el mismo carro embanderado, cruzando de aquí para allá, de allá para acá el mismo viaducto, la oposición se ha disgregado y reencontrado, han salido a la calle, peleado por espacios y los llamados “puestos salidores”, se han diseminado, inventado partidos y grupos, gestionado, logrado entrevistas y apariciones en medios de comunicación que permanecen en manos poco audaces en lo que a combatir al régimen se refiere. Inventaron un presidente interino que no tiene poder ni para cambiar una silla. Han continuado en el mismo resultado sin resultados.
Los jefes siguen siendo el experto en cirugía plástica, el viajero que grita desde Europa que lo están torturando, un anciano chillón de verbo alborotado, y un cejudo bisoño en adeudos que ni siquiera se enteró estando en Colombia de la descomposición putrefacta en Monómeros, y creyó ser más que los politiqueros a quienes cada día se les entiende menos, aupando conveniencias de dos hermanos que se otorgan a sí mismos posiciones y representaciones que no tienen. El insignificante remanente, son demasiados nombres para tan limitada oposición. Sólo María Corina Machado conserva el fulgor; y del interinato, poco o nada se sabe, excepto cuando repite algún concepto ya desgastado.
De más está decirlo, aunque caimán dormido, veterano de lides, ha dicho timorato, en voz baja que buscarán la forma para que los millones en el exterior ejerzan su derecho a sufragar, sin precisar cómo ni cuándo; cada día representan menos esperanzas para los venezolanos y ninguno de ellos, algunos ni siquiera aliados, tienen capacidad de ganarle a la desgastada maquinaria psuvista.
De usurpador a legitimado, desesperado vocifera el mejoramiento del país, porque tras llegar al fondo del pozo, y ante la incapacidad del régimen ladrón, iluso e incompetente, y la oposición cómplice que ellos mismos van sosteniendo para mantener la payasada democrática, con cualquier poco dinero colocado en un país que hasta los impuestos tuvo que prescindir hace parecer mejoría. No hemos mejorado, dejamos de empeorar, ya no se puede caer más.
A menos que lleguemos a ser la Argentina kirchnerista del norte de Suramérica.
@ArmandoMartini
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